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Leucemia.


Es el cáncer más común que llegan a padecer los niños, en particular entre edades promedio de dos a cinco años de edad.
Se le nombra cáncer a toda proliferación excesiva de las células de un tejido, sin control para limitar en su crecimiento y con inmadurez en su desarrollo; con capacidad de invadir a tejidos cercanos (infiltración), o bien de mandar células a distancia del sitio original afectando tejidos diferentes (metástasis), causando manifestaciones variadas con disminución de la nutrición y funciones a las células restantes, y por sus complicaciones en diferentes órganos con fallas múltiples posteriores y fallecimiento final.  
La leucemia es un tipo de cáncer que se origina por la proliferación anormal de los glóbulos blancos (leucocitos), y pueden invadir diferentes tejidos.
Normalmente, las células de nuestra sangre se forman y se diferencian en el interior de nuestros huesos (médula ósea), y a partir de ahí pasan a la circulación sanguínea para cumplir sus diferentes objetivos. En general son de tres tipos principales: los glóbulos rojos (eritrocitos), que transportan el oxígeno captado en los pulmones para llevarlo a cada célula del cuerpo, mediante el bombeo del corazón y acarrear de regreso el desecho respiratorio (bióxido de carbono), para eliminar en los pulmones. Los glóbulos blancos (leucocitos), que son células especializadas en la defensa interna contra la invasión de diferentes microorganismos o cuerpos extraños, mediante la digestión directa o bien con ataque de defensas específicas (anticuerpos). Las plaquetas, que son células que se amontonan para reparar los daños en el interior de los vasos sanguíneos y evitar sangrados.
Todo el proceso de forma normal, tiene un equilibrio apropiado ante diferentes circunstancias. En particular, los glóbulos blancos se estimulan en número y realizan sus funciones específicas cuando se activa el fenómeno inflamatorio en el ser humano, y al momento de controlar al agente agresor, regresa a sus valores normales y función de vigilancia.
Existen varias condiciones que se tienen que conjuntar para inducir una multiplicación desordenada de los glóbulos blancos a partir de la medula ósea, y entre ellos intervienen factores genéticos, alteraciones inmunológicas, exposición a radiaciones, cercanía con generadores eléctricos de alto voltaje, contaminación con productos derivados del carbón (benceno), exposición a inhalación de productos de tabaco, infecciones virales especiales (retrovirus), por señalar algunos; que por su combinación particular, inducen a estimular la reproducción sin control de los glóbulos blancos en forma exagerada, seguidos de invasión a la sangre y finalmente a los tejidos.
Las manifestaciones iniciales son poco probables de relacionar, pero si permiten sospechar el desarrollo temprano de la enfermedad cuando se le considera. Incluyen: fiebre con más de tres días de evolución, mal estado general, irritabilidad expresada con malestar y llanto por dolor óseo, disminución de su apetito.
Con la evolución de la enfermedad, por la forma como abundan los glóbulos blancos, perdiendo su función y afectando a los otros tipos celulares de la sangre; tendremos por alteración en la función de los glóbulos blancos, infecciones variadas, sobrepuestas o frecuentes de vías respiratorias, digestiva, piel, urinaria. Por alteración en la función de los glóbulos rojos: anemia crónica expresada con palidez progresiva de piel y mucosas, además de cansancio o fatiga a la alimentación o con ejercicios sencillos (respira más rápido y toma descansos para terminar alguna actividad). Por alteración en la función de las plaquetas tendrá hemorragias o sangrados de diferentes lugares como nasal, digestivo, urinario y también lesiones de la piel, con aparición de moretones en algunas partes del cuerpo sin motivo traumático evidente.
Cuando las células cancerosas han infiltrado a otros tejidos, se podrán notar otras alteraciones como dolor abdominal y crecimiento del hígado y del bazo. Convulsiones y dolor de cabeza, cuando se infiltra el sistema nervioso. Crecimientos de ganglios (que de forma normal son apenas pequeñas bolitas en el cuello).
La forma de confirmar la enfermedad en cualquiera de estos momentos, es con la realización de un estudio de sangre (biometría hemática completa), en donde se hará evidente el número excesivo de leucocitos, (generalmente por arriba de veinte mil cuando el valor máximo puede llegar en condiciones naturales hasta quince mil), con disminución de los valores de las otras líneas celulares (eritrocitos y plaquetas) y en especial el reporte de las formas inmaduras (blastos) en cantidad mayor al 2%.
El pronóstico para esta enfermedad ha cambiado de forma espectacular, con el hecho de detectar la enfermedad en una forma más temprana, y el tipo de tratamientos más específicos. Hace 30 años la sobrevida era de 1% y en la actualidad es de 80%.
Para tener posibilidades de éxito en el tratamiento de esta enfermedad, su manejo deberá estar a cargo de centros especializados donde se cuente con la tecnología adecuada para clasificar el tipo particular de leucemia, que incluyen estudios de inmunidad, molecular y genética; para poder tomar el esquema de medicamentos más apropiados de acuerdo a esa identificación para su remisión y curación total, que tendrá tiempo prolongado y ante eso, se justifican también estos centros por favorecer el costo del tratamiento que de otra forma sería imposible de cubrir, cuando los familiares del paciente carecen de recursos.
 El médico general o pediatra deberá de canalizar al paciente a esos centros especializados, en donde quedan a cargo del manejo por parte del especialista en enfermedades cancerosas (Oncólogo), o de la sangre (Hematólogo), o mejor aún el sub especialista del área infantil (Hemato-oncólogo pediatra).
Recuerden, la valoración temprana del padecimiento permite tener mejor pronóstico. El dolor producido por la toma de la muestra se justifica por la importancia de la enfermedad.