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Enfermedad por arañazo de gato

Si, aunque parezca increíble: un simple arañazo de gato, mordida o su lengüetada, puede ser capaz de producir una enfermedad; que en ocasiones, se vuelve un verdadero problema a investigar, cuando la manifestación exclusiva es una fiebre prolongada.
La causa de esta enfermedad está definida por la presencia de una bacteria, que de manera normal, se elimina a través de las excretas de las pulgas de estos animales domésticos. Cuando ellos practican el rascado por la comezón en su piel, o bien la “limpieza” mediante sus lengüeteadas, adquieren la bacteria en estas zonas (uñas, lengua y colmillos).
Por la característica especial de sus uñas y colmillos de formas agudas, tienen la particularidad que al momento de arañar o morder a la persona o niño, permiten inocular las bacterias de inmediato al interior de los tejidos.
El otro mecanismo por el cual se pueden inocular las bacterias, consiste en ser lamido alguno de los dedos y sin práctica de aseo mínimo, el niño se pueda tallar de inmediato sus ojos, logrando con ello, la siembra de la bacteria en un tejido mucoso que no tiene la protección mecánica habitual del grosor de la piel normal, y permite de esa forma el sembrado de la bacteria a su interior.
En forma general, la incidencia de la enfermedad se condiciona más frecuentemente en la temporada de otoño e invierno. Afecta predominantemente a niños y jóvenes, que son más propensos a recibir sus mordeduras y arañazos ante la convivencia y juegos realizados en el hogar.
Esta enfermedad, incluye al gato y otros animales como portadores de la bacteria, ante la extensión y excretas que realizan las pulgas. Hasta el momento no se ha podido demostrar que en forma directa las pulgas puedan contaminar al ser humano, y entre toda la variedad de animales infestados de pulgas, el gato es el principal portador de la bacteria que puede vivir en su saliva; y a través de esa secreción, puede contaminar sus uñas para poder transmitir la enfermedad.
Los gatos y sus cachorros son portadores de la bacteria; y en especial -a opinión de veterinarios-, los que aún no han cumplido el primer año de vida, son los más particulares a estar infectados por la bacteria.
El contagio no se puede establecer de forma directa en el ser humano. Cuando varios miembros de una familia tienen las manifestaciones similares, es muy posible que todos ellos hayan sido infectados por contacto con el mismo animal infectado.
La forma como se desarrolla la enfermedad, incluye el antecedente de contacto con el gato; y en ocasiones, recordando fecha aproximada de haber sufrido rasguño o mordedura, se establece en tiempo aproximado de tres a diez días posteriores en el sitio de la lesión, el desarrollo de un aumento de volumen de la piel o de una ampolla en forma especial, que fácilmente puede ser confundido con la picadura de algún tipo de insecto. Son lesiones no dolorosas localizadas en alguna parte de las extremidades.
Posteriormente en el curso de casi dos a cuatro semanas, suele aparecer en forma progresiva aumento de tamaño de algunas bolitas (ganglios) debajo de la piel, cercano al sitio de la inoculación primaria de la bacteria, haciéndose sensibles y dolorosos. El tamaño que alcanzan es variable y puede ir desde un centímetro hasta los cinco centímetros. Luego se rodean (en ocasiones) de una coloración rojiza, se ponen calientes, y pueden hasta llegar a liberar material en forma de pus.
La lesión por donde entraron las bacterias (sitio de inoculación), puede tardar de una a tres semanas en curarse, y la inflamación de los ganglios, suele disminuir y desaparecer al cabo de dos a cuatro meses, aunque en ocasiones puede durar más tiempo.   
La afectación a los ganglios linfáticos, es el principal signo que se determina en esta enfermedad, y permite su diagnóstico en forma relativamente sencilla cuando se logra documentar el antecedente de lesión por parte del animal doméstico.
En otras ocasiones, la condición suele ser totalmente diferente y causar solamente manifestaciones de enfermedad general, que incluyen: fiebre, cansancio, disminución del apetito, dolor de garganta, malestar general, dolor de cabeza.
En otras ocasiones, de forma aún menos frecuente puede causar alteraciones poco comunes como: alteraciones del bazo, hígado, huesos, articulaciones. Pero entre todas estas menos comunes, hay una en especial que afecta al ojo (por tallado del mismo con manos sucias contaminadas con la saliva del gato), que causa una úlcera en el interior del párpado, enrojecimiento del ojo y crecimiento de los ganglios linfáticos que se encuentran por delante de la oreja del lado afectado.
La condición de haber sufrido un episodio de esta enfermedad, permite desarrollar defensas (anticuerpos), que proporciona inmunidad a esta enfermedad durante el resto de vida de la persona infectada.
La situación para niños y adolescentes afectados en su sistema inmunológico, es diferente: ya que puede generar cuadros especiales con formación de placas secas de color violáceo sobre la piel, o formación de aumentos de volumen superficiales en la piel, con tamaños variables que pueden ser del tamaño de la cabeza de un alfiler, hasta un diámetro de 10 cm.
Otras variantes en personas deficientes de inmunidad, puede generar alteraciones en el interior de vasos sanguíneos, que altera el flujo de sangre causando alteraciones en diferentes órganos o sistemas. Finalmente, otra alternativa en desarrollar la enfermedad es: formando quistes llenos de sangre en el hígado con manifestaciones de fiebre, náusea, diarrea, vómitos y crecimiento del hígado y del bazo.
Una vez que se logra identificar la enfermedad, el tratamiento -en la mayoría de las ocasiones- en personas sin alteración de su sistema inmunológico y estado nutricional, no requiere de medicamentos especiales, solo justifica emplearse algunos para mejorar las condiciones generales, ya que esos cuadros remiten en forma natural sin tratamiento.
En ocasiones, cuando las manifestaciones solo incluye datos de enfermedad general, y hay dificultad para poder asegurar que corresponda a esta alteración, se harán necesarios estudios de sangre y de revisión de los ganglios, para llegar a identificar la causa.
En casos de pacientes con compromiso inmunológico, deberán ser valorados por los especialistas (pediatra, infectólogo o infectólogo pediatra), para decidir el antibiótico específico de manejo a dosis apropiadas.
Para prevenir esta enfermedad, no es necesario eliminar a la mascota de la casa. Conviene la asesoría adecuada del médico veterinario, a fin de mantener las uñas cortas y evitar la persistencia de pulgas; en especial, los cachorros de gato. Se deberá de evitar también acercarse a animales callejeros, y en el contacto con ellos posterior a las caricias, rascados o juegos, justificar el lavado de manos de forma apropiada para eliminar esas bacterias con agua y jabón. Se sugiere a personas que tengan deficiencia en su sistema inmunitario, abstenerse de contar con este tipo de mascotas en su casa. 
Una vez producida la lesión por mordedura o introducción de la uña, hay escasa posibilidad de evitar la enfermedad, ya que al introducir su colmillo o garra, la herida de inmediato sella la piel ante la forma punzante aguda de la lesión.

Ante la duda de desarrollar la enfermedad, posterior a una agresión de gato doméstico, o por la persistencia de fiebre prolongada, conviene acudir a valoración médica para recibir orientación adecuada.