Tifo

Esta palabra tiene su origen en el idioma griego, relacionada a la condición de estupor, que es una alteración de la reacción disminuida de una persona, en la que no hay una respuesta verbal o corporal adecuada.
Se puede confundir con otra alteración orgánica, como tifoidea que también involucra la alteración en la reactividad asociada en ambas: a la presencia de fiebre, que por sus valores elevados de forma importante, pueden generar alteración en la reactividad de la persona enferma.
Históricamente, esta enfermedad se ha relacionado con periodos de guerra o hambruna, donde las condiciones higiénicas y sanitarias han sido críticamente malas favoreciendo a la aparición de estos cuadros, con alta mortalidad ante la deficiencia nutricional asociada.
Esta enfermedad, se transmite por un microbio (ricketsia). que necesita vivir en el interior de las células del enfermo para poder reproducirse. Afecta de forma directa a los artrópodos del tipo piojo o pulga, en cuyos intestinos se reproducen y eliminan a través de sus evacuaciones. Cuando el material de esta evacuación contaminada, se inocula con el rascado en la piel del ser humano, el microbio invade células para tener la capacidad de reproducirse, causando alteraciones de esta forma al ser humano, que con alteración nutricional o inmunitaria podrá tener un cuadro muy severo o su muerte.
El tipo de piojo que transmite esta enfermedad, de forma más habitual es el piojo corporal, que se nota de forma particular por ser de color blanquecino, además de tener localización en superficie corporal y no ubicarse necesariamente en el cabello, aunque también se ha descrito en ocasiones, que el piojo de la cabeza puede ser posible que transmita también la enfermedad.
La pulga que es capaz de transmitir otra variante de la enfermedad, toma al microbio que se reproduce de forma particular de las ratas o ratones; logrando de forma ocasional, pasar al ser humano cuando este convive en ambiente insalubre infestado por estos roedores parasitados.
Por condiciones geográficas se relaciona la enfermedad con climas fríos o templados, áreas rurales o suburbanas, montañosas con altitudes mayores de los 1500 m sobre el nivel del mar. Con relación a grupos humanos, se asocia a los que se encuentran en condiciones inadecuadas de salud y en especial, aquellos en donde haya convivencia de tipo hacinamiento, para favorecer a la transmisión del piojo o de la pulga de forma fácil.
Así, se conocen dos tipos diferentes de tifo. El que se transmite por medio de las pulgas es el tifo murino y el que transmiten los piojos corporales, es el tifo exantemático. Cada uno de estas enfermedades tienen particularidades especiales, pero comparten la condición de poder comportarse como epidemias, por la forma como se diseminan los artrópodos (llamados vectores por transmitir la enfermedad) entre los integrantes de algunas comunidades específicas, llegando a establecer que posterior a la identificación de un caso, se tendrá que revisar a los integrantes de su grupo humano, para controlar la transmisión a otros y detectar de forma temprana a los que inician la enfermedad.
Las personas que padecen la enfermedad requieren de aislamiento obligatorio, por ser fuente potencial para infectar a nuevos artrópodos, que podrán contagiar a otras personas de la enfermedad y así podrá crecer el número de enfermos.
Estos cuadros han causado epidemias en diferentes tiempos históricos, logrando tener la enfermedad prácticamente ausente mediante las medidas de control sanitario adecuadas, que se deberán de implementar en nueva cuenta, si en alguna zona en particular, se notifica de un cuadro sospechoso o confirmado de la enfermedad, a la brevedad necesaria con la intención de evitar que se extienda a otras comunidades.
El tifo exantemático se inicia cuando un piojo infectado al momento de picar al ser humano, extrae su sangre desplazando su contenido intestinal y eliminando en su evacuación, el material contaminado con la ricketsia. El ser humano al rascarse en el sitio cercano a la picadura, puede producir daño en la integridad de la piel y facilitar así la entrada de la ricketsia al cuerpo.
Durante el tiempo que la ricketsia se empieza a multiplicar en diferentes células, al ir aumentando su número e infecciones subsiguientes, podrá ir generando los primeros datos de la enfermedad, que se manifiestan a partir del décimo al doceavo día de la inoculación a base de malestar general y decaimiento. Cuando las ricketsias se localizan en el interior de la sangre, empiezan a dañar a las células que se encuentran en las paredes, generando el cuadro característico de la enfermedad a base de fiebre con valores de temperatura muy elevados, sensación de prurito intenso y cambios en la superficie de la piel, que adquiere el aspecto de ronchas que se extienden a todo el cuerpo a excepción de las palmas, plantas y cabeza (que determina el tipo particular de tifo). Por su persistencia sin la limitación a su viabilidad, el cuadro podrá tener una duración prolongada con promedio de tres semanas. Durante el periodo de invasión a la sangre, es posible la localización del germen en otros tejidos, pudiendo causar alteraciones en el hígado, bazo, corazón, pulmones y cerebro, que de acuerdo a las condiciones de respuesta inflamatoria adecuada, podrá ser limitado y no causar más daño, pero si las condiciones son deficientes establecerá complicaciones asociadas.
En el caso del otro tipo de tifo (murino), el mecanismo de transmisión se produce cuando una pulga de una rata contaminada, pica al ser humano y con el rascado similar se produce su inoculación. El cuadro en etapa inicial causa fiebre intensa, escalofríos, temblores, dolor de cabeza, dolores musculares, falta de apetito, pérdida de peso y lesiones en la piel en forma menos evidente que la anterior.
En tiempos actuales y por condiciones específicas de los pacientes afectados, la mayoría tiene evolución espontanea a la recuperación. El riesgo relativo se establece que a partir de cada uno de los pacientes pueden existir otras personas que pueden desarrollar la enfermedad y seguirla transmitiendo a otros, en caso de no establecer límites adecuados.
En cuanto un niño o adolescente manifieste alguno de los datos señalados; y en particular, fiebre difícil de controlar con tiempo mayor de cinco días sin evidencia de alguna infección notoria, deberá motivar comentar esta posibilidad con su médico tratante, si hay antecedente previo de contacto con piojos o pulgas a fin de realizar los estudios de laboratorio específicos, para confirmar la sospecha de la enfermedad y de forma inmediata, dar el tratamiento adecuado además de la notificación temprana los servicios de salud, para su control eficiente en la comunidad donde se origina.

Como medidas preventivas para evitar estas enfermedades, se establece prioritario evitar la presencia de pulgas o piojos en convivencia con los seres humanos, realizando limpieza adecuada de las prendas que se emplean en la vida diaria, con especial atención a practicar aplicación de calor en ellas. Es suficiente con el planchado en la mayoría de las prendas, pero aquellas que no se planchan deberán ser enjuagadas con agua hirviente. En los sitios donde se considere puedan existir pulgas o piojos aplicar insecticidas adecuados o fumigaciones eficientes. La práctica de baño diario cambia el olor corporal además de retirar el material superficial que puede atraer la presencia del vector. Insistiendo de forma concreta, sobre las instituciones educativas que en sus salones tengan la presencia de estas plagas, a realizar fumigaciones adecuadas en fines de semana, revisiones frecuentes de cada uno de los niños a su ingreso a las escuelas; y con empleo, de medicamentos o medidas individuales adecuadas a cada alumno y familiares, con asesoría de autoridades sanitarias correspondientes se podrá evitar la diseminación de la enfermedad al conocerse de algún caso comprobado.

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