Esquizofrenia

Es una enfermedad mental con manifestaciones variadas, en donde hay una pérdida de contacto con la realidad, que afecta a los circuitos cerebrales que participan en la elaboración del pensamiento, emociones y percepción del ambiente externo, que se manifiestan con alteraciones de la conducta de la persona afectada, con tendencia a la cronicidad, pero con alternativas de tratamiento para su control aceptable.
En esta enfermedad, el paciente tiene deficiencia en la forma de evaluar e interpretar la realidad, modificando su pensamiento, que se vuelve ilógico o muy disminuido en su contenido y forma, generando alucinaciones (falsas percepciones, como oír voces o ver cosas inexistentes) o delirios (creencias falsas, como sentirse vigilado o perseguido), dando por resultado un comportamiento desorganizado o extraño, que altera sus funciones de cuidado personal y de interacción social. Afecta en forma importante al núcleo familiar, por la serie de atenciones que demanda.
La causa específica para esta enfermedad no se conoce, pero se supone la existencia de una condición genética, ante el riesgo mayor de desarrollarlo si se tiene el antecedente de alguno de los padres que lo haya manifestado, o si se cuenta con un hermano gemelo que lo padezca (hasta en 50%). Se llega a considerar que alguna anomalía durante el desarrollo embrionario, alteración durante el embarazo o trauma particular posterior al nacimiento, puede ser factor para condicionar alguna anomalía en las conexiones de los circuitos cerebrales, que permita su manifestación posterior.
La esquizofrenia de inicio muy temprano (antes de los trece años) llamada de comienzo muy precoz o esquizofrenia infantil es muy rara. Este trastorno que suele presentarse al final de la adolescencia o en la etapa inicial de la juventud. (13 a 17 años), se le conoce como esquizofrenia de inicio temprano. Su prevalencia es similar al de los adultos, en aproximadamente 0.1% en los adolescentes mayores de 13 años, y en la relación hombres a mujeres, la padecen de 1.5 a 2.5  en predominio masculino.
Durante la etapa infantil,  es posible considerar que las alucinaciones o delirios pueden ser normales para la edad en que se encuentran. Los menores de seis años pueden experimentar sueños que pueden parecer reales, crear fantasías espectaculares a partir de su extensa capacidad de imaginación, o ser capaces de oír las voces de sus padres cuando se encuentran solos, ante una situación de ansiedad.
Son una variedad de alteraciones las que puede presentar el paciente con esta enfermedad, pero a fin de poder clasificar por sus características, se pueden dividir en cinco grupos: positivas, negativas, desorganización, afectivos y de aprendizaje.
Se le conocen como alteraciones positivas, a las anormalidades que la enfermedad le agrega al paciente, e incluyen: delirios, que son creencias infundadas y no realistas, extravagantes que no es rebatible a un argumento lógico. Pueden ser de persecución, de culpa, grandeza, religioso, etc. Las alucinaciones, cuando el enfermo percibe en especial voces o sonidos que solo el percibe, como mensajes agradables o desagradables, pero también pueden ser olfatorias, corporales y en ocasiones visuales. El dominio del pensamiento, establece que la persona pierde el control de su pensamiento por creer que es manipulado por otra entidad, que lo controla o por mensajes de radio y/o televisión. Las interpretaciones delirantes son una forma de percibir y de interpretar la realidad en formas equivocadas; y por último, la suspicacia que es la sensación de desconfianza o recelo que mantiene al enfermo en actitud de alerta, de hipervigilancia o desconfiado.
Las alteraciones negativas, son las condiciones que se disminuyen en el enfermo, que incluyen: empobrecimiento afectivo, que causa disminución en la expresión de las emociones y de los sentimientos, manifestando una cara inexpresiva, sin un contacto visual eficiente y deficiencia en la expresión corporal. Emociones retraídas, perdiendo el paciente sus emociones, motivación e interés, incluyendo la desaparición de la actitud espontánea y la fluidez motora, lográndose notar con deficiencia en el aseo e higiene, inasistencia al trabajo, desinterés por conversar. Como otro dato de alteración negativa se presenta el aislamiento, en donde el enfermo se refugia en sí mismo, evitando la compañía de los demás y de las relaciones sociales.
