Disentería bacilar

Es una infección del sistema digestivo causada por un grupo especial de bacterias (shigellas, por lo que también se conoce como shigellosis), que tienen la particularidad de contar con una virulencia y toxicidad elevadas, que le permiten poder desarrollar cuadros agudos y posibles complicaciones, que pueden amenazar la vida de los niños.
Por la condición de incluir en su enfermedad el cuadro de disentería que asocia evacuación con eliminación de material escaso con moco y sangre visible, puede ser confundido con la disentería que es producida por un parásito (disentería amibiana).
Es una enfermedad que se desarrolla habitualmente en poblaciones de climas tropicales o templados, con una incidencia mayor durante la temporada de verano. La infección es altamente contagiosa, siendo suficiente la presencia de diez a cien microorganismos viables para causar la enfermedad. Se transmite de persona a persona, a través de los alimentos, manos, heces fecales y las moscas. Por su pequeña cantidad de gérmenes que se requieren para producir la enfermedad, es posible encontrar brotes numerosos en lugares donde se asocian condiciones de hacinamiento, mala higiene y manipulación de alimentos por personas infectadas, por lo que es factible que se presente como cuadros numerosos en guarderías, internados o cafeterías escolares.
La bacteria es muy sensible a las fluctuaciones de la temperatura y las condiciones ambientales desfavorables. La contaminación de los alimentos con shigella puede provenir del contacto directo o indirecto con materia fecal de personas infectadas, a través de aguas contaminadas (drenajes insuficientes en temporadas de lluvia), moscas encima de los alimentos, por falta de higiene o de buenas prácticas de quien prepara los alimentos. La bacteria tiene capacidad de multiplicación en alimentos con un índice de acidez como frutas y verduras, puede sobrevivir durante mucho tiempo en alimentos que no sean ácidos o alcalinos, a temperaturas de congelación, en alimentos cerrados al vacío o bajo atmósferas modificadas (alta o baja presión) y en el agua. Puede sobrevivir en los alimentos por largos periodos si la temperatura se mantiene en 25 grados. En la harina y la leche pasteurizada puede durar hasta 170 días, en los huevos, almejas y camarones por 150 días, en las ostras por 30 días y en la clara de huevo por 20 días. Se destruye con la temperatura de cocción de los alimentos y raramente se puede aislar de los alimentos procesados, por tomar en cuenta el tiempo transcurrido desde su recolección y el procesado de la muestra, además de los procedimientos que involucra.
Los alimentos que comúnmente se asocian con la transmisión de la enfermedad, incluyen: agua de consumo de origen no seguros como el agua de pozo, lagos, ríos sobre los que se eliminan aguas residuales. Verduras y frutas provenientes de huertas en donde se emplea agua no tratada. Comidas que requieren de mucha manipulación y que se sirven frías sin proceso de cocción y con falta de higiene en quien las prepara, pueden estar contaminadas, como: ensaladas, verduras, vegetales crudos, lácteos y aves.
Una vez ingerida la bacteria, no se afecta por el ácido presente en el estómago, tiene capacidad de pasar al sistema digestivo, para empezar a multiplicarse en el interior de las células intestinales, a quienes destruye al conseguir su multiplicación. Causa daño significativo en el intestino grueso, produciendo una respuesta inflamatoria intensa que afecta a los vasos sanguíneos permitiendo la liberación de sangre en las evacuaciones. La bacteria tiene la capacidad de producir toxinas, que además de la respuesta digestiva inflamatoria excesiva y daño a los vasos sanguíneos, pueden causar alteración en el funcionamiento del tejido nervioso, manifestando irritabilidad o convulsiones; y en algunas ocasiones, puede afectar también a estructuras presentes en el riñón, que pueden generar alteraciones en la capacidad de filtrado y eliminación, e incluso, puede llegar  a evolucionar hasta la insuficiencia renal y muerte secundaria.
