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Glaucoma

Es una enfermedad del ojo causada por acumulación de líquido en su interior, que produce incremento de presión y en forma final: ceguera, por lesión a la capa sensible a la luz (retina).
En forma normal, la parte anterior del ojo que recibe la imagen, debe contar en su interior con un medio transparente líquido para poder enviarla al fondo. Este líquido (humor acuoso), se produce por detrás de la estructura que define el color de ojos (iris), pasa por su espacio intermedio (pupila) para absorberse por todo el contorno (ángulo) donde el iris se une la capa anterior (cornea). En condiciones habituales, existe equilibrio adecuado entre la cantidad de líquido que se produce en relación al líquido que se elimina por el ángulo. El glaucoma se desarrolla cuando existen condiciones para alterar el equilibrio anterior y hay deficiencia en la absorción del líquido producido.
Hay variantes de la enfermedad de acuerdo a la forma como se produce, pero también en consideración a la edad en que se presenta. En la población pediátrica, son de interés el que se presenta durante los primeros dos años de vida (congénito), de los tres a los diez años (infantil) y el que se presenta posterior a los primeros diez años (juvenil).
Otra forma de clasificar esta enfermedad se define por su causa que lo genera. Se le identifica como glaucoma primario cuando no existe alguna enfermedad particular que la origine o que la influya; en cambio, se considera secundario cuando hay alguna alteración previa con la que se asocie. En los niños, la mayoría de las ocasiones no tienen una causa específica que se le relacione; por tanto, las más frecuentes son de origen primario, su causa particular es un defecto de las estructuras o de la función del globo ocular. En otras ocasiones, existe alguna enfermedad previa que lo asocia o condiciona su desarrollo, como el uso crónico de medicamentos esteroides, un golpe en el ojo, cirugía de cataratas o algunas enfermedades presentes desde el nacimiento.
Generalmente esta enfermedad se reporta con mayor frecuencia en personas adultas de la tercera edad, pero no es exclusiva de este grupo ya que se puede desarrollar a cualquier edad, con la particularidad que en los niños y adolescentes las manifestaciones típicas del glaucoma, tienen diferentes formas de ser referidas y los hallazgos en su revisión pueden ser también diferentes. El considerar que solo se trata de una enfermedad de los ancianos o adultos, puede condicionar que no se tome en cuenta en un niño en etapa temprana para poder ofrecer un tratamiento oportuno. Cuando la enfermedad en etapa infantil o de adolescente no tiene manejo temprano, su evolución relacionará disminución de la visión en forma progresiva; y quizás, cuando se realice la valoración por el oftalmólogo, puede haber ya daño irreversible o incluso la ceguera.
El glaucoma infantil es relativamente raro. Así el de tipo primario congénito se establece en forma estadística, que puede presentarse un caso por cada diez mil nacimientos. Otras condiciones primarias pueden elevar esta incidencia y los niños con defecto en la formación de su iris tendrán una posibilidad hasta del cincuenta por ciento.
Algunos tipos de glaucoma en etapa infantil son de característica hereditaria, por tanto, en consideración a los antecedentes familiares, se establece que cuando existe la enfermedad en alguno de los ascendentes del niño, la posibilidad de desarrollarlo se refiere hasta en un diez por ciento, lo cual marca la importancia de mencionar este dato antes o al momento del nacimiento, con la finalidad de poder detectarlo en forma temprana y evitar daños secundarios. Algunos casos de glaucoma secundario tienen porcentajes variables pero mayores al de los antecedentes familiares, como la condición de alguna alteración neurológica (neurofibromatosis) o defecto en la formación del iris (aniridia) que pueden elevar su riesgo hasta en un cincuenta por ciento.
