Sobre entrenamiento deportivo

Es un trastorno orgánico complejo, que se identifica en población infantil y adolescente con prácticas atléticas, como una mala respuesta adaptativa al entrenamiento deportivo, que condicionan al desarrollo o presencia de lesiones anatómicas; o bien, grados variables de fatiga sin una recuperación adecuada, que disminuyen su capacidad atlética frente a otros adversarios en el momento de la competencia, o al paso del tiempo, no le favorecen a completar todo su potencial óptimo atlético, pudiendo truncar sus aspiraciones de rendimiento.
No se debe confundir con la condición identificada como desgaste, ya que mientras el sobre entrenamiento es resultado de un desequilibrio entre la actividad física y el descanso, el desgaste es consecuencia a la sobrecarga mental, por un manejo inadecuado de las funciones cerebrales superiores y del estado emocional.
Normalmente el objetivo del entrenamiento, incluye la repetición de movimientos corporales relacionados con el desarrollo de la capacidad atlética específica, bajo circunstancias variadas de acuerdo a un programa bien planeado, para mejorar los elementos naturales de la aptitud física del deportista, como velocidad, resistencia, reacción inmediata (reflejos), coordinación, fuerza, potencia -entre las más significativas- y que varían, de acuerdo al tipo de deporte por estimular en su capacidad.
El entrenamiento atlético, intenta interrumpir el equilibrio corporal (homeostasis) causando temporalmente, un extremo de fatiga en actividad nerviosa y muscular. Inmediatamente posterior a esta condición extrema, es natural que el rendimiento llega a un máximo, que mediante un descanso y la nutrición adecuados, el cuerpo regenera y restaura el equilibrio corporal a un nuevo nivel, más capaz de hacer frente a la actividad que inicialmente alteró ese equilibrio. Una vez que el cuerpo se adapta, el estrés del entrenamiento anterior ya no será capaz de interrumpir el equilibrio y estimulará de nuevo a una mayor adaptación. De esta forma, un progreso adicional requiere de un estímulo mayor. Esto se conoce como el principio de sobrecarga; y la respuesta del cuerpo a tal entrenamiento, se conoce como sobre compensación o súper compensación.
Entre los atletas escolares, adolescentes o juveniles, grandes volúmenes de entrenamiento y de alta intensidad, son necesarios para lograr incrementos en el rendimiento inicial; y tal entrenamiento o con una persona no capacitada, involucra también la opción de aumentar el riesgo de sobre entrenamiento.
El sobre entrenamiento incluye una serie de trastornos que pueden fluir en forma progresiva, como efecto de la actividad física en el tiempo. Estos trastornos incluyen: la fatiga aguda, que es resultado inmediato del entrenamiento de sobrecarga, donde el atleta cansado, no experimenta alguna disminución perceptible en su desempeño. La sobrecarga funcional, que incluye una disminución en el rendimiento o fatiga a corto plazo (menos de dos semanas), después de un periodo de sobrecarga. La sobrecarga no funcional, cuando el rendimiento disminuido o la fatiga tienen un periodo mayor de tiempo (más de dos semanas a dos meses), pero con un descanso adecuado se logra una recuperación completa. Se acompaña frecuentemente de síntomas psicológicos y biológicos asociados con el sobre entrenamiento. Finalmente, el síndrome de sobre entrenamiento, que es el declive prolongado (mayor de dos meses) en el desempeño específico del deporte. Los signos comunes incluyen fatiga prematura, labilidad emocional, falta de motivación, lesiones por uso excesivo e infecciones recurrentes (respiratorias más comunes). La recuperación es variable y pueden necesitarse muchos meses antes de que el atleta regrese a su capacidad inicial de entrenamiento.
Para explicar la forma como se produce esta alteración orgánica, existen algunas teorías que se relacionan con modificaciones químicas y celulares del deportista, que implican la disminución y/o deficiencia de fuentes de energía, asociado con modificación del funcionamiento de neurotransmisores para limitar la respuesta al ejercicio.
