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Lesiones asociadas al nacimiento

En algunas ocasiones, las fuerzas mecánicas o intervenciones especiales que actúan sobre el feto durante el proceso de su nacimiento, pueden causar al recién nacido diversas lesiones. Estas alteraciones derivadas en su integridad o funcionamiento corporal han recibido nombres variados, como: trauma del parto, trauma obstétrico, lesiones de parto. Se considera que estas lesiones en ocasiones se pueden presentar de forma accidental, o como consecuencias de medidas heroicas para evitar un daño mayor al momento del nacimiento.
Por el momento en que se llegan a generar, pueden considerarse como: previas, durante y posteriores al nacimiento. Por su forma de poderse limitar, serán: prevenibles o inevitables; por la forma como se desencadenan, como: fisiológicos y patológicos; y ya comentado, por su presentación: accidentales y necesarias.
La incidencia relativa de estas alteraciones en diversos hospitales, suelen considerarse también como indicadores de la calidad asistencial a la atención de los nacimientos. En otras ocasiones -con relativa incertidumbre-, son establecidas por los familiares como un hecho de potencial imputabilidad a una posible deficiencia médica, pero que de ser necesario tras minuciosa y experta evaluación, puede establecer su causa con seguridad aceptable. 
Con una vigilancia adecuada del embarazo se busca conseguir al final, el nacimiento de un bebé bajo las mejores condiciones. Así es posible comprender el planteamiento que el obstetra puede ir considerando como las mejores condiciones para el nacimiento, a fin de evitar alguna consecuencia anormal en el recién nacido, relacionado a factores dependientes de su atención. La posibilidad de una atención por cesárea, siempre se justificará para el beneficio tanto del recién nacido como para la madre.
En la medida que la capacitación médica y los avances tecnológicos se desarrollan de forma más avanzadas, se ha hecho notorio la disminución de estas alteraciones, llegando a tener registros recientes de 2 a 7 casos por cada mil nacimientos; pero por otra parte, en centros de salud limitados en estos recursos o con presencia de personal no bien capacitado, la persistencia y variedad de estas anomalías se mantiene en cifras mayores.
Las lesiones se producen por coincidencia de al menos dos factores significativos: las fuerzas que intervienen al momento del nacimiento y el grado de riesgo que representan las condiciones del bebé. Durante el parto o la extracción del producto se producen compresiones y movimientos variados, que incluyen: compresión, contracciones, rotaciones y tracciones, que en asociación con instrumental de atención son factores potenciales para causar un daño. En cuanto al bebé, se incluyen como características a su posible labilidad: su madurez, tamaño y colocación corporal dentro del vientre.
Las situaciones que pueden aumentar el riesgo de desencadenar una lesión durante el nacimiento y pueden interactuar entre ellas, incluye a condiciones especiales de la madre como talla baja, alteraciones de su pelvis, enfermedades asociadas. Durante el parto, participan: parto prolongado o demasiado rápido, mal posición del niño, cordón umbilical enrollado, placenta anormal. Dependientes del producto: embarazo múltiple, prematuridad, bajo peso, exceso corporal, anormalidades congénitas.
Existen diversidades variables de lesiones que se pueden señalar según su mecánica que participa y de acuerdo a su localización, para una descripción breve que se pretende en esta ocasión.
Las lesiones de tipo fisiológico más comunes, incluyen: Caput o tumor de parto que se presenta en la cabeza, con deformidad transitoria por respuesta compresiva a su paso en el canal vaginal. Engrosamiento de alguno de los huesos de las extremidades, segmentos corporales hinchados por presión soportada, hemorragias oculares y puntos rojos en la piel (petequias) en zonas donde los pequeños vasos sanguíneos (capilares) sufrieron rotura ante la presión soportada. El traumatismo patológico a su vez, se divide en primario cuando es dependiente de alteraciones anormales en la madre, en el producto o en ambos. La de tipo secundario, se genera por la participación de eventos a su extracción por el personal que atiende, y en la mayoría de las ocasiones pueden ser inevitables o necesarios (ejemplo: niño grande que se le tiene que romper su clavícula para poder sacarlo a reserva que por tiempo de retención tenga problemas de oxigenación a nivel cerebral), y en otras ocasiones son accidentales (ejemplo: corte con el bisturí en alguna parte del bebé al momento de acceder a la cavidad materna).
Por su sitio de alteración, mencionaremos algunos de los más frecuentes y su evolución posterior a fin de tener alguna referencia general.
Lesiones en la cabeza. Como más frecuente se encuentra el cuero cabelludo hinchado (Caput), por presión con huesos de la cadera materna, con resolución espontanea en los primeros días del nacimiento. Puede haber colección de sangre (hematoma), debajo de alguna capa de hueso que tiene consistencia blanda y tarda hasta dos meses.
Cara: Aplastamiento de la nariz, por compresión con la cadera matera y debe ser valorado por el especialista. Asimetría, por parálisis de un nervio (facial) requiere de rehabilitación especial. Acumulación de sangrados en los ojos, ante la presión ejercida al nacimiento o de color morado por el cordón enrollado al cuello, remiten solos.
Cuello: espasmo muscular lateral (tortícolis), que causa desviación de cabeza y requiere de atención especializada para su corrección. En la base del cuello, se puede producir fractura del hueso (clavícula), cuando el niño no puede salir -en especial: muy grandes-. Extremidades: por ser jaladas en forma excesiva sus raíces nerviosas, las extremidades superiores pueden tener parálisis que requieren de asistencia por rehabilitación. Fracturas en huesos largos, que se pueden producir ante extracciones difíciles, tienen mejor pronóstico las de localización en la parte media, mientras que las localizadas en los extremos, podrá alterar el crecimiento final de la extremidad afectada al no tratarlas.
Lesiones cerebrales: generalmente por maniobras de compresión, o congestión vascular (como al tener colgado al recién nacido en especie de trofeo), pueden romperse vasos sanguíneos rectos y delgados en su interior, produciendo grados variables de deficiencia neurológica o eventos convulsivos. En circunstancia extrema puede haber acumulación progresiva de sangre en forma de hematoma, que puede causar la muerte al comprimir la circulación de sitios que controlan centros vitales (corazón, pulmones, hormonas).
Lesiones de médula espinal: por tracción importante del cuello para su extracción, puede causarse la rotura de tejidos nerviosos que puede dejar al niño paralítico.
Lesiones en la piel: en ocasiones heridas producidas con bisturí, en localización más frecuente de cuero cabelludo o frente. Ampolla de succión, que tiene el aspecto de una quemadura, en especial en el antebrazo o mano que se produce por la succión constante dentro del vientre materno por el mismo bebé y se confunde por familiares como quemadura. Necrosis grasa, causada por la presión de prominencias óseas maternas, aparatos de fórceps, manos o dedos de quien lo atendió, sobre regiones cutáneas con grasa en los niños, que se distinguen como placas grandes redondeadas, de superficie enrojecida y consistencia dura, que al paso de los días puede drenar material graso en coloración oscura o causar endurecimiento de la región.

Existen otras variantes menos frecuentes, pero ya sea algunas de las descritas o bien otra alteración en particular, siempre es importante que se solicite la información relacionada al médico que estuvo presente al momento del nacimiento, para explicar su presencia y establecer en forma adecuada la mejoría a cada una de ellas. Toda atención de un nacimiento, es una labor que el responsable siempre procura atender en la forma más detallada y que, ante un riesgo potencial importante decidirá siempre el de menor daño.