Las amibas


Son organismos que se pueden ver solamente con el uso del microscopio, formados a base de una célula. Tienen una membrana que en su periferia cambia de forma por la capacidad de proyectarse a manera de pies falsos, que le permiten desplazarse.
Existen diferentes especies en la naturaleza, y se distribuyen en la tierra húmeda, plantas y otras son parásitos de animales. De las dañinas para el ser humano está la especia llamada Entamoeba histolytica.
De sus diferentes formas que llegan a adoptar, las más importantes son dos: la forma quística, en donde se rodea de un material muy rígido, que le permite protegerse de las agresiones del ambiente externo y sobrevivir en el exterior del ser humano por tiempos prolongados. Es la forma que se elimina con las evacuaciones e infecta al ser humano.
La otra forma que se llama trofozoíto, es de consistencia aparente gelatinosa; y es la que tiene capacidad de desplazarse con sus prolongaciones y acortamientos regulares, en los tejidos donde se encuentra, y con las sustancias que libera destruye a los tejidos para poder invadirlos.  
La forma como se produce la enfermedad en el ser humano, en general tiene un ciclo bien establecido:
Una persona que tiene las amibas en su intestino, las expulsa en sus evacuaciones en forma de quistes. Generalmente las evacuaciones son eliminadas al drenaje en el ambiente urbano; o bien en letrinas o al aire libre en ambientes rurales.
Durante las temporadas de lluvias cuando el drenaje es insuficiente, hay oportunidad que los quistes salgan a ambientes externos o por las corrientes en el ambiente rural, sean desplazados a otros lugares.
Los objetos que caen al suelo pueden ser contaminados por contacto con estos gérmenes; a su vez, las verduras o legumbres regadas por aguas negras, o corrientes de agua contaminadas, reciben el material contaminante. El otro proceso puede ser la transmisión por medio de moscas que al posarse sobre material contaminado o heces fecales, pueden llevar directamente el parasito a los alimentos.
Entrando la forma de quiste al estómago, por influencia de sustancias químicas, hay opción que se multipliquen los gérmenes en el interior del quiste y en las partes lejanas del intestino se liberan en su forma activa (trofozoito).
Esta forma activa, es la que tiene capacidad de liberar sustancias que destruyen la mucosa del intestino para abrirse camino hacia partes más profundas del tejido intestinal, llegando hasta la parte donde hay muchos vasos de sangre y ahí rompen algunos de ellos para empezar a alimentarse de las células de la sangre. Es el intestino grueso el más dañado con presencia de úlceras microscópicas por la invasión de las amibas. En esta etapa es cuando se generan la mayoría de las molestias de la enfermedad al ser humano.
La forma como el niño manifiesta la enfermedad, en un inicio es con falta de apetito del habitual que tenía, y en ocasiones sensación de nauseas. Cuando ya se produce el daño intestinal a menor edad es posible elevación de temperatura, y a otras edades: dolor de estomago con mayor intensidad al momento de eliminar la evacuación, diarrea con cantidades variables al inicio y posteriormente con volúmenes pequeños, conteniendo moco que le da aspecto espeso por segmentos, y algunas rayas de sangre fresca en apariencia o en semejanza a trozos de cascara de tomate. La gente de forma común asigna al cuadro el nombre de disentería. Los vómitos cuando existen, también se relacionan con la intensidad de la enfermedad y mas posible en niños de menor edad.
El riesgo en los pacientes se da por la forma como elimina líquidos, y evita la ingesta de nutrientes que pueden causar deshidratación. Por tanto, en su tratamiento se deberá controlar el estado de hidratación y de preferencia dar el medicamento que elimine a las amibas.
Existen formas raras de la invasión de las amibas a otros tejidos, en donde causan destrucción muy importante. Se pueden encontrar como complicaciones a cuadros primarios, amibiasis a nivel hepático con formación de abscesos (bolsas de material descompuesto), a nivel pulmonar y cerebral; o también, en la piel o región genital (esto más frecuente con prácticas sexuales anales, o personas con grave descuido de aseo personal).
La forma quística es la forma infectante de esta enfermedad, y tiene la particularidad que es muy resistente a las condiciones del ambiente pudiendo sobrevivir en las heces fecales por lo menos ocho días con temperaturas entre veinte y cuarenta grados, que se incrementan a cuarenta días si la temperatura ambiental es de dos a seis grados (como la que existe en los refrigeradores de cocina).
La forma quística puede llegar a infectar a los niños a través de los objetos contaminados con tierra, verduras y legumbres mal desinfectadas y alimentos contaminados por moscas (en especial las de adquisición callejera). Cuando los manipuladores de alimentos tienen deficiencia en su aseo manual, reciben el dinero y no se lavan las manos; los platos sucios los “limpian” en agua almacenada donde se han “limpiado” otros previamente; se “lavan” sus manos en agua almacenada en un solo recipiente sin cambiarla, y demás actos, prácticamente dejan los gérmenes infectantes en espera de ser ingeridos, en las preparaciones de venta. 
Existen formas de evitar adquirir esta enfermedad, y en primer lugar, habrá de hacer referencia a la conservación y practica de buenos hábitos higiénicos, muy especialmente el lavado frecuente de manos, con lo cual eliminamos muchos gérmenes que se encuentran ahí por haber tenido contacto con objetos contaminados. La limpieza adecuada de evacuaciones a los niños de forma inmediata a la eliminación de evacuaciones, seguida de lavado de manos de quien realizó el cambio de pañal, colocar mosquiteros para evitar el ingreso de moscas, evitar ratas y cucarachas para que no se contaminen los utensilios de los alimentos. Para la preparación de los alimentos a través de la ebullición (hervido de agua) se pueden destruir estos quistes de los alimentos o con el contacto con agentes desinfectantes como el cloro y el iodo, por lo que la práctica de estos procedimientos ayuda a evitar la adquisición de la enfermedad.
Una persona que recibe el tratamiento adecuado, podrá tener en ocasiones, persistencia de pequeños sangrados durante algunos días más por la condición que aun no cicatrizan de forma completa las pequeñas úlceras formadas, pero al no existir amibas lo harán de forma espontanea en tiempo de tres a cinco días como máximo.
Toda persona que haya tenido un cuadro de amibiasis y no haya recibido el tratamiento adecuado o no haya recibido algún tratamiento en especial, está en condiciones de padecer el cuadro como enfermedad crónica y el niño tendrá molestias digestivas irregulares con dolor abdominal, cambios en consistencia de evacuaciones, alteraciones del apetito y en especial, funcionar como transmisor de la enfermedad, por estar constantemente eliminando formas quísticas por sus evacuaciones, poniendo en riesgo en primer lugar a los integrantes de su familia y de forma secundaria al grupo humano con el que se relaciona.
Todo paciente con manifestaciones de alteración en función digestiva deberá acudir a consulta médica para verificar la naturaleza de su cuadro y en caso de resultar ser portador de este tipo de parasitosis, deberá ser tratado de forma adecuada.