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Radiación en niños

Una radiación no es más que la emisión, propagación y transferencia de energía en cualquier medio, en forma de ondas por el espacio. Estas ondas que se emiten o esparcen, pueden ser de dos tipos principales: en forma de ondas electromagnéticas, o por emisión de partículas atómicas o subatómicas específicas.
De igual forma se les identifica como radiación no ionizante, a aquella radiación que no tiene la suficiente energía como para romper los enlaces que unen los átomos del medio en que se irradian. De estos casos tenemos las ondas del espectro de luz visible, las ondas de radio, radar, celulares o de televisión.
Por otra parte, se encuentra la radiación ionizante, que tiene la propiedad de tener la suficiente energía como para producir modificaciones químicas –daño- en los cuerpos que las reciben. De ellos tenemos como ejemplos: la radiación proveniente del cosmos, energía nuclear, y en forma más frecuente los rayos X.
Los efectos biológicos de la radiación, se derivan principalmente del daño al material genético almacenado en los núcleos de las células, el ADN. La partícula atómica radiada, libera energía cuando interactúa con un electrón del compuesto orgánico. Ese electrón puede condicionar un daño directo sobre el ADN o puede interactuar sobre una molécula de agua, dando como resultado un radical libre que puede condicionar un daño ahora indirecto al ADN.
Este efecto indirecto, es el más frecuente (hasta en dos terceras partes). El ADN puede verse dañado por rotura en su composición; que puede ser en una cadena simple condicionando daños con mínimos efectos biológicos, o en la cadena doble que es difícil de reparar de forma inmediata, y como consecuencia, son capaces de condicionar alteración en la información acumulada, que eventualmente puede condicionar un cáncer o en otra situación: la muerte celular. Las reparaciones inapropiadas recurrentes también pueden resultar al paso de la repetición de radiaciones, en el desarrollo de uno de los múltiples pasos del origen de un cáncer.
Los efectos de las radiaciones ionizantes en el cuerpo humano, pueden tener dos tipos de comportamiento. Unos que se manifiestan siempre que se rebasa un nivel determinado de exposición y afecta principalmente la piel, formación de cataratas y la placa de crecimiento óseo. Se les conoce como efectos deterministas. Otros efectos (estocásticos), tienen condiciones de probabilidad pero no de certeza específica ante una determinada exposición, e incluyen en forma particular: la aparición de los cánceres radioinducidos, las alteraciones de formación corporal durante el embarazo y la posible modificación del material de herencia en los tejidos de la reproducción.
Considerando su efecto a nivel del material genético, uno de los empleos benéficos de la radiación, se ha establecido como el tratamiento complementario de la quimioterapia y la cirugía de algunos cánceres. Su aplicación causa la destrucción de las células que tienen un rápido mecanismo de reproducción. En la mayoría de las ocasiones se asocia con el empleo de sustancias químicas (quimioterapia), que modifican la dinámica de la reproducción acelerada y la liberación de formas inmaduras o diferentes de las células originales. Sin embargo, no existe una precisión específica para conseguir ese propósito, y en varias ocasiones, a las células y tejidos que se encuentran cerca de la masa tumoral, van a manifestar datos de la lesión por toxicidad de la radiación y/o de la quimioterapia.
Algunas de esas alteraciones secundarias al tratamiento con radiaciones, incluye: sensación de cansancio importante, formación de llagas en la boca, sensibilidad aumentada de las encías, mayor incidencia de caries, lesiones inflamatorias de la piel, caída del cabello, problemas de coagulación con hemorragias secundarias, problemas en su crecimiento y de fertilidad posterior.
Otro de los grandes avances de la medicina que incluye la aplicación de las radiaciones, se identifica en la obtención de imágenes de estructuras orgánicas internas, e incluso de la funcionalidad particular de algunas de ellas. Cada uno de los estudios específicos representa la oportunidad de poder recibir material radiactivo en cantidad variable, sin opción de poder eliminarlo para el resto de la vida; y por tanto, con posible efecto acumulativo en la medida que dichos procedimientos de radiación se sigan empleando en el mismo organismo.
El pronóstico al paso del tiempo, varía en forma considerable y es de mayor significado entre más pequeño de edad y dimensiones se trate el paciente. Así es de tomar en consideración que un niño que en temprana edad recibe este tipo de radiaciones, puede tener riesgo mayor por la desproporción entre cantidad de radiación y tamaño, y posteriormente seguir acumulando mayor cantidad que puede causar efectos específicos.
Otro riesgo particular lo representan los productos en etapa de gestación, ya que la exposición a la radiación en los primeros días en que el ser humano se encuentra en formación de diferentes partes corporales, la radiación puede ser motivo de condicionar algunas deformidades o incluso abortos. Por otra parte, la radiación al material genético en etapa temprana, puede ser condicionante de anomalías funcionales posteriores, o predisposición incrementada a desarrollar algunos tipos de cáncer.
Entre los estudios médicos que involucran la exposición a las radiaciones, podemos citar en orden de su agresividad: a los estudios radiográficos simples, cine radiografías con aplicación de medios de contraste, estudios de medicina nuclear con administración o aplicación de radioisótopos y estudios de tomografía.
La forma de identificar la cantidad de radiación nociva, se define por cálculos aritméticos y estadísticos, que toman en consideración la cantidad y sitios de aplicación en relación con la sensibilidad del organismo. En forma simple, se puede hablar de un promedio de radiación corporal en un tiempo establecido, sin entrar en detalle sobre posibles órganos afectados, con un cálculo aproximado a las dosis tóxicas para evitar mayor radiación o vigilar alteraciones secundarias. Obviamente influye mucho el sitio y tipo de radiación, ya que como ejemplo: involucra un riesgo potencial mayor para la formación de cataratas, un niño sometido a tomografía de su cabeza, que la exposición a una radiografía de alguna extremidad de su cuerpo.
Para tener alguna idea de la cantidad de radiación que podemos recibir mediante estos estudios, señalamos comparando con la cantidad de radiación que habitualmente recibimos de nuestro ambiente durante unidades de tiempo, con el equivalente de una radiografía simple del tórax, ya que es el estudio que menos radiación requiere por actuar sobre tejido lleno de aire (a mayor densidad se requiere mayor radiación). Esa radiografía equivale a la cantidad de radiación natural que recibimos durante tres días. Una radiografía de cráneo equivale a 3.5 la de tórax y a once días. La radiografía de abdomen a 50 placas de tórax y 6 meses. Enema con bario a 350 placas y 3.2 años. La tomografía de cráneo a 115 placas de tórax y un año de radiación natural. Gamma grama óseo a 200 placas y 1.8 años. Tomografía de Tórax a 400 placas y 3.6 años. Tomografía de abdomen a 500 placas y 4.5 años.
Por esta consideración, es muy natural que en nuestro desempeño como especialistas en niños, tengamos limitación en solicitar la realización de estos estudios. La indicación de los mismos, deberá de ajustarse al hecho de obtener beneficios inmediatos adecuados en contraposición a sus posibles consecuencias. Cuando es posible, se pueden encontrar alternativas de estudio de imagen no radiantes como: el ultrasonido y la resonancia.
Con esta información, esperamos que los padres de familia, familiares y médicos generales, se hagan conscientes que algunos estudios radiográficos o de tomografía, pueden significar un riesgo potencial en la vida de sus pacientes.