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Golpe de calor


Con el calor que ya empieza a sentirse en nuestra población, cualquier persona puede acusar sus efectos, pero entre los más afectados se encuentran los niños menores de seis años y los recién nacidos.
Los niños recién nacidos, tienen la particularidad de no tener un funcionamiento renal de respuesta rápida o adecuada en los primeros días posteriores al nacimiento, por lo que puede ser posible que en ocasiones permitan una eliminación inadecuada de orina y de esa forma pueden dar una alteración en el contenido de agua en el recién nacido.
Mas importante es aún; la función de la piel que bajo estas condiciones de exposición intensa o prolongada al calor o sol, con el propósito inicial de controlar la temperatura del organismo, empieza a liberar calor que se desprende de su superficie por radiación; y ante la piel caliente, cada glándula de sudor procura enfriar el cuerpo liberando agua, que no se llega a percibir por tener una evaporación inmediata ante la piel caliente.
El calibre de los vasos sanguíneos, por el calor hacen que se abran más y el flujo de sangre circula más lento y con mejor presión.  
En el interior de la circulación de la sangre, la proporción de elementos sólidos con el líquido, determina la consistencia a la sangre, que influye al flujo y nutrición de los tejidos. Cuando se presenta un cuadro de pérdida de agua por el calor de la piel, se va generando de forma progresiva el cuadro de deshidratación, y por tener mayor predominio de pérdida exclusiva o preferente de agua sin perder sales del interior de la circulación, hacen que la consistencia de la sangre se incremente y ahora tendremos un flujo sanguíneo de consistencia más espesa, que de forma inevitable empieza a absorber el agua de las células y las empieza a deshidratar.
En el tejido cerebral la deshidratación de las neuronas inevitablemente manifiestan alteraciones en su función y en la mayoría se empiezan a generar alteraciones del comportamiento expresadas en el niño pequeño como llanto constante y en la medida que es mayor el daño, se pueden presentar las convulsiones.
Como reacciones al calor, los niños pueden tener dos tipos de alteraciones básicas: unas que se conocen como menores que pueden causar calambres por modificación de las sales en la circulación sanguínea y el desmayo por el calor que se causa porque la temperatura elevada hace que los vasos sanguíneos se abran un poco más y por tanto, disminuye la circulación a nivel cerebral. Estos eventos tienen la particularidad que remiten ante medidas sencillas como retirar del calor y ofrecer una cantidad adecuada de líquidos.
Las reacciones mayores son más importantes de conocer por la posible consecuencia que pueda originar con daño físico ó pérdida de la vida.  Comprenden a la insolación que es la precursora del golpe de calor. En la insolación el niño aun permanece consciente y tiene datos de deshidratación: llanto, irritabilidad, sed, corazón con mayor frecuencia, y remiten con la ingesta de líquidos o bien con la colocación de suero para sustituir la cantidad de líquidos perdidos de forma rápida.
En el golpe de calor, el niño manifiesta temperaturas muy elevadas (por arriba de 40 grados) tiene una evolución muy rápida y manifiesta alteraciones en su comportamiento con comportamientos extraños por alucinaciones, convulsiones, coma y muerte.
Hay dos tipos de golpe de calor: el relacionado con el ejercicio y el que no tiene relación con la actividad física (llamado: clásico).
El golpe de calor relacionado con el ejercicio generalmente afecta a niños no acostumbrados a la actividad física bajo condiciones de calor o de sol. Se manifiesta con  aparición brusca de mal estado general grave, con dolor de cabeza, mareo, desmayo, convulsiones y coma.
El golpe de calor clásico (sin ejercicios), tiene instalación más gradual y se van presentado de forma similar: ganas de vomitar, mareos, vómitos, dolor de cabeza, confusión, convulsiones, coma.
El tratamiento para el golpe de calor incluye el desvestir totalmente al niño, rociar constantemente agua la superficie corporal y provocar el movimiento de aire mediante un ventilador, y no se deberá de aplicar medios fríos por riesgo de causar alteraciones en el ritmo del corazón que de persistir pueden causar el paro cardiaco. Se solicitará ayuda profesional o servicio de emergencias para la instalación de un suero que deberá de pasar una determinada cantidad para el peso del niño en un tiempo variable entre 20 minutos a una hora, y ser enviado de forma urgente a atención hospitalaria.
El propósito además de conocer los riesgos a que se exponen los niños en esta temporada, también tiene como finalidad orientar a la forma de prevenirlo, y entre las alternativas tenemos:    
Reposo: evitar que los niños hagan ejercicio físico cuando haga más calor, en las horas centrales del día. Si se sale con los pequeños, habrá que descansar a la sombra o en lugares frescos y ventilados.
Ropa: Se recomienda vestir indumentaria ligera, amplia, a ser posible de algodón, que transpire, y de colores claros, que absorben menos el calor.
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Al aire libre, protección: la cabeza debe llevarse protegida con algún gorrito que permita transpirar. En la playa o campo, hay que intentar evitar el centro del día, de 11 a 17 horas aproximadamente, y descansar bajo la sombrilla, además de proteger la piel con una crema solar. Unas gafas de sol también protegerán los ojos de los pequeños.
En casa: es aconsejable cerrar las ventajas y echar las cortinas en las fachadas expuestas al sol. Hay que mantener las ventanas cerradas mientras la temperatura exterior sea superior a la interior. Es conveniente abrirlas de noche, cuando refresca, para ventilar la casa. Intentar permanecer en las estancias más frescas, sobre todo en las horas centrales del día.
Refrescarse: ducharse o bañarse con agua fresca, mojarse cara y manos, ponerse ante un ventilador o poner el aire acondicionado a una temperatura agradable…
Alimentación: para hidratarnos, comer mucha fruta, verduras y hortalizas frescas y cocidas. Hay que anticiparse a la sensación de sed y ofrecer a los pequeños con frecuencia abundantes líquidos (lo más sano, agua y zumos naturales). El sudor excesivo hace que perdamos más líquido del habitual, así que tendremos que beber más.
En los bebés recién nacidos, el sudor no es tan visible porque digamos que “su termostato”, el sistema de regulación de su temperatura, aún es inmaduro, así que habremos de llevar especial cuidado en que estén bien hidratados