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Adolescencia y pubertad


Son dos palabras que en ocasiones se confunden y llegan a considerar que significan la misma etapa del desarrollo de la persona. En realidad, son términos que están muy relacionados por coincidir en las edades en que se desarrollan.
Se considera a la pubertad como un fenómeno biológico. Incluye una serie de cambios corporales que inducen en especial a la  maduración de los órganos sexuales primarios y desarrollan los caracteres sexuales secundarios.
La adolescencia es secundaria a la pubertad, ya que se expresa como una respuesta emocional y social de la persona, originada por los cambios corporales y funciones especiales adquiridas durante el evento biológico. Se expresa como cambios en el comportamiento, derivados de la inseguridad de los cambios corporales incipientes, seguidos de la autoestima final por los resultados obtenidos.
Durante la pubertad, los órganos sexuales desarrollan su maduración y al final los órganos reproductores se transforman en funcionales. Crea como cambios secundarios importantes: la aparición de la menstruación y crecimiento mamario en las mujeres, y cambios en la voz y primera eyaculación (salida de semen) en los varones.
El comportamiento del adolescente está influido en etapa inicial, por la presencia de los cambios corporales que generan sensación de inseguridad ante su definición final. Se preocupan por su estatura, cara,  tipo de voz, aparición de vello axilar, púbico o facial, crecimiento mamario, estructura corporal final, desarrollo de granos (acné) en la cara o cuerpo, y otros adicionales. Por la velocidad de los cambios, es posible que lleguen a sentirse incómodos, tímidos, inseguros y/o torpes; y de forma invariable, se generan conflictos emocionales personales, que pueden llegar a afectar la relación con otras personas cercanas y de forma más constante con sus propios padres.
La adolescencia es un periodo de cambios de conducta y comportamientos que incluyen modificaciones de la etapa infantil a la transformación de una etapa adulta. Los cambios establecerán: afirmación en su identidad para reconocerse a sí mismos y ser identificado por los demás como un adulto en formación. Actitud crítica permitiendo analizar y cuestionar situaciones de su entorno. Presencia de sentimientos nuevos y relaciones especiales de afecto hacia otros adolescentes y a los adultos.  
Es una etapa en la que los jóvenes buscan sentirse liberados y demostrar su independencia, con el inconveniente de no contar con la experiencia adecuada para poder resolver todos sus conflictos, y ante eso, dudar en pedir opinión a los adultos y en la mayoría de las ocasiones cometer errores de forma secundaria que puede tener consecuencias para su vida futura o bien experiencia para atender sugerencias.
Clásicamente el adolescente durante esta etapa considera a sus padres como anticuados, enfadosos e imposibles de comprenderlos; y a su vez, los padres podrán referirse de sus hijos como intratables y rebeldes. Obviamente se establece en esta etapa un periodo conflictivo en el ambiente familiar en donde los enfrentamientos y confrontaciones suelen ser frecuentes y/o prolongados. Estos eventos son totalmente normales y el riesgo existe cuando el adolescente no genera conflictos, ya que eso puede significar que el hijo empieza a ocultar sus problemas y dudas a la opinión de los padres.
 Durante esta etapa el apoyo de los padres tiene vital importancia, y habrá que enfrentar la dualidad que el adolescente genere con su rebeldía y falta de experiencia para brindar mecanismos que le ayuden a reforzar su autoestima de forma adecuada. Se deberá de recurrir al dialogo con el hijo en donde se expliquen razones y conveniencias de los consejos que se puedan proporcionar, sin tratar de ser severos o vengativos, ya que solo se logrará generar resentimientos y complicar la relación.
El adolescente tiene como recurso especial la imaginación creativa, aquí el joven genera su propia realidad imaginaria y la proyecta en ocasiones con actividades especiales, como sitios preferidos, diario personal, nuevas aficiones. En general, esas actividades requieren de soledad o de compañías escogidas, para evitar el control habitual de los padres, y no es raro que quieran tener su privacidad, causándole irritación cada momento que se les invade esta intimidad (revisando apuntes, cuestionando llamadas, revisando su cuarto). Habrá que ofrecer en esta etapa una relación de confianza mutua con los hijos que solo se irá logrando con tiempo, paciencia y tolerancia.
La amistad que generan con otros compañeros de su misma edad, puede ser adecuada si entre ambos o en algunos de ellos se identifican mecanismos de autoestima suficiente que permita imitarlo. El problema se genera cuando por condiciones de inseguridad en la autoestima, buscan imitar conductas o actitudes de otras personas, y pueden iniciarse en actitudes nocivas para su salud: pueden caer en estados depresivos, tabaquismo, alcoholismo, drogas, excesos sexuales y otras adicionales.
Es posible en la etapa de adolescentes, que se sufran crisis de existencia y sus dudas para resolverlas -por actitud rebelde- no las compartan con los padres, buscan luego  encontrar soluciones con los amigos o compañeros que poco podrán ayudar si ellos también se encuentran en condiciones similares. Son estas crisis sin soluciones aparentes las que pueden precipitar conductas depresivas, con el temido riesgo de la actitud suicida que siempre existe como amenaza en la vida de estos jóvenes.
La inseguridad y deficiencia de autoestima, puede orillarlos a buscar estados emocionales artificiales mediante el consumo de sustancias tóxicas, y no es raro que se inicien en el tabaquismo, alcoholismo, drogas y de forma secundaria, caigan en su abuso y dependencia posterior con afección a su estado de salud mental y social.
En el aspecto sexual es posible que ya quieran experimentar sensaciones diferentes. Las relaciones promiscuas y sin protección, los exponen a embarazos no deseados y adquisición de enfermedades de transmisión sexual.
Los muchachos en ocasiones en condición exhibicionista de virilidad excesiva, pueden participar y mostrarse en actividades riesgosas como carreras de motos, carros, alpinismo, sin tomar en cuenta -de forma intencional- las medidas de prevención, con la idea particular que él como adolescente, goza de la condición a esa edad de la inmortalidad, y bajo esas circunstancias sufren accidentes de diversas consecuencias.
Algunos jóvenes ante sus primeros fracasos escolares pueden abandonar la escuela en busca de trabajo, que solo les proporcione lo suficiente para poder lograr su ansiada independencia, y con esto truncan la oportunidad de poder tener una profesión, generando en forma posterior, frustraciones personales al no poder desempeñarse en actividades más redituables; y en otras ocasiones, orillándose a actividades ilícitas para conseguir el dinero de forma fácil.  
La pubertad termina en el momento que las estructuras corporales y genitales en particular logran su desarrollo para el inicio de la vida reproductiva. En cambio la adolescencia, puede ser un poco más prolongada al señalar que se inicia a partir de un crecimiento psicológico relacionado con los cambios corporales, hasta lograr configurar y consolidar la propia identidad como persona única, madura, segura e independiente.  
Durante la adolescencia no se producen cambios radicales en las funciones intelectuales, sino que la capacidad para entender los problemas complejos, se desarrolla de forma gradual, con base al aprendizaje acumulado y de la educación recibida. Involucra una etapa difícil en el ambiente familiar, que deberá de anticiparse desde la infancia con una cercanía y comunicación honesta y constante para generar la autonomía, independencia y autoestima de forma por demás adecuada. Si se tienen dudas en el apoyo durante esta etapa es válido solicitar orientación con psicólogos y médico de adolescentes o pediatra.