 Las manifestaciones que se pueden presentar -en particular- en los casos de sospecha de glaucoma congénito, en primer lugar, llama la atención el aspecto de un globo ocular con apariencia mayor de lo normal en un recién nacido, que es un dato fácil de identificar cuando el problema es de un solo lado, al comparar con el contrario que tiene condición de ser sano. La dificultad se establece cuando los dos ojos tienen la alteración, ya que bajo esa circunstancia darán solo el aspecto de ojos grandes, que bajo esta sospecha justificarán de inmediato su valoración por el oftalmólogo pediatra, oftalmólogo o por pediatra. Hay posibilidad que los ojos grandes sean antecedente normal entre los familiares y la evaluación al final así lo podrá definir. En particular, se debe revisar el tamaño de la capa que cubre al iris (cornea), que incluso puede medirse y relacionarse con el tamaño del ojo para dar mayor posibilidad de certeza diagnóstica.
Otros datos para sospechar el glaucoma congénito en los primeros días o semanas de vida, será el lagrimeo excesivo asociado con una sensibilidad notoria a la luz (le lastima la luz), que condiciona el cierre enérgico de los ojos asociado en ocasiones con llanto. No confundir con otra alteración que asocia el lagrimeo frecuente, con el escurrimiento de material purulento del ojo que es indicativo de una infección local y/o de obstrucción al canal lagrimal. El glaucoma congénito puede ir condicionando en la progresión de su enfermedad, un aspecto opaco o borroso de la capa que se encuentra delante del iris (córnea), que en forma simple da el aspecto de restarle brillo a su superficie.
Ante la existencia de ojos o córneas grandes, molestia a la luz, lagrimeo constante y aspecto borroso de la parte anterior del ojo en un niño en sus primeras semanas de vida, se deberá considerar urgente la valoración por el oftalmólogo pediatra o el oftalmólogo, a fin de verificar la posibilidad de esta enfermedad y considerar su tratamiento.
Las manifestaciones del glaucoma en la etapa infantil o juvenil, tienen datos similares a los adultos, con presencia de lagrimeo excesivo, molestia a la luz, cierre involuntario de uno o de ambos ojos con la iluminación, ojos grandes con corneas de mayor tamaño, alteraciones de la agudeza visual, enrojecimiento y asimetría ocular, cuando el cuadro es de tipo crónico; en cambio, cuando la alteración es de aparición aguda se caracteriza por dolor ocular, que en caso de niños pequeños que no han desarrollado su lenguaje apropiado, se expresa con irritabilidad, falta de apetito y llanto constante, además de tener sus manitas colocadas en el ojo afectado o en la cabeza.
La evaluación por el oftalmólogo podrá confirmar o descartar la enfermedad, establecer el grado de daño y la posibilidad de urgencia en el tratamiento en algunos casos, que puede incluir procedimientos quirúrgicos especiales. En otras ocasiones, el tratamiento se reduce a la administración de algunas gotas específicas, para aplicación diaria y medicamentos tomados para tener control periódico, con objetivo de mejorar la acumulación de líquido y evitar la presión aumentada de forma persistente.
Para aplicar las gotas en el ojo del niño, se recomienda acostar al niño, sujetar su cabeza, acercar el frasco del medicamento lo más cerca posible, jalar con un dedo de la mano contraria el parpado inferior y en el saco que se forma, aplicar la gota indicada.
Este cuadro requiere revisiones periódicas para verificar el control de forma eficiente, que por incluir la aplicación de dispositivos directo sobre el ojo, pueden justificar en ocasiones, el empleo de procedimientos anestésicos o en el mejor de los casos, la confianza del paciente con infusión de tranquilidad adecuada por el familiar.

El tratamiento no solo se reduce a disminuir la presión dentro del ojo, ya que en su curso puede haber otras alteraciones visuales como estrabismo (ojos bizcos), miopía (visión corta), disminución de la visión entre otros, que requieren de atención especial. A fin de detectar este cuadro y otras alteraciones visuales en el niño, se recomienda de preferencia acudir en forma periódica con el oftalmólogo pediatra o el oftalmólogo, a las siguientes edades: antes del primer mes, seis meses, tres años, cinco y ocho años.