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Epilepsia


Esta enfermedad es una alteración en el funcionamiento del cerebro, que causa un desorden entre la comunicación de sus células, y se manifiesta de diferentes formas en los niños, pero de forma elemental perdiendo contacto con la realidad, o con realización de actos involuntarios.
De manera normal, en el cerebro se tienen centros diferentes de control para una gran cantidad de funciones corporales, que trabajan de forma organizada. Así es de suponer, que cuando un niño juega, tiene estimulaciones variadas que lo mantienen en primer lugar despierto y otras actividades se encargan de hacerlo pensar, reaccionar ante estímulos, gritar, correr, disfrutar, etc. 
El hecho que un niño tenga sus periodos de sueño no significa que en el cerebro no haya en ese momento alguna actividad, ya que en ese tiempo, solo algunos centros funcionales descansan mientras otros realizan funciones para mantener la vida, y otros más para controlar los periodos del sueño.
El cerebro infantil al momento del nacimiento no tiene las funciones similares a un adulto, y la adquisición de esas capacidades es lo que establece el desarrollo del sistema nervioso.
La información genética que se recibe por los padres, es un factor significativo para considerar la integridad y función del cerebro para el futuro, ya que a partir de los genes es como se empieza a originar la forma y funciones en el futuro de un niño.
Es muy importante la integridad normal de las estructuras microscópicas, ya que es un primer requisito para su funcionamiento posterior adecuado. Cualquier alteración que se genere en la etapa de formación cerebral –durante el embarazo- y posteriormente en su desarrollo cerebral –primeros cinco años de vida y de forma más importante, los primeros dos años-, podrá ser factor predisponente para alteraciones futuras.
En otras ocasiones, cuando alguno de los nutrientes importantes para el cerebro, en las etapas tempranas de la vida es deficiente, se puede causar muerte o daño a las neuronas, que posteriormente dejaran incapacidad o trastorno en sus funciones.
Este funcionamiento tiene más detalles especiales, en cuanto a la forma como se produce la estimulación de una célula nerviosa (neurona) a otra, por la mecánica de controlar sus impulsos. Para esa función se libera en una primera célula una sustancia conocida como neurotransmisor, que actúa sobre receptores especiales en la membrana de otra neurona, para transmitir el impulso y generar una respuesta especifica, y por cada respuesta o grupo de respuestas, se tienen resultados variables como el poder ver, oír, pensar, hablar, imitar, correr, saltar, etc. que se limita por la forma como se regula la actividad del neurotransmisor con la otra célula, al bloquearla de una forma muy precisa.
El evento epiléptico entonces es una alteración en impulsos, que se generan por alguna anormalidad en la liberación o en la inhibición de su respuesta, que está influida por alteraciones que provienen de la información genética (epilepsia con antecedente familiar), o bien por alguna anomalía del desarrollo del cerebro o por algún daño causado por enfermedad en etapas tempranas de la vida.
De esa forma se podrá considerar que la epilepsia es secundaria a cualquiera de esos trastornos, aunque la mayoría de las crisis epilépticas no es fácil identificar su causa y se les considera luego, como de origen desconocido y quedan registradas como mayoría.
Epilepsia hace referencia a la enfermedad que establece un daño funcional al cerebro, y su manifestación particular se le conoce como crisis epilépticas, que son la variedad de movimientos o alteraciones de conducta, que pueden expresarse en forma secundaria.
Por la forma como se expresan las crisis epilépticas, pueden ser divididas en  generalizadas y focalizadas. Las primeras se originan por un desorden que afecta en forma global al cerebro, y las focalizadas se generan cuando el desorden de la función solo existe en una parte del cerebro sin afectar al resto.
Las generalizadas asocian más frecuentemente pérdida de la conciencia, y condicionan que el niño pierda relación con el ambiente restante. Entre ejemplos de ellas, tenemos a la epilepsia que es la común conocida por las personas, en donde el niño presiente algo anormal en sus funciones, detiene su actividad que desarrolla, emite un grito y cae con movimientos repetitivos de sus extremidades y tronco, con contracciones alternando con relajaciones, desviación ocular, micción y/o evacuación, recuperación de conciencia, somnolencia y sueño, y recuperación posterior.
Las parciales se pueden presentar con percepción de alteración en alguna parte corporal, como ejemplo, el niño puede empezar a percibir sensación dolorosa en alguna parte del cuerpo, seguida de alteraciones visuales compatibles con ilusiones o alucinaciones, que es señal de alteración en algún segmento muy particular del cerebro. 
La cantidad de manifestaciones son muy variadas, de acuerdo a la asociación de centros cerebrales afectados. Una forma algo simple de llegar a considerar su existencia, es la presencia de modificación súbita del comportamiento del niño, con percepción de alteraciones en su conducta, lenguaje, órgano de sentidos, movimientos o capacidad de coordinación, lo que puede generar la sospecha de la enfermedad presente, y que puede repetir en tiempo variable.
Al momento de manifestar el niño sus crisis epilépticas, se deberá de asegurar que a su alrededor no haya factores que puedan lesionarlo –cristales, albercas, vehículos en movimiento, etc.- más en alguna parte del cuerpo o función vital. No se recomienda intentar colocar algún objeto en su boca para evitar la mordedura de lengua, ya que con la contractura puede lesionar con su mordida a la persona que lo intente; o bien, quedar los dedos atorados. El tiempo de la convulsión no es prolongado y solo requiere vigilar que su respiración se realice de forma adecuada y se deberá de colocar en posición lateral. Es un evento dramático por su apariencia, que solo requiere vigilar su recuperación en tiempo máximo de diez minutos.  
Posterior a la revisión realizada por el médico, es muy posible que para considerar la relación con esta enfermedad con su causa, se tenga que realizar algunos estudios especiales como es la toma de un electroencefalograma que registra la actividad superficial del cerebro, y ante la presencia de la enfermedad, mostrará en forma posible alteraciones específicas. Pero en otras ocasiones, al tomarse cuando el niño se encuentre en etapa libre de convulsiones, es muy posible que tenga características normales. Por tanto, un electroencefalograma normal no descarta a un paciente epiléptico y también en sentido contrario de interpretación, un electroencefalograma anormal no define a un niño como epiléptico ya que se tienen que relacionar entre datos clínicos y reporte del estudio. Otros estudios a considerar son imágenes del cerebro mediante tecnología de resonancia magnética o bien tomografía computarizada en donde se pueden identificar anormalidades anatómicas que puedan ser causales de la epilepsia. Su definición podrá permitir un tratamiento particular y en ocasiones con aplicación de cirugía.
Algunos otros trastornos son de origen sanguíneo por algunas sustancias que existen de forma anormal y se pueden relacionar con los resultados reportados.
Así de preferencia, cada caso particular de niños con epilepsia justifica una serie de estudios específicos, que permiten identificar la causa.
El empleo de los medicamentos establecidos por el especialista le dará la oportunidad al niño de mantener controlado sus crisis epilépticas, y se evitarán solo actividades de riesgo relativo (conducir vehículos, subir árboles, etc.).