La cocaína es
una droga potente y muy adictiva que se fabrica con las hojas desecadas de la
planta de la coca. La cocaína es un polvo blanco que se suele inhalar por la
nariz. La cocaína que se ha fabricado en forma de cristal de roca, se le conoce
como crack. Algunos consumidores también fuman una forma de cocaína en polvo,
llamada pasta base, o mezclan el polvo con agua y se lo inyectan en la vena.
El consumo de la
cocaína, sigue siendo considerado como una de las drogas más importantes de abuso
a nivel internacional. Se estima la posibilidad que en una población de mil
adolescentes, por lo menos cinco se reporten con esta toxicomanía. La
prevalencia es mayor entre los estudiantes hispanos, del sexo masculino y con
mayor frecuencia a la edad de catorce años, aunque las cifras pueden tener
registros dudosos por no reportarse muchos consumidores.
El consumo de
drogas entre adolescentes, generalmente se desarrolla por curiosidad sobre las
sustancias disponibles. Su empleo comienza en un entorno social, con sustancias
que son legales para adultos y están disponibles para menores (por ejemplo,
alcohol, cigarrillos). Los niños y adolescentes rara vez experimentan con una
droga ilícita como la cocaína, antes de probar el alcohol y los cigarrillos.
Los problemas académicos y psicosociales, son particularmente importantes en el
abuso de sustancias. Las anormalidades de comportamiento en el hogar, la
escuela, el trabajo, las relaciones cercanas y en la vida social, son indicios
de un trastorno psiquiátrico, que nos deben hacer sospechar sobre el abuso de
sustancias o de ambos.
Un historial
familiar de abuso de sustancias, puede ser un factor de riesgo para el consumo
temprano de cocaína y para su dependencia rápida. Sin embargo, también existe la
ingestión accidental de cocaína, por inhalación pasiva de humo de crack,
transmisión por embarazo y la leche materna, como medio de exposición a en los
bebés.
La cocaína es un
estimulante que sacude el cerebro. Da al consumidor una rápida e intensa sensación
de poder, energía, euforia y alerta mental. La cocaína hace que el cerebro
fabrique una mayor cantidad de una sustancia –dopamina-, que conduce y crea
estímulos especiales. Esta mayor concentración de dopamina crea el
"subidón" asociado a la cocaína; y también crea sus muchos problemas.
Las distintas formas de tomar cocaína provocan "subidones" levemente
diferentes. La inhalación de cocaína produce ese efecto a los 3 minutos y dura
de 45 a 90 minutos. Fumar o inyectarse cocaína lo produce en 15 segundos en forma más intensa, con duración
de 40 a 60 minutos.
Como explicación
para justificar la adicción por la cocaína, se establece que al actuar sobre la
dopamina, que es un neurotransmisor muy vinculado con sensaciones de placer
(sexo, bienestar, alimentación), se estimulan a zonas cerebrales que se
relacionan entre sí para regular la memoria, el aprendizaje y las emociones. Se
tiene relación asociada con los centros de las percepciones y los sentimientos,
generando una estimulación excesiva, generando sensaciones y pensamientos que
quedan grabados en la memoria del consumidor de cocaína de manera muy marcada. El
organismo, tiene mecanismos especiales para condicionar la disminución de estas
sustancias (dopamina y cocaína), que hacen desaparecer estos efectos, por lo
que el individuo tiene una fase ahora contrastante, que se manifiesta con
sensación de agotamiento, disminución
del estado de alerta y de la emoción, pero en ocasiones pueden incluir
sensación de agitación, ansiedad y psicosis. Así el consumidor tendrá
comportamiento bifásico con una primera etapa señalada de subida y otra etapa
de choque (crasch). La persona puede estar agotada y puede dormir por largas
horas, después de los atracones intensos o prolongados de la cocaína debido a
la deficiencia de dopamina. Este periodo se le conoce como “fase de
lavado”. Con el uso continuo, el cerebro
se adapta a los efectos del medicamento. La regulación normal del cerebro en
los sitios de acción de la droga, producen un placer menos intenso a partir de
una cantidad determinada de la droga, promoviendo así un mayor consumo de
cocaína, para volver a experimentar las sensaciones previas que se guardan en
la memoria.
