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Vida intrauterina

Diferente a lo habitualmente considerado en forma estricta, la vida de una persona no se inicia en el momento de su nacimiento, se establece desde la unión de las dos células germinales de sus progenitores, para dar inicio a la interpretación de la secuencia maravillosa de la forma más convenientemente seleccionada, de la información guardada en los genes de ambas células progenitoras.  
La posibilidad para la formación de un individuo, incluye una condición probabilística muy particular, ya que entre los óvulos a liberarse por los ovarios, solo uno en particular alcanza la maduración adecuada, en cada ciclo hormonal femenino; mientras que por el lado de los espermatozoides, de los millones emitidos, solo uno será el que logre ser seleccionado por el óvulo para permitir su fertilización, los millones restantes serán desechados.
Cada una de estas células germinales, lleva la información genética relacionada con sus familiares antecesores a través de sus cromosomas. Al combinarse con la información genética de la otra célula, permitirá ir seleccionando en su decodificación las especiales características físicas y funcionales del nuevo ser.
Algunas de estas características pueden ser dominantes sobre la información genética de alguno de los padres y se manifestará como tal, mientras que otras que estuvieron como información en reserva, si hay oportunidad se podrán expresar, causando inquietud o satisfacción, en lo que algunas personas llaman en forma simple como: abuelear (por ejemplo: color de ojos, cabello, piel, sangre), aplicando la misma condición para las futuras condiciones de salud y/o de enfermedades hereditarias.
En el momento que se inicia la fertilización del óvulo, se desencadena como efecto dominó: la división celular hacia la multiplicación inicial y su diferenciación en tejidos especiales. Esta etapa es conocida como embrionaria y dura 10 semanas luego de la fertilización. La célula fertilizada viaja hacia el útero y logra implantarse en su interior. En este proceso, el nuevo ser está expuesto a los riesgos de su viabilidad en caso de no contar con información genética adecuada, o sufrir condiciones ambientales adversas, para impedir su desarrollo adecuado y dar origen a las malformaciones o los abortos.   
Al finalizar la etapa embrionaria, los órganos ya se encuentran formados; ahora, la etapa fetal condicionará al crecimiento y desarrollo de los órganos y tejidos de acuerdo a las condiciones del ambiente intrauterino, para quedar al final preparados a la adaptación de la vida extrauterina.
Podrán existir controversias, por querer establecer el momento en el que se puede definir que un nuevo ser tenga vida. Esto se relaciona con la dificultad para poder definir a la vida misma, por personas que no tengan el mínimo conocimiento de la biología. Bajo ese contexto, se puede establecer que cada una de las células germinales tiene vida propia, por cumplir funciones específicas de manera autónoma a través de la expresión genética establecida por sus predecesoras.
El nuevo ser inicia su propia vida, al momento de unirse las células germinales e iniciar el intercambio de información genética, para que de manera autónoma inicie su multiplicación celular y diferenciación orgánica. No es válido el argumento de actividad cerebral porque esa función deriva de un proceso de maduración.
A partir de las diez semanas de vida hasta las siguientes treinta semanas restantes, se producirá el aumento en tamaño de hasta diecisiete mil veces, y más de veinticinco millones de veces será el incremento de su masa corporal. Ese desarrollo se logra por la multiplicación y crecimiento de las células, y el desarrollo de los diferentes tejidos en su diferenciación progresiva. Influyen a este proceso el control genético programado y como factores externos las condiciones placentarias, maternas y ambientales.
Dentro del vientre materno, se vive en condiciones especiales que todo ser humano ha logrado superar: ambiente líquido, baja cantidad de oxígeno en los tejidos, ausencia de función respiratoria, nutrición especial por vía sanguínea, eliminación especial de desechos metabólicos, protección contra infecciones especiales, ambiente térmico diferente. Bajo todas estas influencias, se tienen que ir desarrollando también los sistemas corporales variados, para tener un funcionamiento preciso, posterior al momento del nacimiento.
Uno de los problemas más importantes que tiene el feto dentro del ambiente materno, es la adaptación a la escasa cantidad de presión de oxígeno disponible, que en forma comparativa podría ser similar a la cantidad de oxígeno disponible en el Everest. Para poder sobrevivir a esta limitante, el feto dispone de una mayor cantidad de células transportadoras de oxígeno (glóbulos rojos) para poder capturar ese gas vital, asociado con una sustancia que tiene alta afinidad a capturarlo (hemoglobina fetal), y como otro factor adicional, es la poca utilización de oxígeno por los demás tejidos, para dar preferencia de entrega: al cerebro, corazón, riñones y glándulas suprarrenales.
El corazón para poder distribuir la sangre obtenida por la placenta, reúne diferentes condiciones en la circulación. Primero obtiene sangre oxigenada a partir de la vena del cordón umbilical que de la placenta llega al corazón a su parte superior derecha y con la comunicación abierta tanto en la parte superior como inferior, pasa la sangre al lado izquierdo, de donde se envía en forma preferente al músculo del corazón, y cerebro. La poca cantidad que se impulsa a los pulmones, rescata otro poco de circulación por un conducto existente hacia el otro vaso (aorta), para enviar volumen adicional al cerebro y riñones. Los pulmones bajo esta condición no tienen un flujo sanguíneo significativo.
Los pulmones se encuentran llenos de líquido y desarrollan los alveolos hasta las 24 semanas de vida. Esos alveolos se mantienen colapsados, hasta que después de las 34 semanas empiezan a formar una sustancia que los podrá mantener abiertos. Antes del nacimiento inician movimientos para estimular la elasticidad y empezar a absorber o eliminar el líquido contenido en ellos.
El sistema de eliminación, se realiza con los desechos que recoge la circulación fetal y se libera por las dos arterias del cordón umbilical, para transportar a los lechos placentarios, de donde la sangre materna los filtra a su circulación para su eliminación.
La nutrición del feto se realiza con los elementos que lleva la sangre a cada tejido. El sistema digestivo se desarrolla mientras, con la deglución que hace del líquido uterino y además, le permite ir conociendo los diferentes sabores de nutrientes que la madre consume. Las hormonas del producto, se encargan de incorporar los nutrientes de la sangre (en especial la glucosa) a los tejidos. Bajo condiciones anormales, pueden causar desnutrición o exceso como en los hijos de madres diabéticas.
En el crecimiento y nutrición de los tejidos, intervienen tanto hormonas del feto como otras provenientes de la placenta y de la madre, para permitir un desarrollo adecuado. Su mecanismo de defensa ante infecciones, está condicionado a la protección que la placenta pueda ofrecerle y del buen estado de salud de la madre. Las membranas que envuelven al feto, sirven de aislamiento para las bacterias provenientes de la madre.
Bajo estas condiciones, el desarrollo de los diferentes sistemas y órganos en condiciones normales, irán preparando sus cambios para el parto normal. Para facilitar la modificación a cada sistema de forma natural, ya que bajo otras circunstancias se podrán desarrollar alteraciones de la adaptación, o enfermedades que puedan poner en riesgo la función de órganos o incluso la vida del recién nacido.

De preferencia, se deberá de buscar que la valoración de una gestación se realice de forma adecuada, con anticipación de un buen estado de salud de los padres; y durante el embarazo, que se proporcionen las condiciones adecuadas para el buen desarrollo.