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Desmayos


Los síncopes o desmayos son pérdidas transitorias de la conciencia que se pueden presentar durante la infancia a la adolescencia, en un porcentaje variable del 15 a 30%.
Se trata de una perdida de la conciencia completa, brusca, breve y transitoria asociada con la pérdida de la posición corporal, y como consecuencia caída del cuerpo sin protección voluntaria.
Se dice que un niño o persona está consciente, cuando se da cuenta por sí mismo de la relación que existe con su ambiente que le rodea. Esta sensación se origina a partir de los múltiples estímulos que perciben la información del exterior y que de forma constante, fluye al cerebro para mantenerlo informado y condicionar respuestas particulares, como ejemplo: responden con palabras al oír alguna pregunta dirigida a su persona, o bien guardan el equilibrio del cuerpo si ya saben andar en patines.
Esa información fluye por diferentes nervios a la corteza de nuestro cerebro, de forma constante y en ambas direcciones. Cuando existe alguna alteración que impide que haya ese tipo de conducción de señales es el momento que puede producirse el desmayo.
Esta alteración puede estar condicionada por diferentes causas y entre ellas podemos ir mencionando las más frecuentes: disminución en la irrigación de sangre al cerebro; existencia de actividad anormal de las células del cerebro, en forma de convulsiones; alteraciones en los componentes nutricios de la sangre como el azúcar o sustancias tóxicas ingeridas o administradas; y las modificaciones de la presión cerebral generada por una inflamación del cerebro, o la existencia de algún tumor.
Cada una de las causas se va a relacionar con diferentes manifestaciones, en cada una de las personas que llegan a tener esta pérdida de la conciencia; y por tanto, es meritorio de tomar en consideración todos los datos que se noten antes, durante y posterior al desmayo para poder proporcionar al médico que le permita identificar de forma más sencilla su causa.
El desmayo puede acompañarse de otras alteraciones como sudoración, piel fría, ganas de vomitar, vómitos, adormecimientos corporales, sonidos anormales o también alteraciones de la fuerza muscular.
Existe también el pre síncope en forma de mareo o desvanecimiento; que generalmente se percibe antes del desmayo, o bien en ocasiones es un fenómeno aislado. Consiste en un acceso brusco y transitorio de sensación subjetiva de mareo, debilidad y enturbiamiento de la conciencia, de la que el niño o joven se recupera rápidamente sin llegar a su pérdida completa.
En la etapa infantil, la causa más frecuente es la que se origina a nivel de nervios periféricos, relacionados con el sistema sanguíneo, llamado vaso-vagal o neuro-cardiogénico. Por condiciones especiales, ya sea el estar de pie por tiempo prolongado, recibir una noticia desagradable, impresionarse ante una situación no prevista (como hemorragias o accidentes aparatosos) los nervios mandan la señal a los vasos sanguíneos de hacerse un poco más amplios y la circulación sanguínea a la cabeza se compromete y disminuye causando el desmayo del paciente. Mejora manteniendo al paciente acostado, y elevando sus piernas para favorecer a la circulación sanguínea cerebral, con lo que recupera el paciente sin consecuencias. De todas las causas de desmayo en la población pediátrica ocupan entre el 50 a 75% de las ocasiones. Predomina en niños mayores o adolescentes y en especial sobre el sexo femenino. Su pronóstico generalmente es bueno con desaparición espontanea. De manera natural causan angustia en amigos, profesores o familiares y deberá ser motivo de valoración para confirmar las condiciones.
El síncope de origen cardíaco, está relacionado con alteraciones funcionales del corazón, en su contenido de oxígeno o bien, por alteraciones de su ritmo de trabajo. En la primera con el esfuerzo, se requiere de una cantidad adecuada de oxigeno al cerebro que el corazón enfermo no podrá ofrecer y se produce el desmayo. Las arritmias por su parte evitan el llenado del corazón de forma eficaz; o su bombeo regular, y el cerebro deja de recibir su nutriente más importante, el oxígeno. Esta alteración la puede percibir el niño o adolescente como movimientos anormales o “palpitaciones” raras en su pecho, y estos datos pueden facilitar su valoración con el especialista correspondiente.
Otras causas son las de origen neurológico, que por deficiencia en la circulación sanguínea en relación a alteración de vasos sanguíneos producen estas alteraciones, y de forma especial pueden encontrarse los tumores. Otra situación muy especial son las crisis convulsivas que pueden ser confundidas con desmayos, en donde alguna parte del cerebro inicia una activación desordenada de estímulos a células vecinas y de otras a distancia por sus conexiones, y dejan de reaccionar de forma normal a las estimulaciones que provienen del exterior, y pueden tener variedad de manifestaciones de acuerdo al sitio donde se originen y la edad de los pacientes.
Algunas enfermedades que afectan a los nutrientes de la sangre modificando su composición, pueden manifestarse de esta forma también. Así tanto los casos en donde el azúcar se encuentra disminuida como cuando está muy elevada, le alteran de forma súbita el funcionamiento al cerebro y se puede presentar el desmayo de forma repentina o bien de forma progresiva, con alteraciones evolutivas de periodos de somnolencia hacia la inconsciencia.
Algunos medicamentos, que modifican la función de las sustancias que regulan la información entre las neuronas –neurotransmisores-, cuando se administran de forma excesiva pueden alterar su equilibrio y condicionar igual este trastorno.
La angustia natural de familiares ante un desmayo con riesgo de muerte, no se justificará a reserva de poder encontrar alguno de los siguientes antecedentes: desmayo en respuesta a un ruido intenso, susto, terror, o estrés emocional al extremo, desmayo durante el ejercicio, desmayo mientras se encuentra el paciente acostado o antecedente de familiar muerto de forma súbita con edad menor de 30 años, y finalmente pacientes con enfermedades de corazón ya identificadas.
En la mayoría de las ocasiones, el familiar que lleva al paciente a la consulta no pudo ver la forma como se comporto durante el episodio; ante lo cual, conviene que solicite esa información con las personas que lo llegaron a notar para poder dar la información de manera más precisa, para poder orientar a su causa, detallando condiciones previas, y posible relación de inicio, manifestaciones y duración del episodio, y sensación referida por el paciente al recuperarse.
Es posible que sea necesario la realización de estudios adicionales para poder dilucidar la causa en particular, así como la participación de algunos sub especialistas como neurólogos, cardiólogos o psicólogos.
Recuerde siempre que cada manifestación anormal que el cuerpo expresa, amerita de valoración conveniente y en ninguna ocasión responderán al aporte de vitaminas, posterior a una revisión superficial.
Con su paciente o familiar recuerde siempre que usted debe ser el mejor informado, por su médico y si alguna duda no es bien explicada o hay margen de incertidumbre, es válido que usted como padre responsable de un niño pueda buscar una segunda opinión.