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Dolor testicular

Es la manifestación subjetiva que experimentan niños y adolescentes, ante el desarrollo de un proceso inflamatorio, que afecta al testículo o zonas relacionadas con el mismo.
La alteración presente en uno solo o en ambos testículos, está vinculada a su causa específica. También por la intensidad del dolor se le puede relacionar con algunas condiciones particulares. Así cuando el dolor es de inicio súbito e intenso, generalmente corresponden a inflamación del testículo, sus vasos que lo sostienen o de su estructura superior (epidídimo) donde se encuentran acumulados los conductos espermáticos.
Cuando el dolor es leve y en la mayoría de las ocasiones de un tiempo relativamente mayor a tres días, el cuadro puede ser causado por acumulación progresiva de líquidos presentes en algunos espacios virtuales del testículo o de sus estructuras vasculares.
Las condiciones específicas que producen un dolor muy intenso, acompañado de datos inflamatorios (enrojecimiento, calor y aumento de volumen), se les denomina en forma inicial para su atención prioritaria, como: escroto agudo que puede incluir a cualquiera de las siguientes alteraciones. La inflamación secundaria a un traumatismo (golpe) directo a zona testicular. Infecciones producidas por virus o bacterias que causan inflamación testicular o de su anexo. Pero sin duda, la causa que reviste mayor importancia entre estos cuadros, el que corresponde a la torsión testicular, que se manifiesta cuando el conducto de donde cuelga el testículo se enrolla sobre su eje, causando interrupción progresiva de la circulación sanguínea hasta producir su ausencia total, que en la medida que avanza el tiempo, podrá condicionar que el testículo pierda capacidad reproductiva o vitalidad.
Entre las causas que producen un dolor de menor intensidad y asocian tiempo variable de evolución mayor a tres días, establecen: el aumento de volumen por dilatación de las venas del escroto (varicocele), quistes en el sitio (epidídimo) donde se acumulan los conductos espermáticos (espermatocele), acumulación de líquido en el espacio que rodea al testículo (hidrocele).
Por último, también puede haber dolor referido a región testicular por originarse alteraciones en otros sitios, como por ejemplo: en casos de cálculos renales en descenso o hernias con compresión intestinal. El cáncer testicular por su parte -en la mayoría de las ocasiones-, puede sospecharse al asociar crecimiento anormal de tipo indoloro.
La torsión testicular suele presentarse de forma más frecuente en preescolares y entre los diez y diecisiete años de edad. Se produce cuando las estructuras vasculares, de las cuales se sostiene o cuelga el testículo, se enrollan en forma variable (media a dos vueltas) causando en primer lugar deficiencia al retorno de la sangre venosa y por congestión secundaria inmediata, disminución del flujo sanguíneo con compromiso en la vitalidad del testículo. Se establece como parámetro de aproximación, que después de seis horas de evolución, se puede salvar el testículo en el 90% de las veces; después de doce horas el porcentaje disminuye a solo 50% y posterior a veinticuatro horas, se puede salvar el 10% de las veces, liberando la torcedura mediante cirugía específica.
La torsión se relaciona con una deformidad anatómica del testículo, en la que hace falta su fijación a la parte inferior, que permite su torcedura en el interior de la bolsa que los envuelve. Se asocia con antecedente de ejercicio muy intenso, posterior a un golpe e incluso después de dormir de forma habitual o sin presencia de algún factor evidente.
Se sospecha de este cuadro, cuando el escolar o adolescente inicia con dolor intenso en el testículo de forma súbita, que puede aumentar o disminuir pero que no desaparece. Por características especiales del enfermo, se puede asociar con: dolor abdominal, náuseas, vómitos, inflamación con aumento de volumen testicular o engrosamiento de la piel (escroto), con apariencia de estar a una altura diferente con el sano.
La forma de comprobar este cuadro, es mediante un estudio de imagen por ultrasonido para comprobar que el riego de sangre se encuentra interrumpido, destacando siempre la importancia que tiene el tiempo de evolución, para el pronóstico funcional, tratando de realizar la intervención quirúrgica a la brevedad posible.
En algunas ocasiones, el cordón enrollado puede enderezarse de forma espontánea y desaparecer las manifestaciones previas, lo cual puede permitir ignorar el cuadro presentado, pero si no se considera su atención apropiada, la posibilidad de volver a sufrir el cuadro es muy elevada. Así en este intervalo, se deberá de aprovechar la realización del tratamiento quirúrgico sin condiciones de urgencia, para tener un mejor resultado, para sujetar al testículo a la parte inferior.
Cuando el testículo ha perdido su vitalidad, se retira durante el acto quirúrgico para evitar complicaciones secundarias. La fertilidad y la producción de hormonas, no se alteran al quedar el testículo contrario sin alteraciones, bajo la advertencia de evitar traumas o enfermedades que lo puedan afectar en tiempos futuros. La colocación futura de alguna prótesis testicular, solo cumplirá la función estética.
Entre los siete y doce años de edad, el cuadro puede ser causado por torsión de residuos embrionarios, que se pueden considerar al momento de notar que el dolor y aumento de volumen, se localiza de forma más específica en el polo superior del testículo afectado.
Otras condiciones que pueden generar dolor testicular, son algunas infecciones virales o bacterianas cuya intensidad puede ser considerable, pero a diferencia del cuadro previo es de instalación progresiva y en ocasiones con antecedente de signos relacionados a la enfermedad que la origina. Entre los virus, el de la parotiditis es el más habitual para causar la reacción inflamatoria infecciosa. Se puede tener el antecedente de cuadro previo a nivel de las paperas y/o el antecedente de vacunación ausente de la triple viral, que se aplica generalmente al año de edad (rubeola, sarampión, parotiditis). El riesgo relativo con este tipo de infección, es que puede existir afectación bilateral que puede comprometer la función reproductiva del afectado. Otros virus se relacionan con cuadros previos de diarreas, de influenza o solo fiebre recurrente.
Entre las infecciones por bacterias, se presentan con mayor frecuencia en adolescentes con mecanismos de invasión retrógrados. La bacteria alcanza al testículo y/o epidídimo a través de los conductos eyaculatorios (infección sexual) o de las vías urinarias. El cuadro asocia secreciones por vía genital, dolor a la micción o síntomas generales. El dolor se manifiesta de forma progresiva; y el estudio de ultrasonido, permite distinguir una circulación sanguínea incrementada con tejidos genitales inflamados.
Los otros procesos, suelen tener dolor leve y en ocasiones imperceptibles, al tener instalación progresiva por acumulación de líquido. Pueden detectarse con algunas maniobras relativamente sencillas. Su tratamiento requiere medidas generales y en ocasiones, algunos medicamentos de tipo sintomático.
Como medidas generales que se pueden aplicar para mejorar la inflamación y molestias secundarias, se recomienda mantener reposo absoluto, establecer ayuno a partir del inicio del dolor ante la posibilidad elevada de tratamiento quirúrgico, aplicación de compresas frías para disminuir la inflamación progresiva, fijación genital en posición contra la gravedad para facilitar su drenaje vascular, empleo de antibióticos y de analgésicos solo posterior a la valoración médica, ya que en forma anticipada y de acuerdo a la eficiencia química, pueden enmascarar o alterar el cuadro.

Ante la remota posibilidad de un cáncer testicular que se caracteriza por aumento de volumen sin asociar dolor, se deberá de acudir siempre a la valoración temprana con los especialistas relacionados (urólogo pediatra, cirujano pediatra, pediatra). Recuerde que cualquier molestia que no se le da importancia para una atención temprana, puede complicar y agravar la enfermedad del paciente…