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Inteligencia emocional (I parte).

En general estamos habituados a considerar que la inteligencia de un individuo esta definida por situaciones genéticas y anatómicas correspondientes a características especiales del cerebro, e influidas en su desarrollo y formación por los estímulos que participan en la adquisición de sus diferentes habilidades para formar finalmente su maduración progresiva, y se manifiesta por calificaciones académicas altas, o por capacidad de resolver en forma muy simple la solución de problemas complejos.
Se establece de acuerdo a esa lógica, que padres inteligentes podrán tener hijos inteligentes y padres con disminución en esa capacidad, tendrán en forma secundaria hijos con pocas expectativas. Pero en la vida real, notamos que esto no se cumple de forma cabal, y ello está condicionado por las situaciones que influyen posteriores a la carga genética.
La cantidad de neuronas (células del cerebro) viene establecida como carga genética, en forma similar a otras características anatómicas compartidas en la familia. Como ejemplo, tipo de cabello o color de piel. Para preservar esas células es necesario cuidar de los factores que puedan dañarlas, y en este caso, es muy importante la cantidad de oxígeno y nutrientes que disponen o carecen en los primeros momentos de la vida como etapa muy importante, o bien en los primeros cinco años de vida en que se establece su maduración. El aporte de leche materna juega un papel elemental al proporcionar sustancias específicas humanas para la formación de conexiones neuronales. El niño que recibe leche materna de forma más constante y prolongada tiene más posibilidades de desarrollar abundantes y mejores conexiones entre neuronas, en comparación con el que se alimenta de leche industrial o recibe por tiempo limitado la leche materna. Estas conexiones en el futuro, le permitirá una interacción rápida y eficiente en la comunicación y respuestas neurológicas. Se desempeñan entonces de forma aceptable las funciones cerebrales superiores, y el individuo tiene capacidad para tener un mejor rendimiento académico. En forma habitual, se comprende también, que el individuo en desarrollo que se encuentra bajo ambiente de estimulación múltiple adecuado, tendrá mejor información para tener un mejor desarrollo.
Hasta este punto, es lo habitual que conocemos del desarrollo cerebral para favorecer la preparación  intelectual y académica de una persona, pero recientemente se ha encontrado que dentro de las influencias que tienen mayor participación en la maduración de las funciones cerebrales superiores, es la presencia y desarrollo de emociones lo que modifica de forma significativa el funcionamiento cerebral.
La inteligencia académica tiene poco que ver con la vida emocional, las personas más inteligentes pueden hundirse en los peligros de pasiones desenfrenadas o impulsos incontrolables. Existen otros factores como la capacidad de motivarse y persistir frente a decepciones, controlar el impulso, regular el humor, evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía, etc., que constituyen un tipo de inteligencia distinta a la racional y que influyen más significativamente en el desempeño en la vida, esta es conocida como inteligencia emocional.
En el desarrollo de las especies, los animales inferiores tienen un cerebro primitivo que le permite actuar en forma instintiva, y a diferencia del cerebro humano carecen de toda estructura que les ofrezca la capacidad de funciones cerebrales superiores (lógica, análisis, síntesis, inducciones, deducciones, etc.). Se conoce que de toda la capacidad cerebral humana se ocupa una pequeña parte, ya que lamentablemente en el transcurso del día se deja que nuestro lado instintivo sea el que responde la mayor parte del tiempo, ya que desde muy pequeños, no se nos enseña a analizar y percibir las emociones en cada uno de los actos humanos, y mucho menos a manejar de forma adecuada nuestras frustraciones, para buscar alternativas adecuadas de soluciones viables que fomentan nuestra imaginación y creatividad.
Se conoce que las situaciones emocionales del cerebro primitivo influyen en el funcionamiento del superior por las conexiones existentes y desde temprana edad, los estímulos emocionales agradables, participaran en el desarrollo de sustancias transmisoras (neurotransmisores) a receptores (neuroreceptores) con un patrón específico para un mejor desempeño en funciones cerebrales, y al contrario, aquellos con emociones desagradables tendrán deterioro en la formación o función adecuada. La memoria y el conocimiento se fijan de forma más simple con sentimientos agradables y las sensaciones desagradables, que pueden fijarse en nuestros recuerdos, generalmente se rechazan. Se comprende luego, que diferentes influencias en momentos especiales favorece a ese desarrollo, como la estimulación con música apropiada desde etapa del vientre materno puede ir influyendo al desarrollo cerebral, el momento del nacimiento bajo condiciones emocionales positivas por personal médico y familiares, las caricias posteriores al nacimiento y mientras se proporciona lactancia, las emociones positivas de los padres durante los primeros años de vida y el poder permitirle al niño ir identificando cada uno de sus sentimientos para que los vaya conociendo y controlando son factores que van moldeando el desarrollo de las funciones cerebrales. El cuidar el desarrollo emocional de la persona ofrecerá la oportunidad de favorecer su desarrollo integral. Gran parte de la formación de la personalidad está condicionada por antecedentes emocionales en etapas tempranas del individuo. Cada emoción ofrece una disposición definida a la acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirá decisivamente en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda.
En el desempeño académico participa de forma significativa la situación emocional, y de forma lamentable nuestros maestros no tienen en su gran mayoría, el conocimiento elemental de estos principios. ¿Cuántos adultos hasta el momento tienen miedo de hacer preguntas, por el antecedente en su infancia de haber sido reprimidos al preguntar lo que no sabían, y de poder someterse a alguna evaluación por temor a su calificación obtenida?; y al contrario, cuántos niños que se les estimula a aprender y conocer mediante preguntas adecuadas o comentarios de halago, además de otras actividades especiales que generen sentimiento de seguridad, confianza y agrado, se sentirán motivados a poner interés en clases y preguntar sin algún temor.    
En consideración del espacio disponible, en la siguiente semana continuaremos con el desarrollo del tema, procurando atender la forma de ayudar a los niños a mejorar su inteligencia emocional, que beneficie a su desarrollo personal e intelectual, desde el hogar y también a nivel escolar, como sugerencias a profesores.