Hipertiroidismo

Es el nombre con el que se conoce a la enfermedad, que produce aumento en la función de la glándula tiroides, con incremento en la producción de sus hormonas y en consecuencia de sus efectos secundarios.
La glándula tiroides es un órgano que se encuentra en la parte inferior del cuello, que habitualmente no se nota a simple vista. Produce dos tipos de hormonas, que en forma simple se llaman hormonas tiroideas. Están constituidas por yodo y proteína. La función de estas hormonas, básicamente es estimular la función adecuada de los órganos corporales. Su liberación de la tiroides depende de dos controles: de su propia cantidad presente (autorregulación) y la cantidad de una hormona procedente de una zona del cerebro (hipófisis) llamada hormona estimulante de tiroides, que se libera cada vez que disminuye la concentración de hormonas tiroideas y se suprime con valores normales.
Las hormonas tiroideas juegan un papel importante en el crecimiento y desarrollo de los niños, influyendo en la maduración adecuada del sistema nervioso, estimulación orgánica múltiple y pubertad normal. Su cantidad aumentada en sangre condiciona una estimulación excesiva a los diferentes órganos corporales, que puede amenazar a la vida en forma súbita o generar manifestaciones variadas en su desarrollo paulatino.
Es una enfermedad rara durante la etapa pediátrica. Se reportan estadísticas con incidencia de tres casos por cada cien mil adolescentes y mucho menor en etapas infantiles, predominando por sexo a la población femenina.
Existen condiciones que pueden relacionar su presencia, como los niños portadores de trisomía 21, otros que tengan familiares con enfermedades autoinmunes o que padecen esta enfermedad; y los mismos niños con otras enfermedades autoinmunes.
La causa más frecuente en la población de adolescentes, es secundaria a la existencia de anticuerpos que estimulan la función de la tiroides en sus receptores específicos. En otras ocasiones, se puede desarrollar posterior a alguna inflamación que afecte de forma directa al tejido de la tiroides. En la etapa de recién nacido, se puede presentar la alteración, como consecuencia de hipertiroidismo no tratado de la madre durante el embarazo, con paso de los anticuerpos al recién nacido. Otras causas son más raras. 
En inicio, la alteración afecta a diferentes órganos en magnitud progresiva, por lo que sus datos son imprecisos para poder identificarlo de forma inmediata, lo que en general permite una demora en su confirmación, hasta por un tiempo aproximado de ocho meses en los menores antes de su desarrollo sexual y casi de cinco meses en adolescentes.
La enfermedad autoinmune que de forma más común produce este cuadro, se le conoce como enfermedad de Graves. Desarrolla en forma progresiva aumento de tamaño en la glándula tiroides (bocio) que al ser evidente con el tiempo, facilita la identificación del cuadro. Como datos anormales, el paciente manifiesta desde el inicio: inquietud o nerviosismo, déficit de rendimiento escolar, insomnio, cansancio, incremento en sus evacuaciones, sudoración importante, pérdida de peso, aumento de la presión arterial, palpitaciones o taquicardia. En ocasiones, los ojos tienen tendencia a dar la apariencia de hacerse saltones y mantenerse muy abiertos.
Con relación al desarrollo puberal: cuando la enfermedad se presenta antes, asocia el  retraso en los cambios puberales. En cambio, las muchachas que ya han iniciado sus ciclos menstruales, por influencia de la enfermedad, tendrán: alteraciones con mucho sangrado, ciclos menos frecuentes. En los varones puede causar crecimiento mamario.
Las manifestaciones en el recién nacido, por presencia de anticuerpos maternos en la glándula tiroidea de su hijo, causan: retraso de crecimiento dentro del vientre materno, alteraciones en su corazón con incremento en su frecuencia o alteraciones del ritmo. Es frecuente que asocie un nacimiento prematuro (o con aspecto de serlo) y en otros casos, es causa de muerte fetal. El recién nacido puede presentar irritabilidad manifestada con llanto constante, diarrea, pobre ganancia de peso, vómitos, taquicardia, bocio y ojos con aspecto saltones o de mirada alerta.