Como manifestaciones de esta alteración, se describen en forma general cuatro grupos principales de anormalidades, que incluyen: funcionales, psicológicos, bioquímicos (definidos por estudios de laboratorio) e inmunológicos (con tendencia a predisponer al desarrollo de enfermedades infecciosas). De los dos primeros grupos, en forma tradicional se refieren: fatiga, dolor muscular persistente, deficiencias funcionales corporales por lesión anatómica. De las psicológicas se destacan: falta de motivación o espíritu competitivo, depresión, somnolencia extrema, irritabilidad, falta de labor de equipo o con el entrenador y dificultad para lograr la concentración.
Clásicamente, los atletas suelen reportar sentir que se requiere un mayor esfuerzo para realizar durante el entrenamiento o en la competencia, con antecedentes previos de intentar lograr objetivos físicos de entrenamiento o competencia sin conseguirlos, seguidos por una disminución persistente notoria del rendimiento.
Se corroboran los datos a la revisión médica, por elevaciones anormales en signos vitales bajo la acción de la actividad deportiva, en una intensidad menor de lo esperado, logrando en ocasiones asociar limitaciones funcionales o puntos dolorosos, por uso excesivo de actividad articular o de grupos musculares. Comprobando luego con estudios especiales de laboratorio y evaluación psicológica.
Para evitar el sobre entrenamiento, se deben aplicar unos principios básicos en todos los programas de entrenamiento: recordar que siendo la adaptación un cambio funcional corporal que se produce en respuesta al entrenamiento, deberá contar con el tiempo adecuado para el descanso y su recuperación adicional, que permita la reparación y generación de tejidos. Todo atleta deberá ser individualizado, para poder conseguir ganancias particulares específicas, considerando sus hábitos, estilo de vida, nutrición, genética, edad, sexo y particularidades de atención médica. Deberá darse el tiempo y cuidados adecuados a la conservación de nuevas aptitudes, para asegurar la ganancia obtenida durante el entrenamiento; y planear de forma apropiada, la modificación posterior del entrenamiento, para lograr luego un rendimiento destacado y posteriormente buscar la excelencia deportiva. Constancia o continuidad, ya que la falta de entrenamiento adecuado por un periodo prolongado, puede causar perder ganancias físicas y funcionales (reversibilidad). Por último, considerar la especificidad en donde la estructura corporal se adaptará de manera precisa a un tipo específico, volumen e intensidad de la carga de entrenamiento (ej. ciclismo, pista, pesas, etc.).
La recuperación es una parte esencial del entrenamiento, que tiene que incluir otros procesos específicos: hidratación y nutrición, sueño y descanso, relajación y apoyo emocional, reposo físico y estiramiento, terapia física y/o masajes, relajación mental y apoyo emocional. Todos, buscan acelerar la recuperación de un entrenamiento intenso.
Para favorecer la recuperación adecuada, el aspecto de la hidratación y nutrición deben ser especificados por especialistas en medicina deportiva o pediatras capacitados, para poder reponer el equilibrio corporal y dar nutrientes, a fin de conseguir la regeneración de los tejidos y evitar su consumo o desaparición por la intensidad del ejercicio.
Este trastorno, deberá de ser considerado por el médico como diagnóstico de exclusión, luego de descartar otras enfermedades que motiven fatiga o alteraciones mentales. En cuanto a tratamiento, dependerá de la intensidad de las alteraciones para poder justificar desde reposo absoluto, hasta solo disminuir la actividad previa en 25 a 50% durante una a dos semanas, a fin de lograr un mejor desempeño y recuperación y atender daños orgánicos asociados. Se revisará la organización de actividades, alternando con reposo conveniente además de evaluación de tipo psicológico apropiado.

En las actividades deportivas de sus hijos, verifique la capacidad de sus entrenadores…  

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