Síndrome de Marfán

Cuando las sensaciones anormales que experimenta un paciente, se asocian a signos específicos que facilitan el reconocimiento de la enfermedad para el médico, se establece un síndrome particular, que en su mayoría de ocasiones tienen el nombre de la enfermedad relacionada; o bien, de la persona que lo haya descrito de manera completa o de primera ocasión.
El síndrome de Marfán (descrito en 1896), comprende la enfermedad hereditaria de evolución progresiva que afecta al tejido que generalmente proporciona estructura y soporte a las células en todo el cuerpo, en forma comparativa de un pegamento para sostener cada órgano, vasos sanguíneos, huesos, músculos y articulaciones. La alteración, condiciona a poseer ese “pegamento” en una consistencia más débil de lo normal. El tejido debilitado, ocasiona alteraciones en muchas partes del cuerpo, especialmente en huesos, ojos, corazón y vasos sanguíneos.
La enfermedad se adquiere por herencia genética; y en ocasiones, se desarrolla por cambio genético espontáneo (mutación). En la mayoría de las ocasiones, se tiene el antecedente de la enfermedad en alguno de los padres, lo cual facilita establecer la enfermedad en forma temprana en sus hijos. En casos de mutación, los hallazgos progresivos establecerán la presencia de la enfermedad. Los afectados tienen posibilidad de transmitir su enfermedad en proporción de 50%  a cada uno de sus hijos. 
Su frecuencia se presenta en promedio de un caso por cada cinco mil nacimientos, sin predominio específico entre mujeres y hombres.
Aunque los pacientes con esta enfermedad comparten características físicas parecidas, la enfermedad no afecta a todos en la misma intensidad. Algunos tendrán manifestaciones muy leves, mientras que otros pueden tener alteraciones muy graves, incluso dentro de los mismos integrantes de la familia.
La enfermedad se puede identificar desde la etapa infantil, por condicionar una estatura mayor a su edad, asociada con una complexión delgada. Los dedos de las manos y pies por lo general, son largos y delgados. Sus articulaciones son laxas y permiten una mayor amplitud de desplazamiento habitual. La extensión de los brazos abiertos a menudo será mayor a su estatura, pueden aproximar sus codos al tratar de juntar en su espalda. En la cara se notan cambios específicos como la cara alargada y delgada, ojos hundidos, mandíbula pequeña, paladar arqueado que condiciona dientes encimados.
Los niños con sospecha de esta enfermedad, requieren de vigilancia especial por la evolución que suelen tener con complicaciones en diferentes estructuras corporales. Se consideran en orden de importancia a nivel del corazón, vasos sanguíneos, ojos y estructura esquelética.
En el corazón, por defecto del tejido que da sostén a algunas estructuras (válvulas) que permiten la entrada y salida de sangre, se pierde parte de su firmeza y en forma progresiva funcionan de forma defectuosa, condicionando que la sangre pueda regresar a la cavidad previa, sin expulsarse de forma eficiente en cada latido, generando que el corazón se esfuerce en mayor grado para lograr su función de forma progresiva, incrementando su tamaño pero ante la alteración estructural, termina a la larga con insuficiencia cardiaca y muerte.
Una alteración con riesgo similar de mortalidad, se produce en el vaso sanguíneo que sale del corazón (aorta) para llevar la sangre al resto del cuerpo. Por el impulso de la presión sanguínea, la debilidad del tejido de sostén facilita que alguna parte de este vaso sanguíneo empiece primero a estirarse, luego a separar algunas de sus capas internas, condicionando el ensanchamiento o dilatación de la estructura tubular previa, hasta que en forma súbita por la debilidad y presión acumulada, se produzca el desgarre del tejido con hemorragia secundaria, causando de inmediato la muerte del paciente por pérdida súbita de sangre y falta de riego sanguíneo a los tejidos importantes (cerebro, corazón, riñón, suprarrenal).
En los ojos, el tejido de sostén afectado no permite que un tejido en forma de lente interno permanezca en su lugar, condicionando una posición descentrada generando problemas de vista (miopía), que pueden requerir en etapa inicial el empleo de lentes y en forma futura ante la posición anormal permanente, ameritará tratamiento con cirugía, pero mientras no se tenga la corrección con lentes o cirugía, puede causar en el niño el bloqueo cerebral de la imagen alterada; que al paso del tiempo, causa deficiencia funcional de origen cerebral que no mejora incluso con la cirugía correctiva.
Otros riesgos oculares relacionados por la deficiencia de este tejido de sostén, incluyen: la presencia de cataratas generando visión borrosa, desprendimiento de retina causando ceguera; y por último, glaucoma con dolor ocular  y pérdida de visión progresiva.
Por las alteraciones en la estructura ósea, el crecimiento excesivo asocia desviaciones de la columna en forma muy frecuente, condicionando dolor y posturas anormales secundarias. Como otras alteraciones en el esqueleto, la enfermedad puede causar deformidad de la parte anterior del pecho que se podrá notar hundida o en protrusión. En los pies es común su asociación con presencia de superficie plana.
En otras partes del cuerpo se pueden encontrar datos adicionales, que pueden incluir a la piel con presencia de estrías y en los pulmones, aparición de dilataciones anormales. La pared abdominal, puede tener defectos expresados en forma de hernias.
Esta enfermedad con la expresión variable de todas sus alternativas orgánicas, puede ser detectada durante el control de desarrollo en los niños, en el momento de identificar alguna de sus características, siendo una de las más comunes: el aspecto particular de las manos, que dan la apariencia similar a las siluetas de arañas, por la longitud y diámetro de los dedos.
Una vez detectada la enfermedad, se deberá de someter a control y valoraciones periódicas con otros especialistas, a fin de evitar su deterioro en la adolescencia o juventud. Se incluyen para su tratamiento al cardiólogo, ortopedista, oftalmólogo, genetista, psicólogo, neumólogo, dermatólogo además del pediatra. Con la atención apropiada, se limitan las complicaciones y se podrá ofrecer una mejor calidad de vida a los pacientes.
Cuando las circunstancias no son favorables y la persona ya rebasa la edad mayor a los 18 años, los criterios para identificar la enfermedad son definidos de forma específica. El inconveniente relativo a esta edad, es que la posibilidad de contar con alguna de sus complicaciones puede ser más factible y el pronóstico será incierto.
A los niños que padecen esta enfermedad, se les debe recomendar: evitar participar en actividades de contacto con traumas frecuentes a nivel de su pecho, además de actividades físicas que involucren esfuerzos de rendimiento del corazón y pulmones, ante la alternativa de llegar a causar alguna lesión adicional en esos tejidos.
El aspecto emocional para estos pacientes, tiene que tomarse en consideración a fin de evitar que se sientan afectados, por los comentarios inevitables de sus compañeros en alusión a su estatura; o bien, por el empleo de lentes o las limitaciones en sus actividades físicas. Es una enfermedad que no afecta al desarrollo de su inteligencia. El apoyo emocional deberá de proyectar en su personalidad, la particularidad que ser diferente a los demás, además de otras capacidades no detectadas, los llega a hacer únicos y no similares al resto de la comunidad, para proyectarse en forma positiva.

Los padres de familia que se identifiquen como afectados por esta enfermedad, al momento de diagnosticar al niño, pueden ser beneficiados en una atención especializada a fin de evitar las complicaciones, que le impidan continuar la vida con sus hijos…         

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