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Las lombrices


En general, se denominan de esa forma a los gusanos alargados (tamaño aproximado de lápiz), blanquecinos y redondos, que se hacen presentes en la evacuación de un niño, o entre sus ropas de cama en forma extraordinaria.
La existencia de lombrices no es exclusiva de algunos sectores de población marginados, ya que tienen distribución entre los niños que se encuentran en una edad en la que los hábitos de higiene manual no son frecuentes o cotidianamente realizados, en asociación con chupeteo de dedos de forma recurrente.
Durante la temporada de lluvias, nuestra localidad tiene un sistema de drenaje insuficiente, para contener los residuos sanitarios además del agua pluvial, que finalmente condiciona que este material contaminante de contenido fecal, pueda liberar los huevecillos al ambiente exterior; y dejar en posibilidad, que alguna persona con malos hábitos de higiene manual o niños terminen contaminados.
Hay muchas posibilidades que entre el material de drenaje, vayan variedades importantes de parásitos en forma de huevecillos que bajo condiciones adecuadas podrán dar origen a formas adultas en diferentes integrantes de la sociedad o de un grupo familiar particular.
Los niños en su comportamiento habitual entre edades de dieciocho meses a cinco años, tienen curiosidad por andar explorando su alrededor; y en especial a menor edad, es cuando todo lo procuran explorar tocando con sus manitas, y a continuación experimentar con el chupeteo el reconocimiento de los objetos. Por este mecanismo es fácil que se tenga contacto con algún objeto contaminado con esos huevecillos, que se pueden introducir en esa vía al sistema digestivo, en donde podrán continuar con su ciclo de vida y empezar a desarrollar en ellos la enfermedad.
Las manifestaciones que experimenta el niño como señal de tener estos parásitos, son variadas en presentación y en intensidad, de acuerdo al tipo y cantidad de parásitos desarrollados; y pueden ser desde alteraciones en el apetito con disminución de ingesta, ó sensación de desagrado por los alimentos, hasta datos de verdadera obstrucción intestinal con abdomen muy prominente, y dolor intenso que requiera de tratamiento quirúrgico.
Durante la maduración de los gusanos, pasan de la circulación de sangre a los pulmones, en donde pueden generar manifestaciones respiratorias como accesos de tos o datos parecidos al asma bronquial, y de forma progresiva suben por el sistema respiratorio, hasta llegar de nuevo a sistema digestivo por debajo de la garganta, para irse de nuevo al intestino a continuar su vida reproductiva.
De esa forma, el niño manifestará alteraciones de tipo intestinal con cuadros de dolor, vómitos, ingesta disminuida, distensión (abombamiento) del abdomen; en forma alterna, con manifestaciones respiratorias como: tos, dificultad respiratoria, ruidos de tipo “gato” por el ciclo que tiene el parásito; y además, manifestaciones generales como irritabilidad, alteraciones del sueño, palidez, sensación de fatiga, y de forma menos común el rechinado dental nocturno.
La forma de identificar la enfermedad es haciendo evidente la presencia del parásito mediante estudios de búsqueda de huevecillos en las evacuaciones; o bien, mediante su presencia a simple vista en alguna evacuación, o posterior al acceso de tos por salida de boca o nariz.
Cuando su cantidad es muy abundante pueden causar obstrucción al flujo normal intestinal, por quedar atorados en algún segmento del intestino, y con ello generar vómitos, dolor y ausencia de evacuaciones o gases intestinales. La radiografía o el ultrasonido los hace evidentes y con el tratamiento médico pueden ser eliminados.
Para su tratamiento, se requiere de la ingesta de un medicamento que los elimina al no permitir que se puedan mantener activos dentro del intestino, pero considerando que pueden dejar en el interior algunas formas de huevecillos que tendrán que madurar, requiere de repetirse el tratamiento antes que puedan adquirir su forma adulta y volver a reproducirse.
Un niño sin tratamiento podrá tener como complicaciones: deficiencia en la absorción de nutrientes y desnutrición de forma secundaria, cuando el cuadro se prolonga en el tiempo; o bien, si la cantidad abundante de parásitos causa obstrucción intestinal, puede ser consecuencia posterior una perforación intestinal con infección intensa y muerte.
Para su prevención, es conveniente evitar la ingesta de alimentos contaminados con agua de riego, en donde los huevecillos no necesitan de mantenerse en la materia fecal, y pueden permanecer viables por meses. Los desinfectantes comunes no destruyen de forma apropiada a los huevecillos y como medida adecuada, se deberá de administrar tratamiento de erradicación a la población que los pueda liberar y contaminar los mantos freáticos. Las campañas tienen este propósito y de ahí su importancia de cumplirlas de forma adecuada.
Se tiene la creencia que con la administración del medicamento antiparasitario en intervalos de cada seis meses, se podrá garantizar la prevención durante todo el año, pero esto no funciona en esta forma, ya que mientras se toma el tratamiento, se estarán eliminando únicamente durante esos días exclusivamente los parásitos existentes, y en cualquier otro momento que se ingieran los huevecillos, se dará la oportunidad de desarrollar la enfermedad.
Teniendo un niño parasitado de lombrices en la familia, se corre el riesgo que pueda transmitir la enfermedad al resto, a través de la ingesta de los huevecillos que pueden darse con la contaminación de sus evacuaciones.
Existen otro tipo de parásitos que podremos ir describiendo en sus características particulares en otra ocasión por este medio.