Anabólicos en adolescentes

Durante la adolescencia, existen periodos especiales en que se tiene la incertidumbre en el aspecto corporal, que empieza a modificarse y de cómo podrá quedar al final de este periodo, para el resto de su vida. En la mayoría, con propósito final de obtener una figura ideal de aceptación social y cultural, buscan desarrollar una imagen corporal con la que se sientan y se vean bien.
Para el desarrollo de estructuras corporales idealizadas cada uno en su género, una proporción importante de adolescentes acuden a centros de actividad física o gimnasios, para iniciar el desarrollo corporal que desean, mediante actividades cuyo objetivo final es el incremento de la masa muscular y evitar la acumulación de tejidos grasos.
Los que realizan prácticas deportivas individuales o de grupo, pueden tener interés en adquirir una capacidad mayor de resistencia o de mejor respuesta reactiva inmediata, a fin de lograr triunfos y satisfacciones, que les incremente su autoestima.
Al no contarse con los conocimientos, experiencia o con un programa apropiado para su buen desarrollo físico, varios terminan por abandonar las prácticas deportivas, en especial cuando las expectativas no se cumplen en un tiempo esperado.
Bajo estos diferentes tipos de motivación o de frustración, muchos adolescentes en sus prácticas deportivas, se ven tentados al consumo de sustancias químicas por iniciativas propias; o bien, por recomendaciones de familiares, amigos, entrenadores o instructores que aparentan ser conocedores sobre su empleo, que ante su incertidumbre inicial, tienen la pauta para probar sus efectos y posteriormente continuar su utilización.
Estas sustancias conocidas como anabólicos tienen la particularidad de facilitar la síntesis (crecimiento) de tejidos, regulación de reservas o incremento en la producción de energía. Su empleo -ya demostrado desde las olimpiadas de 1960 (Roma)-, ha influido en su consumo hasta nuestras fechas, lamentablemente por la pobre información que existe sobre sus consecuencias.
Su forma de empleo puede ser variable, desde el más primitivo –desorganizado-, hasta el muy recomendado por entrenadores o instructores, que tiene como variantes: una combinación de sustancias inyectables y otras tomadas con ciclos de seis a doce semanas, que justifican empleo de inyectables intramusculares para disminuir los efectos tóxicos a nivel del hígado, mientras que el consumo de las orales, da la oportunidad de poder descontinuar en forma previa a la competición, para pasar por desapercibido en los estudios de detección. En otra modalidad, se hace uso simultáneo de múltiples preparaciones esteroideas, en forma de apilamiento que hace incrementos progresivos de las dosis de anabólicos, hasta terminar el ciclo con una fase conocida como punta de pirámide. Estas dos alternativas se hacen en forma progresiva, para favorecer la unión de los esteroides a su receptor corporal específico y disminuir sus efectos tóxicos, llegando al final a alcanzar dosis de hasta 10 a 40 veces mayores, de las que se usan para indicaciones médicas específicas.
El consumo de estas sustancias afecta mucho más al grupo masculino; y por edades, se ha documentado su inicio en consumo desde los nueve años de edad. De los deportes en donde más se recomiendan destaca el fisicoconstructivismo. De los consumidores, se distingue que hasta en una proporción de 70 a 75% de ellos, suelen recomendarlo a otros para su consumo, aun cuando ya conocen sus efectos colaterales que pueden tener.
En relación a su mecanismo de acción, se ha establecido que bajo circunstancias normales, durante el entrenamiento atlético vigoroso el organismo consume depósitos de proteínas, y los esteroides anabólicos se oponen a este efecto; y en forma adicional, mejoran el desempeño físico al estimular la capacidad de transporte de oxígeno a los tejidos que lo requieren. Además retienen sal para incrementar el volumen de sangre. También se refiere condicionar sensación de euforia, disminuir la sensación de fatiga y acortar el tiempo de recuperación entre sesiones de trabajo, con lo que se incrementa y acelera el entrenamiento.
