Componentes de la leche humana

El desarrollo de los órganos y sistemas durante las etapas tempranas de la vida, define la integridad y funcionalidad en forma significativa, para el resto del tiempo de todos los seres biológicos. Para poder establecer en forma apropiada, el incremento en número de elementos y la capacidad de adquisición, de diferentes funciones en los mismos (como fenómenos biológicos de crecimiento y desarrollo), el aporte de nutrientes para sostener estos cambios es de vital importancia.
En la escala de evolución de las especies, los mamíferos se han destacado por todas las capacidades que han logrado desarrollar al paso de millones de años. Entre todos ellos, se distingue en forma particular los homínidos, por su capacidad de desarrollo cerebral.
A partir de esta etapa de la evolución, es donde podemos establecer la importancia que representa la leche como primer alimento en la continuidad y desarrollo de esta especie, que de forma asociada ha tenido cambios evolutivos en su composición para favorecer al proceso de la adaptación y desarrollo progresivo.
A lo largo de la historia, los beneficios de la lactancia se han reflejado en tres objetivos específicos: recién nacido, madre y sociedad.
Los beneficios hacia el recién nacido, se encuentran vinculados a los componentes de la leche que ejercen efectos específicos en la nutrición, protección, estimulación y maduración del ser humano. Los componentes de la leche materna en forma general son: agua, carbohidratos, grasas, proteínas, células, vitaminas y minerales con proporciones variables, ya que pueden modificarse a lo largo de la lactancia, con el paso del tiempo y aún dentro de una misma mamada. Cada cambio, se encuentra relacionado a una función potencial definida, para adaptarse a las necesidades individuales de cada bebé. La composición y proporción de los elementos específicos que se producen en la glándula mamaria, cambian de acuerdo al periodo de lactancia en que se encuentre la madre, describiendo las siguientes cuatro variantes: calostro, leche de transición, leche madura y leche de destete. Cada elemento tiene funciones específicas:
Agua. Es el elemento más abundante de la leche. Participa en el equilibrio de contenido líquido del lactante y además, en el control del mecanismo de regulación de temperatura corporal. Se considera que la necesidad de agua para un lactante en un clima cálido, es satisfecha de forma completa, por la proporción especial establecida por la glándula mamaria, sin necesidad de tener que ofrecer agua en forma adicional.
Microbiota. Constituido por todos los microorganismos que se transmiten a través de la leche, son elementos que hacen madurar el sistema inmunológico a nivel intestinal y que en la vida futura, podrán ejercer su función adecuada para reconocer en forma apropiada a los elementos ajenos en el interior del intestino, formando anticuerpos de forma eficiente. La ausencia de estos elementos o su modificación traerá en consecuencia, predisposición para enfermedades alérgicas o enfermedades autoinmunes, donde el anticuerpo termina por dañar a estructuras orgánicas del niño.
Células. Entre las más abundantes, se encuentran los glóbulos blancos (leucocitos) que se encargan de destruir de forma inmediata a toda bacteria dañina para evitar el desarrollo de infecciones en forma temprana. Su carencia, es natural que facilite el desarrollo de infecciones en forma tempranas.
Anticuerpos específicos. También conocidas como inmunoglobulinas, son proteínas capaces de unirse y reconocer estructuras contra las que están dirigidas; tienen por tanto, efecto protector. Su cantidad y tipo, son dependientes del estado nutricional materno y del tipo de infecciones que la madre haya tenido a lo largo de su vida, para poder ofrecer inmunidad de tipo pasivo y temporal. Durante la lactancia se producen también anticuerpos contra algunas partículas del medio ambiente, ya que la madre tiene la capacidad de enviar a la glándula mamaria, las células que fabrican anticuerpos a partir de alguna sustancia que detecta su intestino; y en esta forma, se protege el niño de sustancias potencialmente dañinas del medio ambiente en donde se desarrolla. Su deficiencia en el aporte, facilita el desarrollo temprano de infecciones. Conviene establecer que este sistema de defensas es primordial para evitar infecciones en el niño, ya que su sistema propio de células y de anticuerpos, no tiene el desarrollo adecuado en los primeros tres meses de vida y requiere de esta inmunidad pasiva dada por su madre.
Proteínas. Aunque en menor concentración que las existentes en la leche de vaca, estos elementos son necesarios para un buen crecimiento; y por su cantidad comparativa disminuida, se evita representar una carga mayor de eliminación a los riñones de los lactantes. Dos tipos de proteínas son las más importantes: la del suero (lacto albúmina) de capacidad nutricional importante; y la caseína, que influye para el vaciamiento adecuado del estómago en un lapso menor (comparada con la leche industrial o de vaca). La lactoferrina, evita que las bacterias puedan utilizar el hierro para su desarrollo y multiplicación, además que es capaz de destruir las paredes de las bacterias al igual que otras enzimas de la leche humana, cumpliendo en forma eficiente protección contra ese tipo de infecciones.
Carbohidratos. La lactosa es el principal carbohidrato, se encuentra formado por dos azúcares (glucosa y galactosa) que se ocupan para la obtención de energía y desarrollo del sistema nervioso, además de colaborar en el desarrollo de la flora bacteriana intestinal. Este carbohidrato de forma invariable, se encuentra en cantidad constante a lo largo del día, incluso en madres mal alimentadas. También existen otras fracciones de carbohidratos que evitan el desarrollo de bacterias y estimulan el desarrollo de flora.
Grasas. Además de servir como fuente alterna de energía, son esenciales para el desarrollo del sistema nervioso. Es el componente más variable de la leche ya que aumenta durante el día y en cada momento de succión, teniendo valor bajo al inicio y altos al final de la misma, para establecer la condición de saciedad y limitación de la ingesta. Sus componentes participan en la maduración de la cubierta de los nervios para evitar su posterior degradación. Hay relación demostrada en los países donde la lactancia está disminuida, con la presencia de embolias y esclerosis múltiple.  
Minerales. Su concentración en la leche humana es menor, que en las industrializadas o de vaca. Permite así que la función del riñón sea más adecuada y pueda controlar mejor la temperatura, a través del sudor y respiración. Evita daños neurológicos ante un exceso de sodio. Con su aporte natural el hierro hay mejor absorción y efecto a las funciones digestivas y de prevención de infecciones. La proporción de calcio con el fósforo facilita su absorción e incorporación a huesos y dientes.
Vitaminas. Se encuentran en cantidades adecuadas en la leche materna para favorecer sus efectos orgánicos a comparación de otro tipo de leches. Su deficiencia puede establecer deficiencias en desarrollo visual, óseo, sanguíneo, neurológico, dérmico, respiratorio, metabólico e infeccioso. 
En relación a la madre, los beneficios se definen en la interacción emocional que genera el acto de la lactancia y factores hormonales para su protección específica, a evitar: cáncer ginecológico, depresión y sangrado postparto, recuperación física y estilizar la silueta al utilizar los depósitos de grasa postparto para producir leche.
Los beneficios a la familia y sociedad, se determinan por mejorar el desarrollo de la familia, evitar enfermedades, favorecer espaciamiento de embarazos, rendimiento laboral adecuado al disminuir el ausentismo de los padres, sociedades más sanas para el futuro, disminución de la morbilidad y mortalidad infantil, ahorro en gastos alimentarios

Usted puede tomar con responsabilidad e información adecuada, la mejor decisión para sus hijos… y si duda, pregunte a su médico qué alimentación le ha dado él a sus hijos… 

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