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Sepsis neonatal

Representa una serie de manifestaciones orgánicas deterioradas, como secuencia de una respuesta inflamatoria, ante la presencia de microorganismos invasores presentes en un recién nacido (que se define por un tiempo de vida menor de 30 días).
Es una enfermedad con pronóstico grave, posible de causar la muerte de recién nacidos -neonatos- que la padecen, en caso de no recibir el tratamiento hospitalario adecuado.
Un organismo con madurez inmunológica adecuada establece limitación precisa de la multiplicación e invasión de gérmenes, a partir de las funciones de integridad anatómica, células de la sangre y tejidos especializados, estructuras vasculares (función hemodinámica), control térmico, anticuerpos, control hormonal y metabólico como los más importantes a fin de evitar la invasión y desarrollo infeccioso de la enfermedad.      
En los neonatos, la gravedad se relaciona por la capacidad deficiente del bebé, de no poder tener una respuesta adecuada y madura por parte de su sistema de defensas (inmunológico), hormonal, hemodinámico, nutricional (metabólico) que permite la multiplicación e invasión de los microorganismos de forma rápida y extensa, a diferentes órganos o sistemas, de donde originalmente ingresaron al cuerpo.
Cuando el cuerpo de un recién nacido es invadido por gérmenes infecciosos, con alta capacidad tóxica (liberar sustancias dañinas), virulencia (capacidad de multiplicarse) y alto poder invasivo (desplazarse por órganos o sistemas, por continuidad o paso por la sangre) trata de evitarlo con sus limitadas respuestas inmaduras, sin conseguirlo en la mayoría de las ocasiones, causando alteraciones que permiten al final, que el flujo sanguíneo quede “estancado” en algunas partes del cuerpo; y el corazón con sus vasos sanguíneos, no puedan nutrir de forma adecuada (estado de choque) de los elementos básicos (glucosa y oxígeno) a órganos importantes como el cerebro, riñón, corazón y suprarrenales, logrando al prolongar la deficiencia establecer la muerte del bebé.
De acuerdo al momento que se presenta el cuadro, se sospechará el origen de la infección. Si se desarrolla en los primeros 3 a 7 días de vida, la infección se asocia a gérmenes maternos o ambiente de atención al nacimiento. Cuando las manifestaciones se expresan después de los siete días, el cuadro es de adquisición postnatal.  
Es importante reconocer que esta enfermedad evoluciona en diferentes periodos, que al irlos identificando pueden permitir un manejo apropiado y evitar que sigan la secuencia fatal. Así podemos señalar que tendremos una primera fase, que se constituye por el ingreso de los microorganismos al bebé. El segundo periodo lo caracteriza el desarrollo de la respuesta inflamatoria primero, localizada; y en periodo variable de tiempo, la respuesta inflamatoria generalizada, para pasar a la tercera parte más grave, que incluye la falla orgánica múltiple que involucra en evolución posterior, al estado de choque con deficiencia en la circulación sanguínea y en forma final la inevitable muerte.
En especial, la conducta preventiva en cada una de las etapas para evitar que se progrese a la siguiente, dará oportunidad a detener y revertir el proceso. Claro es, que en etapas más tempranas de prevención o manejo específico, es más factible obtener un mejor resultado a la complicación siguiente.
Atendiendo a esta consideración, es meritorio señalar que, para esta enfermedad desde el inicio existen factores predisponentes que pueden ser tomados en cuenta, para anticipar el manejo apropiado. Estos factores predisponentes son dependientes de condiciones maternas, fetales y ambientales.
Como condiciones maternas de predisposición, se pueden señalar: patología materna durante el embarazo, como diabetes, hipertensión, infección urinaria, madre portadora de la bacteria estreptococo beta hemolítico. Ruptura prematura de membranas en especial con tiempo mayor de 12 horas de notar eliminación del líquido amniótico (salida de líquido abundante: “romperse la fuente”). Parto prolongado. Datos de infección en membrana fetal (corioamnionitis) establecida por fiebre materna, cavidad uterina con temperatura elevada, mal olor de placenta y recién nacido con fiebre.