Las alteraciones de desorganización involucran: pensamiento desorganizado, conductas extravagantes e incongruencia afectiva. En el pensamiento desorganizado se pierde la capacidad de estructurar en forma secuencial adecuada, su orden de ideas. Se nota cuando el enfermo habla de forma tan incoherente, que pueden parecer ideas extrañas o irracionales. Las conductas extravagantes son comportamientos exóticos, ilógicos o absurdos, que no se relacionan con el ambiente en que se desenvuelve (ejemplo: vestir de forma anómala). En la incongruencia afectiva, el afecto que se expresa no se relaciona con el estado de ánimo (ejemplo: dice sentirse triste, pero se ríe a carcajadas).
Otro grupo de alteraciones posibles a manifestar, puede incluir los síntomas afectivos que pueden ser del tipo depresivo, que incluyen las sensaciones de angustia, ansiedad, tristeza, sentimientos de culpa y preocupaciones corporales. Los maniacos, que incluyen sensación de euforia, sentimientos de superioridad, delirios de grandeza y/o de autoestima exagerada. En las manifestaciones mixtas, hay cambios variables bajo las dos condiciones posibles, desarrollando irritabilidad y/o cambios bruscos de humor.
En el último grupo con alteraciones para el aprendizaje, se tienen anormalidades en los mecanismos de concentración, memoria y/o atención. Se asocia con una disminución en el rendimiento escolar y dificultad para poder establecer el pensamiento abstracto.
El trastorno puede empezar de forma aguda en días; o en ocasiones, de manera insidiosa durante meses o años. Ya por el tipo de manifestaciones que tenga en predominio, se pueden clasificar los diferentes tipos de esquizofrenia.
En los  niños menores de siete años de edad, se sospechará esta enfermedad cuando existan trastornos del habla y de la conducta, notando que en su comportamiento se manifiesta una mirada fija en el infinito, caminar sin rumbo o destino específicos, masturbación continua, pasar horas frente al espejo, violencia o esconderse frecuente.    
La dificultad para poder establecer la esquizofrenia durante la infancia, está condicionada por las variaciones de su nivel de desarrollo. Así, por características particulares del niño, la pobreza del pensamiento y la incoherencia son poco frecuentes de documentar. Por su menor nivel de conocimientos previos, los delirios son menos frecuentes y de menor complejidad al de los adultos. Los trastornos del pensamiento y alucinaciones, pueden ser parte de su desarrollo normal, lo cual establece dificultades para poder establecer la enfermedad de forma específica.  
Si existen algunas alteraciones de este tipo en niños de edades entre 6 a 13 años, se deberán investigar antes, causas orgánicas como: problemas cerebrales (tumores, golpes, malformaciones o infecciones), enfermedades metabólicas u hormonales (diabetes, tiroides), intoxicaciones por medicamentos o abuso de sustancias.
Algunas alteraciones del comportamiento, pueden ser confundidas con esta enfermedad; o en forma errónea, habrá quien las considere como formas previas a la esquizofrenia, son: autismo, el comportamiento antisocial y el trastorno disociativo de la personalidad.
En la adolescencia la depresión o la enfermedad bipolar, pueden producir alucinaciones o delirios que se pueden confundir con la esquizofrenia. La diferencia se establece por los cambios de humor que se presentan en ellas.
Esta enfermedad logra su control con medicamentos hasta en 20%. El resto padece el cuadro de forma crónica y la tasa de suicidios entre estos pacientes es de 20 a 25%.

La evaluación para confirmar o descartar esta enfermedad, debe ser realizada por el paidopsiquiatra, que tendrá el tratamiento más adecuado a fin de mejorar su pronóstico. 

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