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Empleo seguro de medicamentos

Ante la presencia de alguna enfermedad en los niños, la posibilidad de complicaciones por la administración inadecuada de medicamentos es un riesgo factible. Para favorecer que el niño tenga una mejoría con los medicamentos administrados se requiere como factores: que la evaluación de la enfermedad y prescripción del tratamiento sea efectuado por el especialista relacionado, que la calidad y presentación del medicamento sea apropiado para su empleo especifico a cada enfermedad y niño en especial; y por último, que los familiares encargados de administrar el medicamento cuenten con la información y habilidad adecuadas para poder administrar el medicamento al niño.
El uso seguro de medicamentos involucra saber cuándo son necesarios y su cantidad específica para cada niño en particular. El empleo de algunos medicamentos de forma inadecuada puede traer consecuencias en la salud de los niños, y como referencia, podemos señalar que el empleo inadecuado de antibióticos, puede modificar la flora de microbios orgánicos destruyendo algunos que participan en la absorción de nutrientes, otros en el control de gérmenes nocivos; y en dosis insuficientes, con formación de resistencia a su acción por citar los ejemplos más comunes. En otro ejemplo muy común, también señalamos el empleo de medicamentos para la fiebre que al actuar evitando el desarrollo de esta respuesta (fiebre), permite que los gérmenes se multipliquen y se extienda la enfermedad de forma más rápida. Los antidiarreicos al impedir la eliminación de evacuaciones favorecen a las complicaciones infecciosas.
Los niños ya se conoce: no son adultos chiquitos, y cuando se administra medicamentos de adultos en dosis inciertas, existe el riesgo de tener consecuencias adversas. Los familiares responsables de la atención de los niños, deben estar conscientes que la valoración de la enfermedad de un niño, por cualquier médico y en especial no competente, es muy posible que genere complicaciones y más gastos de los que se quisieron ahorrar en un principio. Aquí radica la importancia de la dosificación por el especialista, que al establecer la cantidad del medicamento en base a su peso corporal del niño, ofrece la tranquilidad de tener un efecto benéfico y de menor riesgo de reacciones secundarias.
En relación a la calidad y presentación del medicamento, podemos señalar que la industria farmacéutica, en particular la que investiga y patenta de forma original el producto, será quien pueda ofrecer posteriormente el mejor control de la calidad y cantidad específica del medicamento, por lo que en frecuentes ocasiones el médico dará preferencia a un nombre comercial específico, más que el señalamiento del principio genérico, que a pesar de su publicidad “lo mismo, pero más barato”, se le podrá señalar de forma similar el otro dicho popular “que aunque estén hechos del mismo barro…”
El control de calidad y el proceso de investigación de los medicamentos, son inversiones que tienen que recuperar las industrias fabricantes de medicamentos, y lo hacen mediante el costo con el que se expenden sus productos. De forma legal internacional, tiene derecho a venderlo en forma exclusiva por un tiempo limitado, para que al término de ese periodo -por acuerdos comerciales internacionales-, libere la patente a otros laboratorios, que sin tener el mismo control de calidad, en su proceso de fabricación y no haber invertido en la investigación del medicamento lo podrán ofrecer a un costo diferente.
En responsabilidad de la empresa fabricante, en cada presentación existen leyendas de advertencia que habrán de ser consideradas. De forma invariable, la fecha de caducidad establece el momento hasta el cual, la empresa se hace responsable de la calidad de la sustancia química al 100% en estabilidad y de forma secundaria de eficiencia. Una vez pasado su tiempo de caducidad la calidad para producir un efecto deseado disminuye en grados variables y la posibilidad de reacciones adversas se puede ir incrementando. Otras leyendas adicionales, establecen los riesgos relativos en su empleo: no se administre a niños menores de uno o dos años de edad, seguramente obedece a que en el proceso de autorización del medicamento, no hubo oportunidad de probar los resultados del medicamento con niños de esta edad en forma experimental, y/o quizás en la etapa de experimentación con animales hubo efectos secundarios o dañinos. Mentira que la leyenda la traiga establecida para emplear de forma restringida por el pediatra; en este caso, debería traer la leyenda: solo para uso exclusivo por el especialista en pediatría. De los que traen la leyenda de: emplear con precaución durante el embarazo y lactancia, son advertencias para que el médico tome la responsabilidad correspondiente y defina su empleo. Nada podemos agregar de aquellos que en la etiqueta lo dicen de forma clara: este producto no es un medicamento, es responsabilidad exclusiva de quien lo prescribe y de quien lo consume. Es obvio, son productos donde los fabricantes se desvinculan de consecuencias futuras posibles.
Por el hecho de que cada medicamento, viene en concentraciones establecidas en forma líquida o sólida de forma específica, es muy natural que el especialista o médico capacitado, establezca la cantidad precisa a consumir mediante el empleo de dispositivos de medición exactos que deberán ser respetados para evitar daño al niño. Cuando se indica el medicamento en gotas, corrobore con su médico la cantidad exacta de gotas que corresponden a cada mililitro, ya que de forma común se acepta que la mayoría de los goteros dan 20 gotas por esa cantidad, y la falla en el control de calidad del gotero, podrá disponer de agujeros más grandes o más pequeños, que generan diferente cantidad de gotas por mililitro. Algunos productos tienen señalados la cantidad de gotas en su etiqueta, y de preferencia se deben comprobar antes de su empleo, para notificar al médico si no se cumple con lo señalado en la etiqueta.
Para la administración del tratamiento, se deberá capacitar bien a los familiares para tener buenos resultados; y de forma primaria, deberán entender los propósitos del tratamiento. Darán información anticipada si existe alguna alergia o reacción especial a un medicamento en especial. Entenderán el propósito de completar tratamientos en duración definida; o bien, de aquellos casos en que podrán suspender al mejorar los síntomas específicos. Emplear medidas higiénicas elementales para su administración; por ejemplo, cuando se indique aplicar nebulización o vaporización se deberá asegurar antes limpieza estricta del equipo, para evitar introducir bacterias al sistema respiratorio.
Los medicamentos que requieren tomarse con alimentos es posible que sin ellos sean capaces de producir irritación; o bien, que con los alimentos se favorezca su absorción. Los que se recomiendan sin alimento son para que su absorción y efecto, sea más rápido o sin interferencia, y se darán una hora antes de la ingesta o tres horas posteriores. Algunos medicamentos requieren que se agiten previos a su administración, con la finalidad de mezclar de forma homogénea sus ingredientes.
En niños pequeños o medicamentos de sabor desagradable, se sugiere el empleo de jeringas para depositar en lugares lejanos a las papilas gustativas (parte lateral y posterior de la lengua), o en el niño mayor, mezclando con sabores de su gusto o frío. En el consumo de medicamentos líquidos se podrá dar mezclando con la mínima cantidad suficiente para poder ingerir sin que se desperdicie nada. Deberá cuidar de aquellos medicamentos que le agraden al niño para evitar que lo consuma en exceso. Se guardarán en sitios inaccesibles a los niños para evitar su abuso, y de preferencia se desecharán al concluir los tratamientos.

Cada niño para la administración del medicamento requiere de paciencia y tolerancia, y para casos particulares donde se tengan dificultades especificas, se puede solicitar sugerencias a su médico particular.