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Acidosis tubular renal

Es la enfermedad en la que se encuentran presentes en mayor cantidad a la habitual, sustancias ácidas en la circulación sanguínea, debido a una deficiencia de eliminación o neutralización originada por los riñones.
De forma normal, los riñones llevan a cabo varias funciones importantes. Una de ellas consiste en eliminar las toxinas circulantes de la sangre hacia el exterior o neutralizarlas. Dentro de estas toxinas, unas de las más importantes son los productos ácidos provenientes de las actividades químicas de la célula.
Estos ácidos al incorporarse a la circulación, de forma inmediata son neutralizados por proteínas o sustancias químicas especiales para evitar daños secundarios. Una de esas sustancias es el bicarbonato, que está disponible por procesos químicos del metabolismo renal; y por otra parte, el riñón se encarga de eliminar las sustancias ácidas que logran filtrarse en el flujo sanguíneo.
La acidosis tubular renal es la enfermedad que se origina en los túbulos de los riñones; los cuales, devuelven los ácidos a la sangre en lugar de eliminarlos adecuadamente en la orina. Ya como consecuencia de una acidez mayor al rango habitual, se causa ahora, una deficiencia en la entrega de oxígeno a cada una de las células. Con este nutriente tan importante en deficiencia, cada uno de los tejidos llega a tener disminución en sus funciones habituales, para el crecimiento, desarrollo y defensa biológica.
La forma como se puede producir esta deficiencia del funcionamiento renal, puede ser desde el nacimiento (congénita o primaria) asociada a alteraciones genéticas o sin ellas; o bien, adquirida durante el transcurso de la vida (secundaria) como consecuencia al empleo de algunos medicamentos, tóxicos, enfermedades especiales o trasplante renal.
Por el sitio de alteración en el funcionamiento del riñón, la enfermedad puede ser clasificada de cuatro formas diferentes (nombradas por números del 1 al 4) que se definen por estudios de laboratorio y síntomas relacionados específicos.
Su incidencia dentro de la población, no está bien establecida al tener dos posibilidades extremas para su presunción: en ocasiones se le considera como una enfermedad muy rara, y no se piensa en ella; o en el otro extremo, se exagera en su diagnóstico en base a alguna de sus manifestaciones posibles.
En esta enfermedad, por el hecho que la presencia de una acidez mayor a la habitual en la sangre, dificulta la entrega de oxígeno a los tejidos, es de suponer en consecuencia, que el retraso en el crecimiento suele ser una de las manifestaciones clínicas significativas para sospechar su existencia. Se afecta también el metabolismo del hueso ante la tendencia ácida de la sangre, presentándose como parte de sus manifestaciones, el raquitismo y los cálculos renales.
De acuerdo a las variantes de la enfermedad, también se pueden encontrar otros datos adicionales a la deficiencia en el crecimiento, como: vómitos o nauseas frecuentes, falta de apetito, dificultad para la masticación, estreñimiento en la mayoría de las ocasiones, pero en otras ocasiones diarrea, disminución en la consistencia muscular y deficiencia en su desarrollo motor durante el primer año, alteraciones en el desarrollo del lenguaje, infecciones urinarias frecuentes.
Algunos tipos de esta enfermedad cuando su origen está relacionado con alteraciones genéticas, podrá asociar retraso mental y alteraciones oculares.
Por las diferentes variantes de esta enfermedad, su asociación con otras alteraciones permite a los médicos llegar a identificar las características específicas, para poder ubicarlas en forma concreta en alguno de los cuatro tipos definidos.
La enfermedad puede tener manifestación presente desde las primeras semanas de vida, con episodios repetidos de vómitos, estreñimiento y escasa ganancia de peso. Se puede hallar también como otro tipo de manifestaciones, una cantidad de orina en eliminación mayor, ya sea en cantidad o en frecuencia, con riesgo de producir un cuadro de deshidratación. Esta deshidratación durante las primeras semanas de vida, puede ser de riesgo por asociar mayor concentración de otras sustancias tóxicas, que pueden dejar alguna secuela especial o causar la muerte del paciente.
Las modificaciones en la concentración de sales minerales en la sangre, se produce en un intento de neutralizar los radicales ácidos presentes por fuera de las células. Hay salida del calcio localizado en el interior de los huesos, condicionando que los huesos tengan un menor endurecimiento. Las altas cantidades de calcio, pueden precipitar la formación de cálculos en las vías urinarias, ya que la acidosis impedirá que pueda absorberse de nueva cuenta este mineral a la circulación, favoreciendo su concentración.
Deberá llamar la atención en forma especial, el hecho de notar que en los primeros meses del niño, en sus revisiones periódicas mensuales, la velocidad de su crecimiento se encuentra disminuido, para sospechar de esta alteración. Interfiere al crecimiento, no solo el grado de acidez para tener deficiencia de oxígeno, ya que esta misma deficiencia de oxígeno no permite una liberación adecuada de la hormona y sustancias relacionadas con el crecimiento. Basta solo en su tratamiento de la enfermedad, el cambiar la acidez excesiva de la sangre, para conseguir el efecto asociado en la recuperación de estatura.
La orina misma eliminada por esta enfermedad en alguno de sus tipos, puede tener una disminución en su grado de acidez, constituyendo luego un factor a favor de recurrencia de infecciones urinarias, que se pueden presentar en etapas tempranas de la vida.
Una vez que se cuenten con elementos para sospechar alguna forma de esta alteración, el médico mediante el interrogatorio, podrá documentar antecedentes para considerar el tipo de trastorno que pueda corresponder. En su revisión al paciente, debe comprobar su deficiencia de talla y buscará anomalías, relacionadas a deficiencia en el depósito de sales de calcio en piezas dentales y/o en huesos.
A fin de corroborar el tipo de acidosis que se trate, se deben realizar estudios variados de acuerdo a la sospecha particular. Para confirmar este cuadro de preferencia deberá de efectuarse un estudio que indique el grado de acidez de la sangre, que se obtiene de una muestra arterial. Esta muestra no se toma de los sitios habituales (sangre venosa), ya que se debe extraer la sangre que del corazón se dirige a los tejidos, para comprobar el grado de acidez exacto que tiene (pH arterial). La muestra venosa reporta un pH aproximado, por ser sangre que regresa (contaminada) de los tejidos al corazón. Debe tomarse en zonas donde se llega a palpar el pulso sanguíneo de forma intensa, por lo que puede considerar algún grado de dificultad para su extracción.
Otros estudios complementarios pueden ser de orina, sales minerales en sangre, orina o evacuaciones, radiografías, ultrasonido, tomografía o resonancia, que dependen de la enfermedad en sospecha o de sus complicaciones asociadas.
Este padecimiento de preferencia deberá ser estudiado, definido y planteado en su manejo, por el especialista en enfermedades renales, de preferencia con la especialidad en niños -el nefrólogo pediatra-, con revisiones periódicas del pediatra, para advertir la recuperación de desarrollo o la presencia de nuevas complicaciones o alteraciones adicionales. Ante la variedad de manifestaciones presentes, también intervienen el nutriólogo, ortopedista, urólogo, radiólogo y endocrinólogo como un equipo integral.
El tratamiento para esta enfermedad, incluye la ingesta de sustancias (alcalinizares) que neutralicen la acidez circulante. Para comprobar su eficiencia, se considera otro parámetro reportado en la gasometría arterial, que es particular para la edad del niño.
En ocasiones se puede presentar en algún tipo de acidosis, una mejoría espontanea que se relaciona con un grado de mejoría en la maduración del funcionamiento tubular renal.  

En cuanto note alteración del crecimiento en los primeros meses… se deberá considerar.