Como condiciones correspondientes al feto, se establecen: bajo peso al nacimiento (desnutrición) o prematurez (poco tiempo de embarazo), existencia de malformaciones en especial del sistema nervioso o de los riñones. Deficiencia de respiración inmediata al nacimiento o enfermedad adicional desde el nacimiento.
Como condiciones ambientales, se incluyen: parto prolongado, empleo de material invasivo o instrumentado al interior de la cavidad materna o al bebé, atención en ambiente insalubre (casa, carro, calle, etc.) contaminación con evacuaciones maternas o contaminantes ambientales (ej. corte del ombligo con material no estéril, manos sucias), ambiente contaminado (hospital, sanatorio, casa) medicamentos y familiares enfermos.
Las manifestaciones que puede presentar el bebé enfermo pueden ser variadas de acuerdo al tipo específico de infección y condiciones particulares del neonato; tomando en consideración adicional, que sus sistemas orgánicos aún por deficiencia de desarrollo pueden tener expresiones no tan habituales. Cualquier manifestación anormal de su comportamiento dentro del primer mes de vida, siempre deberá ser motivo de evaluación médica a fin de evitar la progresión incierta a su complicación.
Como datos de alarma que puedan hacer considerar ingreso, invasión y multiplicación de microbios, se podrá notar en el bebé: mal aspecto (conducta apática o indiferente), cambios en su alimentación, cambios en su control de temperatura con posibilidad de elevación o disminución de los valores normales (36.0 a 36.5°C).
Ya establecida la infección, la respuesta inflamatoria múltiple secundaria, puede condicionar manifestaciones clínicas relacionadas al sistema orgánico involucrado, pero también pueden presentarse sin relación específica, en base a su inmadurez orgánica. Como datos digestivos puede haber: rechazo al alimento, vómitos, diarrea, aumento de volumen abdominal, ictericia. Alteraciones respiratorias: dificultad respiratoria, quejido, aleteo nasal, respiración irregular con incremento de la frecuencia o disminución, pausas respiratorias, coloración morada (cianosis) en algunas partes del cuerpo. Como datos neurológicos: apatía, irritabilidad (lloran sin consuelo), espasticidad (endurecimiento) de extremidades, flaccidez, temblores, convulsiones.
Cuando el cuadro inflamatorio genera fallas múltiples en el bebé, se podrá relacionar por notar que los datos anteriores se expresan en forma más exagerada, agregando alteraciones en elementos sanguíneos que producen en el niño, aparición de moretones, sangrados, piel con aspecto de encaje o mármol, orina escasa y disfunción cerebral.
En el momento que la enfermedad asocia alteración en vasos sanguíneos y corazón, se produce el cuadro de choque, que compromete la entrega de sangre a cada órgano y el riesgo de muerte es mucho mayor. Se asocia con estado de inconsciencia del bebé, palidez importante o aspecto moteado, ausencia de orina, pulso débil y actividad cardíaca disminuida. En este estado la mortalidad es inevitable sin atención médica.
En ocasiones, la atención del cuadro bajo las mejores condiciones hospitalarias podrá evitar la muerte del bebé, pero en forma desafortunada pueden quedar algunas secuelas que podrán afectar su desempeño en la vida futura.
El tratamiento por emplear requiere de una atención altamente especializada, por la gravedad y afección múltiple a mejorar. Deben ser atendidos en ambiente hospitalario en la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN), bajo monitorización múltiple para patentar de forma objetiva cuantitativa la gravedad y evolución de su cuadro.
Toda familia deberá de considerar la atención prenatal en condiciones adecuadas para evitar los factores de riesgo, y ante la sospecha de datos compatibles en el primer mes de vida, buscar la atención anticipada para evitar complicaciones….