Enuresis


El control de los movimientos intestinales y de la orina, se puede adquirir la mayoría de los niños antes de los cuatro años de edad. Pero eso no es una regla general. Este control es una función más como caminar, hablar, comer, etc. Es una adquisición para la cual no existe una escuela específica pero que sí la asumen los niños cuando se encuentran suficientemente maduros para ello. La retirada del pañal es un proceso lento y que requiere una buena dosis de paciencia, observación, ánimo y persistencia por parte de la familia y de los educadores.
Para quitar el uso de los pañales al niño, en primer lugar se deberá considerar la edad de su hijo con las capacidades “normales” que deberían tener según la sociedad. Cada niño es un mundo distinto, y su personalidad bien como sus capacidades son diferentes. Lo mejor es observar sus movimientos, principalmente a partir del segundo año de vida, y en algunos casos un poco antes. Algunos bebés pueden empezar a darse cuenta cuando tienen o llevan sucio el pañal e identificar el momento en que están orinando y otros avisan antes de hacerlo. Algunos niños también piden que le cambien el pañal, si este momento ha llegado para tu hijo, es hora de empezar el proceso.
Es importante que enseñes a tu hijo a nombrar lo que él está haciendo. Así todas las veces que él orine te avisará y podremos relacionar con alguna palabra (por ejemplo: “pis o pipí”). Aquí es cuando llega el momento de la visualización. El niño debe conocer y ver qué es lo que sale de dentro de él. Y para eso, nada mejor que enseñarle a orinar en un recipiente adecuado para su edad. Al hacerlo, el niño conocerá “su gran y primera obra”, y eso lo invitará a repetir y a repetir. Lógicamente el niño necesitará tiempo para familiarizarse con el orinal. Déjale jugar con él, y que se siente desnudo, con pañal o con ropa. Y para que el niño cree un hábito, la técnica del refuerzo es muy eficaz. Felicítale por mantenerse sentado, dele besitos y abrazos y lo cuentes a toda la familia sobre sus retos. La alegría y la satisfacción de los padres animarán al niño a que siga con su conquista.
Todo el proceso puede llevarse dos semanas o medio año. Si en este tiempo los padres ven que el niño no lo consigue, será mejor olvidar el tema y volver a los pañales. Dentro de unos meses seguro que lo conseguirá.
La deficiencia del control urinario es conocido como enuresis, que se identifica como  la emisión repentina de orina en la cama o en la ropa, de forma involuntaria o intencionada.
Se manifiesta con una frecuencia mínima de 2 veces por semana durante un tiempo de 3 meses consecutivos. La edad a partir de la que se considera problema es de cinco años, en el caso de las niñas y de seis en el de los niños, o un nivel de desarrollo equivalente. Son edades aproximadas ya que se considera que la madurez orgánica para el control de estas funciones es alrededor de los tres años.
La mayoría de los niños consigue el control diurno entre los dos y tres años; el nocturno puede tardar bastante más: uno de cada diez no lo logra antes de los seis años de edad. A partir de esta edad, si el niño continúa sin control urinario, se debe buscar  orientación médica.
Los niños no se orinan en la cama a propósito. La enuresis puede tener un sin número de causas, que pueden estar relacionadas con un desarrollo más lento que lo normal del control de la vejiga, un desorden del dormir con el resultado de emociones y tensiones que requieren especial atención, o con alteraciones funcionales del sistema urinario, en especial de los riñones o de la vejiga.
En relación a su causa, se entiende que todas las enuresis no son iguales, y para poder orientarse se pueden dividir en tres grupos principales:
Primarias. Las que tienen la alteración sin otro dato adicional, y no hay referencia de un periodo previo de control. Se refiere que solo existe emisión involuntaria de orina durante la noche, que en general son mayoría de los casos, y sus causas incluyen retraso en la maduración de los mecanismos de control, predisposición genética (antecedente familiar), alteraciones en la secreción de hormona particular y los trastornos del sueño (despertar).
Secundarias. En estos casos, existe el antecedente de un periodo previo de control urinario adecuado (generalmente a los cinco años o después), que se pierde posteriormente a un periodo mínimo de seis meses. Puede tener un origen psicológico o de tipo orgánico por enfermedad asociada, y como ejemplos podrán citarse: angustia emocional por defunción de algún familiar, abuso sexual, maltrato físico, infecciones urinarias, enfermedades especificas como diabetes.  
Complicadas, las que asocian micciones en el transcurso del día o alteraciones para su emisión, o que también pueden asociar otros signos o manifestaciones adicionales al descontrol de la orina, como goteo, con ropa interior siempre húmeda o manchada, micción frecuente con escasa emisión. Se pueden originar por enfermedades del riñón o de vías urinarias, alteraciones emocionales, cálculos renales por citar algunos ejemplos.    
Las causas emocionales son muchas. Cuando un niño pequeño comienza otra vez a orinarse en la cama después de meses o años de no hacerlo, se sospecha que estos síntomas puedan ser causados por nuevos temores o inseguridades. Esto puede suceder después de que niño presencie algunos cambios en su vida, por ejemplo, el traslado de la familia a un nuevo ambiente, la pérdida de un miembro de la familia o de un ser querido, la llegada de un nuevo bebé en la familia, el cambio de escuela, situaciones de estrés, etc.
También puede estar condicionada por algún conflicto psicológico y afectivo del niño, con la necesidad del niño de llamar la atención. Otra posible causa puede estar en el ambiente familiar en que vive el niño, en una familia que lo sobreprotege o que ofrece poco cariño a sus hijos. Hay padres que creen que si el niño no controla su orina es porque es perezoso y no prestan mayor atención al tema; y así les aplican castigos y los provocan con burlas, lo que hace que el problema crezca aún más. A esta situación es conveniente la evaluación psicológica tanto para identificar causas, como también evitar más consecuencias.
Si la situación solo obedece a una deficiencia en el desarrollo de la conducta, el médico puede orientarle a la forma de ir desarrollando el hábito, consiguiendo en primer lugar que alcance un volumen establecido de orina, y control del musculo que regula la emisión urinaria mediante ejercicios específicos. Otra alternativa es identificar la enfermedad que la motiva para dar el tratamiento específico.
La mayoría de los casos tienen pronóstico favorable que le ayuda a recuperar la confianza y aumentar la autoestima en los niños que padecen la alteración, pero el retrasar su tratamiento los perjudica progresivamente en su aspecto emocional.  

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