El inicio de las alteraciones en el recién nacido suele presentarse a las 48 horas de vida, por sus condiciones metabólicas modificadas, liberando mayor cantidad de hormonas tiroideas; o bien, a los ocho o nueve días al desaparecer los efectos de medicamentos anti tiroideos que controlaban a su madre. La duración de los anticuerpos maternos en el recién nacido es de doce días aproximadamente, pero su estímulo a la función tiroidea puede durar hasta por doce semanas. Bajo un control adecuado, a las 48 semanas de vida, se considera que estos pacientes han logrado la remisión completa.
El riesgo para la vida, se origina ante un cuadro agudo de descompensación por una cantidad excesiva de hormonas tiroideas, que se llama crisis o tormenta tiroidea. Se origina ante un cuadro de hipertiroidismo no controlado al paso del tiempo; o bien, mediante el cuadro crónico asociado a factores adicionales, como: exceso de yodo, cirugía, aplicación de yodo radioactivo, infecciones, traumatismos, accidentes, supresión de tratamiento definido, enfermedades graves asociadas o descompensación diabética.
En este cuadro, se afecta en mayor intensidad la función cardiovascular y neurológica. El paciente manifiesta en forma súbita: delirio, agitación, nerviosismo, taquicardia, ansiedad, hipertensión arterial, temblor, intolerancia al calor, temperatura excesiva, nauseas, vomito, sudoración profusa, arritmias, shock y coma. La falla cardíaca es rara, pero puede presentarse en los recién nacidos y adolescentes con cuadros complicados. Obviamente se requiere de atención hospitalaria en unidad de cuidados intensivos.
Con las alteraciones de sospecha, que hagan considerar al médico consultante la opción de un hipertiroidismo, es necesario realizar estudios de sangre, para cuantificar la concentración de las hormonas y definir su enfermedad.
El tratamiento de preferencia, deberá de llevarse en control por el sub especialista en endocrinología pediátrica para conseguir la estabilización apropiada, en el menor tiempo posible, al requerir que los medicamentos se dosifiquen de acuerdo al peso. El cuadro de crisis aguda requiere de vigilancia hospitalaria y hasta donde sea posible deberá evitarse, con atención temprana de las manifestaciones y cuadros asociados.
En algunas ocasiones por respuesta deficiente al tratamiento médico, se hace necesario emplear la cirugía con resección de la glándula. De preferencia el procedimiento deberá de efectuarse por alguien experto en enfermedades de tiroides, ya que por su ubicación puede dañarse algunas estructuras específicas y dejar secuelas, como: alteración hormonal por eliminación de glándula paratiroides, alteración en la emisión de voz por lesión del nervio relacionado o presencia de cicatrices engrosadas (queloides).
Si a pesar de realizar la cirugía y contar con tratamiento médico, no hay control adecuado en la cantidad de hormonas tiroideas, la siguiente alternativa en el manejo es la aplicación de yodo radiactivo en dosis alta, para destruir el total de la glándula y disminuir el riesgo de cáncer de tiroides, que se puede presentar con el tejido que haya quedado después de la cirugía. Sin embargo, los menores de cinco años deben evaluarse en forma diferente ya que este tratamiento puede asociar la presencia de tumores influidos por la exposición radioactiva.

No es un padecimiento frecuente, pero su inicio difícil para identificarlo de forma rápida, puede permitir condiciones progresivas que causen un cuadro agudo, así que ante el desarrollo de alteraciones de comportamiento, con inquietud e irritabilidad, diarreas, pérdida de peso, sudoración e intolerancia al calor, pueden ser suficientes datos para justificar el estudio de laboratorio. Al comprobarse, la atención requerida justifica el manejo con endocrinología pediátrica.   

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