Lamentablemente, no es posible comprobar sus posibles beneficios con sus secuelas, ya que por cuestiones éticas a nivel experimental, no se pueden reproducir en grupos de estudio humano, la administración de la variedad de anabólicos en las dosis excesivas y tiempos prolongados, para poder describir de forma precisa. Así sus consecuencias, solo se describen en grupos de atletas que han estado bajo sus efectos al paso del tiempo. Se describen en ellos, cuatro categorías de efectos adversos, que son: alteraciones hepáticas, sistema reproductivo, cardiovascular y alteraciones psiquiátricas.
Estos efectos adversos serán variables, de acuerdo a: la condición personal del sujeto y la combinación, cantidad y duración de la administración de los anabólicos.
A nivel hepático, condicionan alteraciones del metabolismo que pueden causar deterioro progresivo, manifestado alteración de enzimas con ictericia leve, hasta desarrollo de crecimiento del hígado, hipertensión portal, cirrosis, insuficiencia hepática y tumores.
En sistema reproductivo, afectan el control natural de algunas hormonas, causando en el hombre disminución en el número y forma de espermatozoides, atrofia testicular, tendencia a la feminización por conversión hormonal, favoreciendo al crecimiento mamario. En mujeres puede aparecer incremento de vello corporal y facial (en distribución masculina), acné, engrosamiento de la voz, alteraciones menstruales que pueden incluir su ausencia, crecimiento del clítoris y disminución del tamaño de la glándula mamaria que son efectos irreversibles. Su empleo durante la adolescencia limita el crecimiento (ambos sexos) y puede causar una talla final menor a la esperada.
Como efectos en sistema cardio-vascular, se pueden presentar alteraciones en la concentración de las grasas en la sangre, hipertensión arterial debido a la retención de líquidos. En el corazón en particular, se relacionan con deficiencia en su flujo de sangre, que puede condicionar falla súbita con riesgo mayor al consumo de anfetaminas.
En alteraciones psiquiátricas, se incluyen cambios en el estado mental como: delirio, manía, paranoia y tendencia homicida, además de episodios de ansiedad, depresión, hostilidad y agresión. De forma importante se expresan signos de dependencia al consumo de estas sustancias y posibilidad al consumo de otros tóxicos.
Otros anabólicos no esteroides también son empleados en ocasiones, con efectos secundarios asociados. La hormona de crecimiento, para incremento de masa muscular no asocia efectos sobre la fuerza muscular y como efecto secundario causa deformidad facial, diabetes, hipertensión, debilidad muscular, enfermedad cardiovascular. La eritropoyetina para incrementar los glóbulos rojos, puede causar hipertensión, riesgo de trombosis, dolores de cabeza, oclusiones vasculares renales o asociar muerte súbita. Los estimulantes del sistema nervioso central como anfetaminas, cocaína y cafeína, que se emplean para reducir la fatiga, mejorar la concentración y la agresividad, causan intranquilidad, mareos, temblores, irritabilidad, confusión, sobresaltos, paranoia, angina, arritmias, hipertensión, nauseas, vómitos, dolor abdominal, disminución del apetito. La suspensión súbita: alteraciones del sueño, ideas suicidas, convulsiones y muerte. La creatina con incremento de energía, se emplea en actividades de corta duración y alta intensidad por asociar crecimiento y fuerza muscular, como efecto secundario produce nauseas, vómitos, diarrea, hipertensión, calambres musculares.

Existen otro tipo de sustancias recomendadas, como: complementos nutricionales, que tienen efectos a nivel mental para evitar la sensación de fatiga, incrementar la construcción de tejidos o evitar su deterioro. Todas sin excepción con su consumo frecuente aun en pequeñas cantidades, dañan en forma progresiva al hígado, riñón o cerebro… Ante dudas de su adolescente, busque una orientación profesional adecuada.

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