El comportamiento de la enfermedad está relacionado con el tipo específico de bacteria que la cause. Así puede haber infecciones que tengan manifestaciones escasas, y de intensidad leve, hasta otras formas que son capaces de producir infecciones diseminadas a todo el cuerpo, que pueden amenazar la vida del paciente en corto plazo, otras producen alteraciones adicionales en riñones o en las articulaciones.
El periodo a partir del cual se introduce al organismo e inicia las manifestaciones de la enfermedad, se le conoce como periodo de incubación, en esta enfermedad dura de uno a tres días, por su capacidad de virulencia. Su tiempo de poder contagiar la enfermedad (transmisibilidad), es a partir del momento que inicia la enfermedad hasta que termina su eliminación por las evacuaciones, con un promedio de siete a diez días, aunque en ocasiones, puede durar su eliminación por varios meses en pacientes asintomáticos. Quien padece esta enfermedad, queda inmunizado de forma específica contra la variante de shigella que le haya producido la enfermedad por varios años, por lo que puede haber posibilidad de desarrollar otra variante de cuadros, cuando es causado por otro tipo; y al paso del tiempo, por el mismo que haya padecido.
El germen tiene preferencia de ubicación, en la parte final del intestino delgado y en trayecto del intestino grueso. Causa reacción inflamatoria intensa, úlceras y en ocasiones abscesos microscópicos.
La forma como se manifiesta, asocia: la presencia súbita de fiebre de valores muy elevados, nauseas, vómitos, dolor cólico y tenesmos (sensación dolorosa intensa con imperiosa necesidad de defecar con intestinos vacíos) y en los casos característicos, la evacuación eliminada contiene escaso material de predominio mucoso con estrías de sangre fresca (disentería), como datos de afección digestiva. Por los efectos de toxinas y de la respuesta inflamatoria en el sistema nervioso, asocia irritabilidad constante, manifestada con llanto intenso y continuo o inquietud corporal sin poderse controlar; y en casos extremos, con aparición de convulsiones que pueden confundirse con las originadas por fiebre elevada. De acuerdo a las condiciones del paciente -sin tratamiento-, puede complicarse con diseminación corporal generando cuadro de sepsis, estado de choque y muerte secundaria.
Otros tipo de shigellas, pueden evolucionar a complicaciones digestivas con inflamación intensa de intestino grueso y/o perforaciones; y a nivel de los riñones, datos de insuficiencia. Otro tipo puede afectar a las articulaciones.
En la medida que se abusa del empleo de antibióticos en forma indiscriminada, hay posibilidad de encontrarse con gérmenes que pueden ser resistentes a los tratamientos convencionales; por lo que el empleo de antibióticos, se debe realizar con conocimiento y experiencia apropiados, y en casos muy selectivos emplear los de última aprobación.
Considerando que los cuadros pueden ser graves en su desarrollo, es conveniente actuar con medidas preventivas que eviten su presencia. Se recomienda, en especial: no consumir aguas no tratadas. De preferencia el agua sin tratamiento previo, para su ingesta, deberá de someterse a temperatura de ebullición por lo menos por tres minutos. Las frutas y verduras deberán incluirse en solución de agua clorada (3-5 gotas de cloro común por litro de agua) para mantenerse de cinco a diez minutos antes de su consumo. Los utensilios de corte durante la preparación de alimentos, se deben dejar en los intervalos, dentro de agua con cloro. Realizar lavado adecuado de manos en los niños y de las personas que procesan los alimentos; y en las guarderías, los pañales eliminarlos en envolturas o recipientes herméticos, realizando aseo conveniente de las manos después de asear a cada niño y limpiando con cloro diluido los sitios donde pudo quedar el germen. Evitar consumo de alimentos en donde se considere dudosa su preparación.

Por la naturaleza de su curso, esta infección digestiva es una de las pocas que amerita un tratamiento antibiótico específico de preferencia con valoración especializada.  

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