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Mala absorción intestinal


Esta alteración se presenta en una amplia diversidad de enfermedades, que se distinguen en particular por la deficiencia orgánica para poder capturar y transportar los diferentes nutrientes a través del sistema digestivo. Se manifiesta clásicamente por la integración de diarrea crónica (mayor de tres meses de evolución), asociado con incremento recurrente del volumen abdominal y deficiencia en el desarrollo del niño.
En condiciones normales, todos los alimentos ingeridos pasan por un conducto -tubo digestivo-, que en sus diferentes segmentos realiza funciones especiales, con el objetivo simple de ir desintegrando los alimentos en partes más pequeñas, iniciando con la masticación por las piezas dentales, seguido de la presencia de diferentes líquidos que actúan sobre sustancias químicas para fragmentar el alimento habitual, hasta estructuras químicas que puedan pasar a través de la pared intestinal, para ser transportados a la circulación; y mediante procesos bioquímicos definidos en el hígado, pasarán a formar parte del organismo como nutrientes celulares especiales, que pueden ser identificados, como: azúcares (carbohidratos), grasas, proteínas, agua, sales, vitaminas y minerales.
En la mala absorción intestinal existen alteraciones solas o combinadas, en donde hay alteración para la desintegración de los nutrientes, deficiencia en el transporte o absorción a través de la pared intestinal. Estas alteraciones, pueden tener una causa presente desde el nacimiento (congénitas) o en algún momento distinto en el desarrollo del paciente (causas adquiridas).
Las alteraciones de tipo congénito tienen menor frecuencia que las adquiridas, pero por la deficiencia presente desde etapas tempranas de la vida, son capaces de manifestar sus alteraciones en las primeras semanas o meses, afectando al desarrollo físico de forma tan evidente que puede orientar sobre su presencia. Son dos enfermedades las más importantes a considerar: enfermedad celiaca y la fibrosis quística. Menos frecuentes pueden ser algunas alteraciones del tubo digestivo como estrechamientos o membranas que limiten la salida de secreciones o progreso adecuado del contenido.
De las alteraciones adquiridas, se pueden presentar en momentos variados de la vida del paciente; por tanto, desarrollan sus alteraciones a partir del momento que inicia el fenómeno que produce la mala absorción. Como enfermedades habituales, se refieren las alergias alimentarias especialmente a proteínas de leche de vaca, intolerancia a lactosa. Como causas parasitarias se incluyen giardiasis y la hymenolepiasis que causan este cuadro por adherirse a la pared intestinal, impidiendo la absorción en forma mecánica. Por condiciones inmunológicas se puede presentar también el síndrome inflamatorio intestinal, con las variantes de colitis ulcerativa y la enfermedad de Crohn. Como consecuencia a una cirugía se incluye el intestino corto, que queda luego del retiro de un gran segmento intestinal por alguna cirugía que lo justifique.
A fin de evitar confundir esta alteración con alguna mala alimentación ofrecida por los familiares del niño, se deberá de tomar en cuenta que puede presentarse los datos de diarrea, distensión y deficiencia de crecimiento, cuando la alimentación del niño en sus primeros años contenga un volumen líquido exagerado a sus requerimientos normales. Estos líquidos estarán contenidos en sus caldos, sopas o guisados que se ofrezcan en cada uno de sus momentos de alimentación diaria. Otro factor que influye, puede ser también el consumo menor de lo habitual de grasas, ya que su presencia en los requerimientos normales permite regular el movimiento de los alimentos a través del intestino por medio de mecanismos hormonales. Por último, se deberá de evitar ofrecer productos industrializados que contengan sustancias “pesadas” (alta osmolaridad) como los jugos de fruta (uva, manzana y pera -que contienen fructosa en gran cantidad-) que pueden influir a jalar agua al interior del intestino y producir evacuaciones líquidas.
Es posible que el cuadro sea catalogado por algunos médicos o familiares del paciente, como un trastorno funcional o transitorio, que pueda desaparecer con el desarrollo orgánico que tenga el niño. En otras ocasiones, se le cataloga al niño como alteraciones del comportamiento. Se sugiere que esto se considere al final de haber realizado ya todos los estudios, para descartar las causas orgánicas variadas.
Para sospechar esta enfermedad, es muy importante señalar que la presencia de las evacuaciones líquidas deberá por lo menos ser mayor de dos semanas de evolución para sospechar de este cuadro, siendo ya más compatible cuando complete tres meses. Junto con las evacuaciones diarreicas, se podrán encontrar como variantes de acuerdo a su causa específica otros datos de tipo digestivo, como: la irritación o rozadura de la región perianal que es influido por el carácter ácido de las evacuaciones, al tener fermentación el material residual no digerido por la flora intestinal. Cuando el cuadro se acompaña de nauseas periódicas se podrá sospechar de las causas parasitarias. El dolor abdominal recurrente de moderado a intenso, asociado con evacuaciones con sangre, puede ser secundario a reacciones alérgicas o la patología más grave, que puede ser la enfermedad inflamatoria intestinal.
El apetito puede conservarse en forma normal, cuando las causas del problema no involucran reacción inflamatoria intestinal como en el caso de la fibrosis quística, a menos que la distensión gaseosa abdominal, limite la ingesta y cause sensación de saciedad temprana.
En relación al tipo de evacuaciones, se sugiere a los familiares: identifiquen sus datos específicos a fin de poder orientar sobre el tipo de problema que genere la alteración. La mala absorción verdadera, incluye en la evacuación la presencia de residuos de alimento sin digerirse. Las evacuaciones abundantes en contenido líquido, están vinculadas en forma mayor con intolerancia a los carbohidratos, estas evacuaciones prácticamente se escurren por las piernas de los niños en cantidad abundante o se absorben al pañal. Las evacuaciones que tienen un olor agrio repulsivo y manifiestan gotas de grasa, se relacionan con giardias. El contenido de sangre asocia datos alérgicos o autoinmunes. Por deficiencia en la absorción de algunas sustancias específicas, es posible que el paciente pueda presentar otras alteraciones, como: anemia, debilidad, fatiga, déficit en la visión, marcha inestable.
El aspecto físico de estos niños se mostrará con falta de crecimiento adecuado o retraso en la aparición de la pubertad. La masa muscular y el tejido graso están disminuidos. La lengua puede tener cambios en su aspecto. La piel podrá tener aspecto eccematoso (llorosa) cuando hay alteración alérgica. Cuando el niño está en su primer año de vida, no tendrá los incrementos proporcionales de talla y peso para su edad.
Con la diversidad de causas que pueden establecer la persistencia del cuadro, es necesario realizar un amplio interrogatorio y exploración física completa, para tener consideración particular de algunas patologías específicas, que luego se podrán precisar con resultados de estudios adicionales. La definición de la enfermedad específica permite que el tratamiento consiga revertir o mejorar la evolución previa.
Es posible que estos pacientes sean considerados por sus padres (o algunos médicos) como meritorios solo de medicamentos o vitaminas que estimulen su apetito; o bien, que les permitan subir de peso. Cuando se cumple esta circunstancia, el resultado condiciona un apetito artificial transitorio y recuperación mínima de desarrollo, con riesgo de una evolución progresiva con complicación que establezca una vida limitada.
Ante la sospecha de este cuadro, es recomendable buscar la valoración especializada del gastroenterólogo pediatra que podrá abordar al niño de forma adecuada, enviando de ser necesario, a realizar estudios específicos o evaluaciones con otras especialidades, de acuerdo a la individualidad de cada paciente…