Meconio

Es el material retenido en el intestino del bebé, que se expulsa durante su primera evacuación. Está formado por células muertas que se han desprendido del tejido intestinal, secreciones digestivas, líquido de la cavidad en la que se encuentra el feto dentro del vientre materno, cabello y vellos (lanugo) de su superficie corporal, moco  y agua, que en forma progresiva se van  acumulando desde el cuarto mes del embarazo, como material residual del proceso de limpieza de la cavidad que envuelve al feto.
De manera normal, deberá iniciar su eliminación en las primeras doce a dieciocho horas posteriores al nacimiento, como efecto secundario al inicio de los movimientos intestinales. El aspecto natural a comprobarse, incluye: material de aspecto espeso, pegajoso,  en coloración verde obscuro, con carácter filante por su contenido de moco, que al paso de los primeros tres días podrá ir cambiando por la ingesta de material lácteo, estableciendo lo que se conoce, como evacuaciones de transición, que van modificando la coloración oscura inicial, a tonos progresivos de claridad en variantes de color café a amarillo con algunos grumos de leche en su contenido. El meconio termina en eliminarse de su contenido original en los primeros cuatro días.
Este material forma parte del ciclo de limpieza del líquido, en donde flota el feto dentro de la cavidad materna. El líquido amniótico se va formando por la orina eliminada del feto, que se filtra a partir del líquido que traga por su sistema digestivo, dejando los residuos en su intestino, pasando el líquido a la circulación sanguínea que se filtra en los riñones para volver a establecer el ciclo, que en situaciones normales, tiene duración cíclica de cada tres a cuatro horas.
La importancia del meconio, radica en que su tiempo de aparición o su ausencia, pueden ser signos de advertencia para considerar diferentes alteraciones en el feto o en el recién nacido, que deben ser tomados en cuenta, para establecer un manejo anticipado.
Mientras el feto se encuentre bajo condiciones estables dentro del vientre materno, no habrá manifestaciones de alteración, que induzcan a considerar la necesidad de extraerlo en forma anticipada.
Cuando las circunstancias son diferentes; en especial, con deficiencia en el aporte de oxígeno al tejido cerebral y cardíaco del feto, se iniciarán respuestas anormales que reflejan su situación de riesgo. En primer lugar, la reactividad del feto se compromete y disminuye su actividad, manifestada por disminución o ausencia de movimientos dentro del vientre materno; cambios en su actividad del corazón, con variaciones alternantes de incremento o disminución de su frecuencia de ruidos. Estas variantes pueden ser confirmadas ante la sospecha materna, mediante revisión clínica de la madre y/o estudio de ultrasonido. Estos hallazgos justificarán la interrupción posible del embarazo –de ser necesario-, para evitar deterioro cerebral o falla cardíaca fetales.
En forma asociada, si la deficiencia de circulación sanguínea fetal es importante o súbita, la disminución de la actividad cerebral fetal, genera relajación anal y permite que el meconio se libere dentro de la cavidad fetal, que en forma adicional ante su ingesta por el feto, podrá desarrollar alteraciones respiratorias al momento del nacimiento.
Así la presencia de meconio, caracterizado por la coloración verde oscura en el líquido (amniótico) que se elimina antes o durante el nacimiento, es señal de depresión en el cerebro del niño, con riesgo de que no tenga su reactividad normal al momento de adaptarse a la vida extrauterina; por tanto, es condición para que el médico que lo reciba emplee maniobras, supervisión especial o incluso medicamentos, para recuperar su función reactiva, en un proceso especial conocido como reanimación neonatal.
Por esta asociación, de la coloración verdosa del líquido amniótico con depresión de la reactividad fetal, este material intestinal recibe su nombre, ya que desde los tiempos históricos de los primeros médicos, se hacía referencia a la palabra mekoni asociándolo como jugo adormecedor u opio, por el efecto en el recién nacido, con una alta tasa de mortalidad al no poder contar con una reanimación neonatal adecuada.
Ante un recién nacido que se ha recuperado de una depresión cerebral, con antecedente de meconio presente; además de las condiciones cerebrales, debe darse atención especial a su sistema respiratorio, ya que el material acumulado en este espacio, puede generar en sus primeros días de vida, alteraciones en la función respiratoria o complicaciones especiales.
Para evitar los problemas respiratorios, una prioridad en su proceso de reanimación establece: aspirar todo o la mayor parte del meconio acumulado en vías respiratorias, antes de sus primeras respiraciones, para evitarlo como bloqueo al flujo de aire inicial e impedir que se pueda distribuir a tubos respiratorios más pequeños. Bajo condiciones urgentes de atención no hospitalaria, este proceso deberá consistir en aspiración directa a boca y nariz (en ese orden); o si es posible, mediante introducción de algún tubo de goma o plástico a esas cavidades, para retirar todo el material posible en el menor tiempo prioritario.
Cuando el meconio no se aspiró o se realizó en forma insuficiente, ese material puede causar efectos diversos, como: taponamientos bronquiales, que impiden una ventilación adecuada a algunas partes pulmonares; irritación de tejido con respuesta inflamatoria secundaria; y fenómeno de válvula por un taponamiento incompleto que permite la entrada del aire a un segmento pulmonar, pero impide su salida, con riesgo de ruptura ante su acumulación. Todos ellos, asocian dificultad para la respiración y ameritan en forma obligada su atención hospitalaria. Se identifica porque el recién nacido estará respirando con mayor frecuencia, con movimientos anormales de su pecho y/o quejido.
Otra alteración que puede asociar el meconio, se relaciona con su eliminación tardía o ausente. Cuando se tarda en eliminar el meconio puede ser secundario a alguna enfermedad sistémica. En especial por mayor frecuencia, la deficiencia de producción de hormona tiroidea o deficiencia en la consistencia de secreciones corporales (fibrosis quística). Estas dos enfermedades con detección temprana, evitan consecuencias especiales. Si el hipotiroidismo no se detecta y no se trata en los primeros tres meses de vida, el retraso psicomotor será una consecuencia variable. En el caso de la fibrosis quística, el meconio tendrá consistencia muy adherente, su detección temprana permitirá evitar grados variables de desnutrición y cuadros respiratorios de infección recurrente.
El retraso en el tiempo de eliminación del meconio, puede relacionare con alteraciones del funcionamiento o de la integridad del intestino. Podrá estar retrasada su eliminación, cuando un segmento del intestino grueso, no tenga conducción adecuada del estímulo del movimiento intestinal por ausencia en algún segmento de tejido nervioso, generando alteraciones en el vaciamiento intestinal, con periodos largos sin evacuación; y además, por la distensión del intestino ante el material acumulado, se produce deformidad de su volumen, dando origen a la enfermedad conocida como megacolon congénito.
Ante la eliminación del meconio seguido de ausencia de evacuaciones de transición, con vómitos a sus primeros alimentos, además de aumento en el volumen abdominal, habrá de sospecharse malformación intestinal, con estrechamientos en su trayecto o ausencia de continuidad. Estas malformaciones intestinales y el megacolon, requieren de tratamiento quirúrgico con la finalidad de reestablecer la función nutricional.

Finalmente, cuando un bebé rebasa el tiempo habitual de duración del embarazo o la placenta tiene modificaciones que alteran su función nutricional, es posible que el meconio se libere en el vientre materno en forma escasa y recurrente, causando coloración café amarillenta a la piel del recién nacido, con deficiencia en su desarrollo, por lo que habrá de definir infecciones intrauterinas…el meconio, tiene su importancia.   

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