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Gracias…


En esta ocasión, con motivo de las felicitaciones que recibimos los médicos; de forma espontanea, sin haber sido asignado de forma exclusiva (perdón anticipado a mis compañeros), me atrevo a expresar mis agradecimientos a cada uno de los miembros de esta sociedad en la cual convivimos, aclarando que esta manifestación puede aplicar a cada uno de nuestros compañeros, en la situación que somos profesionales en la atención de la salud, inducidos por la motivación que nace en la mayoría de las ocasiones desde etapas muy tempranas:
Gracias, a la familia que nos ha formado; ya que en ella fue donde fundamentalmente nos iniciamos a conocer el amor hacia los demás, que es la base primordial para empezar a servir al prójimo. A nuestras madres, que despertaron en nosotros la sensibilidad emocional para poder compartir alegrías y fracasos, y con su apoyo incondicional nos motivó a superarnos. A nuestros padres, que en base a la fortaleza nos invitó a adoptarla para poder salir avante de las dificultades, y con ejemplo nos hizo ver que toda meta es posible lograrla. A nuestros hermanos, que con su convivencia continua en las diferentes etapas de la vida nos fuimos moldeando en una personalidad particular, en donde el mayor nos marcaba el camino a seguir y al menor nos quedaba la responsabilidad de poderlo ayudar en el suyo.
Gracias, a nuestros compañeros y amigos de la infancia y juventud; que con su desempeño particular, nos fueron mostrando que existen diferentes alternativas para conseguir los objetivos con el optimismo que nos mostraron; además dentro de  su espontanea amistad, nos dieron siempre la mano en varias ocasiones para poder levantarnos cuando caíamos en el desanimo.
Gracias, a nuestras escuelas en donde sus profesores nos empezaron a enseñar las primeras letras, el sentido de la responsabilidad y valores elementales de nuestra sociedad, con el mejor de los ejemplos que se pueden exigir y era la actitud de ellos mismos.
Gracias, a la persona o personas que fueron el último impulso que nos faltaba para poder definir esta vocación, que en momentos de incertidumbre aun dudábamos de lograrla. En ocasiones fue un familiar enfermo, en otras nuestro propio médico de la familia, algún profesor que se percató de nuestras actitudes, el personaje de un drama, en fin, quien haya sido también es justo agradecerle esa definición.
Gracias, a los hospitales que nos dieron la oportunidad para que en sus entrañas llegáramos a conocer la cruda realidad que representan las enfermedades, que de forma teórica y muy insensible las conocíamos antes en los libros. A todas aquellas personas que conocimos en los ambientes hospitalarios, que con su labor diaria son muestra de servicio, sencillez y dignidad; al mostrarnos que todos somos igual de importantes, en el ejemplo que puede manifestar la persona que realiza la limpieza para tener un ambiente pulcro, en un ambiente tan potencialmente a estar contaminado, y que sin su participación responsable, todo conocimiento sería inútil. Las enfermeras con la atención benévola a los pacientes y la función ejecutora de las indicaciones médicas finales se muestran siempre al pendiente de cada enfermo; camilleros, administrativos, auxiliares y todos en mostrar la importancia de trabajar en equipo para conseguir la salud de los pacientes; y en especial, los pacientes que nos inquietan a dudar de lo aprendido, para ubicarnos que aun nos falta demasiado por aprender, y que esta carrera no permite dejar de estudiar. Entre ese ambiente también su particular reconocimiento a la muerte por llegarse a mostrar como el enemigo a vencer, pero también de respeto para poder afrontar de forma digna cuando no hay mucho por ofrecer ante lo grave de una enfermedad. A la recuperación de los pacientes que era motivo de animación por saber que es posible cambiar el destino de algunas personas. A nuestros profesores durante el ambiente hospitalario, ya que son parámetro de imitación porque además de los conocimientos excesivos o escasos que llegan a tener, algunos se mostraron espontáneos en brindarlos para los futuros médicos en potencia, y también a aquellos que en su limitado conocimiento, se encerraban en su soberbia actitud de mostrarse siempre negativos a la enseñanza; y a cambio, nos llegaban a agredir en forma verbal, física (pinzazos) y la mayor de las veces en forma emocional (guardias de castigo, humillaciones colectivas, etc.), para darnos cuenta que en el futuro corríamos la suerte de comportarnos igual que ellos; si profesores también la actitud negativa enseña y motiva a no imitarla.
Todo hasta el momento de la titulación hace considerar que todos esos personajes son quienes influyen a la formación de un médico, pero esto no es cierto, la motivación se sigue dando aun después que  uno obtiene el título de médico o de especialista; y ahora,  son nuestros pacientes que valoramos en cada consulta, en donde siempre buscamos identificar al enemigo que amenaza la salud de ellos, es la motivación de nuestros estudios el poder identificarlo de forma más fácil, de poder ofrecer el mejor tratamiento, y en especial, el momento de notar que los resultados se han logrado con nuestra participación. Es nuestra motivación y también agradecimiento a la mirada de felicidad de unos nuevos padres ante la vista de un recién nacido, la sonrisa de los familiares de volver a ver a su paciente recuperado y el saludo honesto y sincero de nuestros pacientes fuera del consultorio. Son también nuestros compañeros de profesión quienes con sus sugerencias, críticas y comentarios nos ayudan a ser mejores en cada día, y en particular quienes tienen actitud hostil innata contra uno, ya que son los que están más atentos a señalarnos y hacernos mejorar. La sociedad restante, por ser un nuevo reto en buscarle alternativas en la investigación de cómo mejorar las condiciones de salud, o programas que ayuden a elevar la calidad de vida. A nuestros sistemas institucionales de salud por permitirnos la formación y continuidad en el desempeño de nuestras labores y en las limitaciones por motivar nuestro ingenio y hallar soluciones adecuadas. A los charlatanes, asesores médicos y comercializadores de la medicina por motivarnos a enseñar a nuestros pacientes a reconocerlos y darnos el contraste en nuestra verdadera vocación y medicina. Gracias por todo eso.
Es también el momento de entrar al círculo de la vida, en donde ahora nos toca ser el personaje que motive a las nuevas generaciones a continuar el ciclo, y es un compromiso que no debemos traicionar.
Por corresponder en esta fecha a las felicitaciones, me resta como médico solo agradecer a todos ustedes, la oportunidad de poderles servir en esta vida a cumplir su propio destino, y mi último agradecimiento que debí de haberlo puesto desde el inicio, es para nuestro Creador, por darme la oportunidad en esta vida, de ser un instrumento de sus designios. Al final podremos marcharnos con la satisfacción de haber cumplido nuestra labor..  
MUCHAS GRACIAS.