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Mutismo selectivo y fobia social

Se le considera como un trastorno de ansiedad, que pueden presentar algunos niños o adolescentes que lo caracterizan porque no pueden hablar en voz alta en situaciones específicas. El lenguaje comunicativo generalmente está intacto en estos pacientes, aunque el mutismo selectivo puede estar asociado con trastornos del lenguaje y la comunicación.
El mutismo selectivo puede ir acompañado de otros trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad por separación, el trastorno de ansiedad social (antes llamado fobia social), la agorafobia y el trastorno de pánico, así como por la timidez; sin embargo, también puede existir sin otros trastornos relacionados con la ansiedad.
Generalmente ocurre a la edad de 5 años; sin embargo, no se diagnostica hasta que el niño comienza su etapa escolar. En algunos casos, los adolescentes y adultos continúan experimentando una inhabilidad de hablar en público. Esta incapacidad, generalmente es más discapacitante en la escuela, ya que el niño no puede ser asertivo y hablar cuando los maestros lo piden. Se muestra más a menudo en las mujeres que en los hombres, con una proporción de mujeres a hombres de aproximadamente 2-2,5
Su inicio a menudo es abrupto, ocurre después de una crisis emocional o experiencia social humillante. Típicamente ocurre cuando el niño asiste por primera vez a la escuela (ya sea jardín de infantes o preescolar) y se siente exigido a responder de forma diferente y en exceso. Con el tiempo, los niveles de ansiedad tienden a aumentar a medida que los niños no superan su mutismo. Los estudiantes con mutismo selectivo pueden hablar bien en ambientes cómodos, como en casa con miembros de la familia, pero no pueden hablar en otros lugares o situaciones, como en la escuela o en público.
El mutismo selectivo no es una negativa voluntaria a hablar. Es un trastorno de ansiedad y los expertos creen, que es una forma extrema de fobia social. El mutismo selectivo es diferente del mutismo verdadero. Las personas con este mutismo nunca hablan.
Los niños y adolescentes con mutismo social pueden parecer extremadamente tímidos o retraídos, evitan el contacto visual y permanecen inmóviles e inexpresivos, a veces con posturas incómodas o rígidas o con lenguaje corporal. Su silencio, puede servir para evitar que los signos externos de su ansiedad, puedan ser advertidos por otros.
A menudo, puede coexistir con la fobia social, también conocida como ansiedad social, y se define por un miedo marcado y persistente a las situaciones sociales o de rendimiento, en las que puede producirse vergüenza; la exposición a la situación social o de rendimiento, casi siempre causa una reacción de ansiedad, como un ataque de pánico relacionado a situaciones específicas o predispuesto a presentarse en ambientes particulares.
También puede ser el precursor de la agorafobia y el trastorno de pánico. La agorafobia es un temor especial en la que el individuo teme estar en lugares concurridos; por esta condición a menudo se vuelven confinadas a su hogar. El trastorno de pánico asociado, puede provocar una discapacidad significativa.
Antes de asistir a reuniones escolares, sociales o eventos especiales, los niños y adolescentes con mutismo social, pueden manifestar tener dolores de cabeza o de estómago, o incluso vómitos o diarrea.
Los estudiantes con este mutismo, pueden: necesitar de un asiento preferencial en el aula cerca del maestro o un amigo, necesidad de usar comunicación no verbal para responder preguntas (señalar, asentir con la cabeza, usar los pulgares hacia arriba o hacia abajo, o expresiones faciales, etc.), necesidad de completar las tareas verbales de forma individualizada con un docente o utilizar un equipo adaptativo (presentaciones de video o fotografía creadas en el hogar, por ejemplo),  necesita tomar sus exámenes en un área especial y cómoda fuera del aula, necesita clases o entornos de aprendizaje en grupos pequeños, necesita visitar al servicio de enfermería de la escuela para su toma de medicamentos que controlen su ansiedad. Son personas que suelen estar socialmente aislados y en riesgo de constante intimidación por sus compañeros restantes.
Las relaciones sociales pueden ser extremadamente difíciles para estos niños. Mientras que tales estudiantes pueden estar en un riesgo de ser intimidados, en otros casos, los compañeros de clase pueden asumir roles de protección y tratar de hablar en nombre de su amigo con  mutismo selectivo.
Es un trastorno que ocurre por primera vez en la infancia y puede continuar hasta la adolescencia y la adultez. En adultos con este trastorno, el deterioro funcional se produce cuando se requiere hablar en público o dar conferencias en la propia vocación. La ansiedad social grave puede no ser evidente, ya que la persona puede funcionar de manera relajada cuando utiliza estilos de comunicación no verbales como gestos, signos o palabras repetitivas.
A menudo, se puede confundir con una alteración conocida como trastorno oposicional desafiante, debido a las características significativas de la oposición y el desafío que con frecuencia acompañan la negativa del niño, a hablar especialmente en el entorno escolar. A medida del paso de los años, un porcentaje significativo de niños "supera" el mutismo selectivo; sin embargo, algunos niños continúan teniendo dificultades para hablar en público y exhiben una producción de lenguaje escasa en comparación con sus compañeros de edad.
Los criterios exigidos para considerar esta alteración, establecidos a personas menores de 18 años, definen que los síntomas deben persistir durante al menos 6 meses y no deben ser debidos a los efectos secundarios directos de una sustancia (por ejemplo, cafeína) o a un condición médica, y no debe explicarse mejor por otro trastorno de salud mental (p. ej., depresión, psicosis aguda).
La causa para desarrollar esta alteración es multifactorial. Algunos niños lo desarrollan después de una condición importante como una enfermedad, la separación de sus padres u otras experiencias traumáticas, como el abuso, la negligencia y la intimidación, que pueden contribuir especialmente al riesgo. También pueden estar relacionados con la falta de un grupo de apoyo. Existe la posibilidad de una mayor incidencia entre parientes de primer o segundo grado.
El cuadro puede ser parecido y confundido con otras alteraciones especiales que pueden incluir a los trastornos de la audición, perturbaciones emocionales, empleo de tóxicos. Bajo esta posibilidad, se pueden emplear estudios de laboratorio o gabinete para especificar la alteración.
En cuanto a su tratamiento, se pueden emplear algunos medicamentos que regulan la actividad de algunas sustancias a nivel de la transmisión nerviosa de algunas zonas específicas del cerebro, vinculadas a este comportamiento. Requieren de la atención de especialistas como neurólogo pediatra, psicólogo, paidopsiquiatra, terapistas. Se trabaja en especial la autoestima, seguridad y convivencia para ir consiguiendo resultados.

A nivel de su etapa escolar, se requiere de sus profesores la adecuada comprensión de su problema. Además los profesores pueden colaborar de forma adicional desarrollando relaciones calidad y de apoyo, incluso si esas interacciones son sin empleo de su voz, aliviando su ansiedad y fomentando la unión y apoyo del grupo restante al afectado, fomentando también su participación, independencia y asertividad en todas sus actividades de la clase sin presionarlos para que hablen, favoreciendo una mejoría y desarrollo progresivo. Darle confianza al afectado para que en el salón pueda sentirse como en casa… deberá considerar esta posibilidad cuando distinga en su hijo, una comunicación deficiente con su grupo escolar o social adicional.