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Deshidratación neonatal

 Es la deficiencia del contenido corporal de agua, que se manifiesta en los primeros días de vida. Contribuyen a su desarrollo diversos factores, pero de forma más habitual se encuentran la combinación de: ingesta deficiente de leche, evaporación a nivel de superficie de la piel y función renal inmadura, causando de esta forma un tipo especial de deshidratación, que puede amenazar la vida del producto o dejar secuelas neurológicas significativas.
De forma natural, el contenido de agua corporal varia en proporción inversa con el peso corporal y edad del recién nacido (por semanas de embarazo). El contenido de agua de un recién nacido prematuro (con peso menor de 1200g) se constituye en variación de 85 a 90% del peso corporal. Mientras que un recién nacido normal (3 kg y 40 semanas de embarazo) tiene agua corporal en 70 a 82% del peso corporal.
Este contenido de agua se regula de forma natural, por el equilibrio que existe entre el consumo y las pérdidas de agua. Cuando hay una deficiencia en el consumo y/o incremento en las pérdidas se producirá disminución progresiva del contenido corporal de agua  En el recién nacido se pueden presentar estas dos condiciones; la primera, cuando no existe una succión eficiente o la madre no puede establecer una lactancia eficaz. La segunda condición, se desarrolla a partir de la evaporación cutánea de agua en condiciones de calor ambiental excesivo (prendas de vestir o temporadas de calor).
El agua es un elemento de disolución corporal, que sirve para que se realicen reacciones químicas en forma normal, además que se puedan transportar nutrientes y desechos de forma fluida y constante por la circulación sanguínea. Ante la deficiencia de agua, se producen alteraciones en el funcionamiento celular, de sus reacciones químicas habituales y por otra parte, la deficiencia de agua compromete de forma progresiva el flujo sanguíneo, que al disminuir más allá del 15% de su contenido, puede hacer colapsar la circulación y con su falla progresiva, causar la muerte del nuevo ser.
Dentro de los líquidos corporales, se encuentran disueltos algunos elementos celulares, nutrientes, desechos y minerales (sales)  que influyen para modificar su consistencia. De los elementos minerales, el sodio es el más abundante e importante para modificar su densidad. De forma normal, todos los recién nacidos cuentan con un sistema hormonal especial (aldosterona), que contribuye a evitar perder este elemento por su eliminación urinaria, condicionando que se retenga en proporciones necesarias.
Es de hacer notar, que al momento de presentarse la evaporación del agua a partir de la piel expuesta al calor, el elemento que se pierde de forma significativa es el agua, mientras que el sodio se puede incrementar, en primer lugar por no evaporarse y en segunda condición por intento de retención de agua por la aldosterona, se continuará reteniendo sodio dentro del riñón, que condiciona que en forma rápida y peligrosa, se empiece a incrementar su contenido en la circulación sanguínea.
La pérdida del contenido corporal de agua, establece la condición de deshidratación; y el hecho, de la retención progresiva del sodio define el tipo de deshidratación, como  exceso del mismo (hipernatrémica). Esta modalidad de deshidratación, es la que puede causar daños más importantes, ya que la alta concentración de sodio en el torrente sanguíneo y fuera de las células, favorece a la salida de agua celular con daño variable a su función y vitalidad, con riesgo especial para las células del sistema nervioso (neuronas) que bajo estas circunstancias, puede funcionar de forma anómala, quedar con daño permanente o ser totalmente destruida. Manifestando en forma asociada: alteraciones de lesión al sistema nervioso, presencia de secuelas y/o muerte
En forma habitual posterior al nacimiento, se les instruye a las madres sobre la forma de como iniciar la producción de leche humana; y se da por aceptado, que todas producen leche en cantidades progresivas, para que el niño no tenga problemas, existiendo la condición que la cantidad producida en los primeros dos días de vida es insuficiente para sus requerimientos normales, ante lo cual el recién nacido consume el contenido de agua que tiene al nacimiento para distribuirlo en su cuerpo, justificando así una pérdida del peso al nacimiento hasta de un 5% con pérdida gradual máxima total de 15% al final de las primeras dos semanas; logrando en la mayoría, su estabilidad a partir del décimo día en que la cantidad de leche ya es abundante para su recuperación de peso.
Bajo condiciones especiales, pueden existir algunos factores de riesgo para condicionar deficiencia en la producción de leche en los primeros días de vida. Los factores de riesgo materno, incluyen: falta de experiencia en lactancia, madre primeriza, pezones planos o invertidos, dolor o grietas en los pezones, complicaciones del embarazo como hipertensión, infecciones. Hemorragias durante el parto o cesárea, enfermedades previas de la madre como deshidratación, desnutrición, sobrepeso, obesidad, diabetes o alteraciones hormonales. Por el recién nacido se deben tomar en cuenta como factores de riesgo: la separación prolongada de la madre y falta de vigilancia en técnica de la lactancia, alteraciones bucales (labio y paladar hendidos, mandíbula pequeña, lengua gruesa, frenillo lingual muy corto), problemas o enfermedades que comprometan el mecanismo de la succión eficiente, succiones anormales (no sostenida, desorganizada, no nutritiva o débil), dificultad para la toma de los pezones, medicamentos que depriman al sistema nervioso.
El factor ambiental básicamente considera a la hipertermia, asociando temperaturas ambientales elevadas; o bien, habito familiar inconveniente como arroparlo en forma excesiva y descuido en su atención especial.
La alteración se deberá considerar en evolución, al momento de notar que el recién nacido tiene alguna variante extrema en su comportamiento: puede mostrarse muy somnoliento, con señales sutiles de hambre; o bien, se comporta demasiado irritable, llorando de forma intensa luego de intentar su alimentación. Su orina disminuye y llega a manifestar 5-6 por día, con residuos en su pañal (uratos) de aspecto rosado a rojo, evacuaciones infrecuentes con eliminación de una por día o cada dos días, de color oscuro persistente sin cambio a color claro en los primeros 3 días.
Ante la ausencia o disminución de la evacuación, se asociará incremento del color amarillo (ictericia) en su piel. La bilirrubina elevada asociada al incremento en la cantidad de sodio en la circulación, causan daño neurológico progresivo que se puede manifestar con convulsiones, compromiso circulatorio, cerebro hinchado, atrofia cerebral y/o muerte en tiempos variables de acuerdo a la evolución del cuadro. Esta enfermedad deberá tomarse en cuenta cuando el niño manifieste: fiebre, sed, llanto intenso o letargia para su atención hospitalaria. No es frecuente encontrar los habituales signos de la deshidratación, porque este tipo de deshidratación afecta más a las células que al tejido que las rodea (por ejemplo, no tendrán la mollera –fontanela- deprimida-). Se corrobora al notar que hay deficiencia de peso mayor al 5% diario.
Por el daño presente en el sistema nervioso y riñón ante esta variante de deshidratación, es necesario que el tratamiento de la enfermedad se ofrezca a nivel hospitalario, ya que la corrección exige que el descenso de las cifras elevadas de sodio, se disminuyan de forma lenta, ya que su modificación brusca a la normalidad también trae consecuencias irreversibles de daño al sistema nervioso. Es necesario contar con equipo adecuado de atención y estudios de laboratorio accesibles inmediatos para el mejor control.
Esta enfermedad es reconocida universalmente como complicación en casos de lactancia materna exclusiva, más factible a desarrollar en temporadas de calor. Para evitarla se justifica evaluación especializada y el aporte transitorio de fórmula industrial.

La supervisión de la lactancia en los primeros días es de vital importancia…