Los síntomas de
abstinencia intensos y desagradables, contribuyen a una dependencia de la
droga. Los síntomas psiquiátricos son evidentes en la mayoría de los usuarios
durante los estados de ebriedad y de abstinencia. El 20% de los pacientes
informan de alucinaciones táctiles o visuales y la sensación más común es la
sensación de insectos que se arrastran sobre la piel.
Como efectos
asociados durante el momento que el paciente tenga la influencia de la cocaína,
se pueden encontrar aumento de la temperatura corporal (fiebre), aumento de la
frecuencia respiratoria, falta de apetito y menor necesidad de dormir, apretar
la mandíbula y hacer rechinar los dientes, manifestar euforia e incluso una locuacidad
especial, sensaciones de inquietud, irritabilidad o paranoia. Pueden motivar
buscar la atención médica, al referir sensaciones dolorosas intensas en la
cabeza, pecho, cavidad abdominal o extremidades, la existencia de fiebre
importante y/o la hipertensión.
Pero no todo
queda en esa sensación de bienestar, sus efectos se extienden a otros sistemas
corporales en donde se producen alteraciones diversas. A nivel del sistema
circulatorio, la liberación de sustancias provenientes del sistema nervioso, genera
incremento en la función cardíaca haciendo que el corazón trabaje con mayor
frecuencia e intensidad (hipertensión). Los vasos que nutren al corazón bajo su
influencia, disminuyen su calibre y la circulación de sangre que lo nutre,
predisponiendo o provocando un infarto. Sobre este sistema, el consumo crónico
modifica el tamaño del corazón, desarrollando mayor grosor muscular que en
forma asociada, puede generar alteraciones en el ritmo cardiaco; y en cualquier
momento: palpitaciones, que pueden amenazar la vida por no generar
contracciones eficientes.
En el cerebro
por el exceso en la producción de la dopamina, se puede condicionar una
deficiencia crónica de esta sustancia, que se manifiesta por movimientos
anormales parecidos a los del Parkinson e incluso, alguna manifestación
especial identificada ya como “baile de crack”. Se reduce el umbral convulsivo
y se pueden manifestar convulsiones. Puede desarrollar hemorragias; y ante la
ausencia de esa sangre, que debería de nutrir a un tejido cerebral, habrá
isquemia o infartos cerebrales que pueden dejar al paciente, con deficiencia en
motilidad de la mitad del cuerpo, limitación de su expresión verbal o de la
comprensión.
A nivel pulmonar
con la inhalación del crack, incrementa la posibilidad de padecer hemorragias
pulmonares, inflamación pulmonar, pulmones hinchados (líquido interno), roturas
pulmonares con aire fuera de los pulmones o en la parte media de ellos.
En el sistema
digestivo, la disminución de la circulación sanguínea motivará a dolores
abdominales intensos, con riesgo de perforación y necrosis intestinal, que
puede motivar atención hospitalaria con pronóstico incierto. En los riñones
puede desarrollar insuficiencia, que justifique empleo de diálisis y/o
trasplante renal para la sobrevivencia. Su consumo durante el embarazo puede
condicionar partos prematuros, abortos espontáneos, muerte fetal, desnutrición
fetal y en el niño, una serie de manifestaciones especiales conocidas como
síndrome de abstinencia a la cocaína.
La existencia de
anormalidades de comportamiento y los datos orgánicos referidos, deben de
alertar a los familiares de un paciente, para considerar esta toxicomanía. La
atención en etapas tempranas puede beneficiar y puede evitar un daño un
irreversible. De preferencia se deberá de fomentar un ambiente emocional
familiar y social adecuado, para desarrollar seguridad y una alta autoestima
que permita evitar a los adolescentes, verse tentados a buscar sensaciones
alternativas, que lo dañarán por siempre…
No hay comentarios:
Publicar un comentario