Alteraciones ortopédicas congénitas


La ortopedia es una rama especializada de la medicina, que se ocupa exclusivamente de las enfermedades, lesiones y otras alteraciones que se producen al sistema músculo-esquelético. Este sistema se encuentra formado además por tendones, ligamentos y nervios.
Toda alteración que se haga presente desde el momento que el niño nace, se le conoce como alteración ortopédica congénita, y se pueden notar en dos formas: como alteraciones de forma y alteraciones de función.
En las alteraciones de forma, es notorio que la configuración externa de una parte del cuerpo es muy diferente a la normal, pudiendo citar como ejemplos: pies desviados, dedos adicionales, dedos unidos.
En las alteraciones de función, la apariencia externa es de características normales, pero al momento de expresar su movimiento se notará deficiencia para su realización, y como ejemplo se puede considerar: una parálisis de los brazos.
En esta ocasión, solo haremos descripción de las características más importantes, de las alteraciones ortopédicas más frecuentes al momento del nacimiento, resaltando que su atención en etapa temprana, contribuye a tener un pronóstico más favorable para el resto de la vida del paciente.
Displasia congénita de cadera, -que anteriormente se le conocía como luxación congénita de cadera-, establece la deficiencia en la colocación de la cabeza redonda de la parte superior del hueso del muslo (fémur), en el interior del hueso de la cadera (pelvis) que no se desarrolla de forma adecuada, para poder contenerla en su interior y permite que se encuentre afuera de forma permanente, o bien que tenga movimientos de entrada y salida.
Es una alteración que al momento del nacimiento no se puede apreciar de forma simple; y por tanto, en caso de no realizar y valorar de forma adecuada su procedimiento de exploración, puede pasar por desapercibida y hacerse notoria al momento de iniciar la marcha el niño, por retardo en la marcha y presencia de cojera evidente.
La enfermedad tiene una incidencia aproximada de un afectado por cada mil niños recién nacidos. Las mujeres son más frecuentes de padecerla que los hombres en proporción de casi tres mujeres por un niño,  y la cadera izquierda es la más común que pueda presentar esta alteración.
Al momento del nacimiento, no hay evidencia notoria de la alteración y en la medida que el afectado va creciendo, se puede sospechar la enfermedad con la presencia de pliegues diferentes (asimetría) entre una pierna y glúteos de la piel.
Con el propósito de determinar al nacimiento si el niño tiene esta alteración, el médico que lo revisa (en este momento o en los primeros días del nacimiento), efectuará una maniobra especial para comprobar si la articulación está bien colocada, o si hay entrada y salida del hueso del fémur sobre la pelvis. Cuando se confirma esta enfermedad mediante estudios adicionales (ultrasonido o rayos x) y valoración por el especialista, su tratamiento es relativamente sencillo y seguro para permitir al niño, el desarrollo de una marcha normal en el momento que le corresponda.
El tratamiento en esta etapa, consiste en la mayoría de las ocasiones, de la aplicación de un dispositivo que mantiene las piernas del niño abiertas y flexionadas la mayor parte del tiempo, permitiendo cuidados habituales (baño, cambio de ropa, alimentación, sueño), y de acuerdo a la valoración del ortopedista, podrá tener duración variable de tres a seis meses, con estudios de control para señalar su curación total.
En caso contrario, cuando el diagnostico no se realiza en etapa temprana y se detecta al momento de iniciar la marcha, el tratamiento por el especialista incluye generalmente una operación quirúrgica, para poder colocar a los huesos en su lugar, con aplicación de un aparato de inmovilización (yeso), que abarca desde la cintura del niño hasta sus piernas, con dificultad para poder efectuar las maniobras habituales de atención, y con duración aproximada de un año; y además, con incertidumbre en ocasiones para asegurar el éxito de la intervención, de acuerdo a la deficiencia del desarrollo articular.
Parálisis del brazo. Su causa más frecuente está condicionada por un estiramiento del nervio del brazo al momento del nacimiento. Se presenta en niños grandes al nacimiento que tuvieron dificultad para su extracción, generalmente por la vía genital. La lesión se puede presentar a diferentes alturas del origen vertebral del nervio, y de acuerdo a esa condición, manifestará alteraciones especiales en los dedos de sus manos.
Se puede sospechar la alteración, al momento de notar que alguno de los dos brazos no lo mueve de forma similar al lado contrario, principalmente durante el llanto. Con la sospecha, se justifica la valoración por el ortopedista para que recomiende la posición más adecuada a colocar el brazo afectado, a fin de permitir que el nervio se recupere y se evite deficiencia en el desarrollo de los músculos, tamaño del brazo. Algunos niños que no se les corrige esta alteración como consecuencia quedan con brazos delgados y cortos por deficiencia de función de estimulación nerviosa.
Alteraciones de los pies. Que ante desarrollo anormal de sus huesos y tendones, puede tener diferentes formas: Si el talón está levantado y hay apariencia de apoyo con la punta de los dedos, se le conoce a la deformidad como pie equino. Cuando el talón se encuentra en un nivel inferior a la punta de los dedos, es un pie talo. Si la planta del pie no se proyecta para un apoyo en plano horizontal y de forma natural la tiene girada hacia arriba y adentro del pie, la deformidad corresponde a pie varo. Si hay apariencia que la mitad delantera del pie se dirige hacia la parte media del cuerpo, será un pie aducto o metatarso aducto. Estas alteraciones pueden combinarse entre ellas para definir el nombre de la deformidad. Su relativa ventaja de estas alteraciones, es que son fáciles de identificar al momento del nacimiento, que permite su evaluación inmediata; y en ocasiones, debido a que se tratan de posiciones condicionadas por la presión interna en el vientre de la madre, es posible que se corrijan solas; y en caso contrario, requieren de la aplicación de férulas especiales definidas por el ortopedista.
Deformidades de las piernas. De forma más frecuente se pueden apreciar las piernas en forma de arco, como consecuencia de la postura que guarda el niño durante el embarazo, que genera que ambas extremidades inferiores se mantengan dobladas hacia las partes laterales de su abdomen. Esta anomalía en la mayoría de las ocasiones corrige de forma espontanea durante los primeros dos años de vida, al crecimiento de los huesos del muslo y pierna, que además efectúan una rotación hacia la parte interna (línea media del cuerpo), y con ello desaparece ese aspecto arqueado.
Es posible que los niños que no tengan ese aspecto arqueado al nacimiento, posteriormente durante el desarrollo de los huesos, habrá de vigilar que no tengan las rodillas encontradas (en X), que requiere de la valoración del especialista ante posibles caídas frecuentes al correr, o notar que meten las puntas de los pies durante la marcha.
Pueden existir otras alteraciones que no son tan frecuentes; y solo para concluir, si al nacimiento o en los primeros días de un niño, el médico considera la posibilidad de alguna alteración ortopédica, es conveniente contar con la valoración y tratamiento del especialista en forma rápida, a fin de evitar secuelas que limiten alguna función corporal a futuro; y por otra parte, tomar en cuenta con su médico de atención neonatal, la posible relación con otras alteraciones que en ocasiones, pueden estar vinculadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario