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Perímetro craneal

Es la medición del mayor contorno que existe en el cráneo. Su magnitud permite considerar a diferentes edades, el desarrollo normal del cerebro que se encuentra en su interior.
Constituye un procedimiento adicional en la vigilancia del crecimiento del niño, durante los primeros cinco años de vida; y en forma relevante –por el desarrollo cerebral en su interior-, durante los primeros dos años en los que su revisión será más estrecha.
Para poner en evidencia que el desarrollo de un niño se efectúa de forma adecuada en sus diferentes edades, se toman medidas de diferentes estructuras o segmentos corporales. En forma habitual, las tres medidas que siempre se toman en cuenta para la evaluación del crecimiento y desarrollo de un niño, son: el peso, la estatura y el perímetro de la cabeza (cráneo).
Si la determinación del peso y la talla, nos definen el incremento en el número de células de los diferentes tejidos, con la modificación en su contenido de forma progresiva, para avalar un estado de salud y desarrollo adecuado, el perímetro craneal nos permite identificar la condición de desarrollo del cerebro en su interior, como referencia de parámetro de normalidad; o bien, como dato de alguna alteración que pueda portar por deficiencia o función modificada.
Nuestro cerebro a diferencia de otras especies, va adquiriendo proporciones progresivas en la medida que va desarrollando funciones especiales cada vez más variadas y complejas, relacionadas con los órganos sensitivos y coordinación de aparato locomotor, además de las funciones cerebrales relacionadas al aspecto intelectual, emocional y social.
El cerebro en su complejidad interna, al paso del tiempo establece conexiones variadas entre sus diferentes regiones. Es a través de las experiencias y sensaciones que se van procesando y almacenando como informaciones variadas en su intimidad, a base de sustancias y reactivos particulares en cada célula, que desarrollan en forma subsecuente mediante procesos variados de acierto y fallas, el control adecuado de funciones específicas al paso del tiempo, con la participación de mecanismos de estimulación e inhibición en los sistemas de transmisión.
En este tipo de tejido, la adquisición de funciones y el incremento de conexiones celulares, son las que influyen al aumento progresivo de las dimensiones, que a la condición de poderse determinar mediante mediciones periódicas, permite corroborar el desarrollo como normal o alterado.
Bajo el parámetro de medición, el valor resultante puede ser considerado en tres alternativas: menor, normal o mayor de acuerdo a la edad en que se encuentre el niño.
La determinación del perímetro craneal, debe reunir algunos requisitos indispensables a cumplir, entre los que se destacan: efectuarse con un dispositivo de medición (cinta) que sea flexible pero no elástico para evitar errores en su medición. Debe tomar una trayectoria específica para tomar la medida del diámetro mayor del cráneo, por lo que los puntos a considerar de referencia, incluyen: el punto más prominente de la región posterior de la cabeza (occipucio), parte superior de los pabellones auriculares, borde superior de las cejas y punto prominente de la región frontal.
Para que se pueda permitir el crecimiento del cerebro en el interior de la cabeza, los huesos del cráneo al nacimiento no están totalmente unidos y del tamaño final. Al paso del tiempo y del crecimiento del cerebro, van definiendo su tamaño final y la fusión a los huesos que se encuentren cercanos. Es natural por esta característica, que se distingan algunos espacios más amplios (fontanelas) en la parte superior delantera y trasera que en diferentes momentos se cerrarán y se harán de consistencia dura. 
En el recién nacido cuando su mecanismo de obtención es la vía vaginal, el perímetro cefálico puede estar disminuido, por la forma como los huesos del cráneo se sobreponen al sufrir la presión del canal del parto y se comprueba, al percibirse al tacto que algunos huesos se encuentran montados sobre otros durante los primeros días de vida.
Es posible que si durante el embarazo se desarrolló el cerebro de forma anormal por información genética alterada, infección o  enfermedad materna, la medida del perímetro craneal tendrá mediciones fuera del rango normal (promedio de 36 cm), con las alternativas de tener un diámetro mayor (macrocefalia) o menor (microcefalia) de acuerdo a curvas de variación estadísticamente aceptadas y condiciones étnicas específicas. Por las condiciones de nutrición en el ambiente del vientre materno y la duración del embarazo, también se pueden presentar variaciones con tendencia mayor a nacer con un perímetro craneal menor o en desproporción al tamaño corporal.
La medición del perímetro craneal, es una variante que deberá tener evaluación secuencial en el tiempo, para comprobar de acuerdo a estándares estadísticos, por sexo y región geográfica, que tenga una velocidad de incremento adecuado. En las gráficas de seguimiento, se pueden encontrar variantes de desarrollo normales y solo aquellas representaciones que se encuentran por fuera de estas variantes, se consideran como anormales. Otra forma de manifestar su utilidad la medición del perímetro craneal, se refleja cuando en el seguimiento habitual en forma súbita, se modifica la curva hacia regiones superiores o inferiores como manifestación de alguna afección cerebral.
En la medición del perímetro craneal, otro factor que puede condicionar error en su apreciación verdadera, es el aumento de volumen en la superficie de la cabeza por tejido hinchado o acumulación de sangre debajo del cuero cabelludo.
Durante los primeros dos años de vida, el crecimiento del cerebro es importante por todas las funciones de desarrollo que alcanza. La medición del perímetro craneal es un buen parámetro de referencia para hacer objetivo el desarrollo cerebral. Se establece como promedio habitual que al final del primer año de vida, el perímetro deberá de aumentar de 10 a 11 cm de la medida inicial del nacimiento alcanzando cerca del 83.5% del tamaño adulto. En el segundo año de vida aumentará 5cm y en el periodo de los dos a los cinco años volverá a mostrar un incremento promedio de otros 5 cm para volver a tener aumento de volumen lento hasta finalizar en la adolescencia con su diámetro final.
La existencia de un perímetro cefálico pequeño al nacimiento y que no muestra incremento adecuado durante los primeros meses de vida, deben poner en alerta al médico y sus familiares para tratar de identificar la causa y de acuerdo a la misma poder establecer su manejo correspondiente. De forma asociada se deberá contar con la opinión del neurocirujano, a fin de poder establecer alguna intervención quirúrgica que le permita al cerebro no sufrir de limitación, a su crecimiento o desarrollar complicaciones en sus funciones que pueden producir una mayor presión en la cabeza. Por dolor de cabeza constante el niño manifestará llanto de tono alto y sin consuelo alguno. El tejido cerebral se comprime y se atrofia además de modificarse también el riego de la sangre al cerebro.  
Cuando el problema corresponde a una dimensión mayor de la habitual (macrocefalia), es necesario establecer también la causa para considerar el pronóstico y plan de manejo a corregir. Este tipo de alteraciones corresponden más frecuentemente a bloqueos en la circulación del líquido cerebral que al no poder fluir de forma habitual, permite su acumulación, con distensión de los huesos aún sin calcificar y al momento de su cierre empezar a generar una presión interna que termina por comprimir el tejido cerebral contra el hueso causando su atrofia y deficiencia en funciones cerebrales superiores.
La medición del perímetro craneal es importante por relacionar el bienestar y desarrollo del cerebro. Conviene que lo tome en cuenta su médico y haga el seguimiento adecuado.