La
erupción dental primaria es el proceso en el que los dientes transitorios
(llamados también de leche), emergen desde su localización dentro del hueso (maxilares)
hasta ser visibles en la boca. Este proceso ha sido relacionado históricamente
con la aparición de molestias locales y sistémicas, que motivan a que
diferentes grupos sociales le atribuyan condiciones de malestar variadas, para
justificar el empleo de algunas alternativas a fin de mejorar sus molestias y,
por otra parte, las variantes anormales pueden asociarse con algunas
alteraciones específicas a considerar.
El proceso de erupción de las estructuras dentarias sucede en un periodo estimado de ocho días que comprende cuatro días previos a la emergencia dental, el día en que ocurre la emergencia dental, y los tres días posteriores.
En su mayoría se describen, como datos de malestar local: chupeteo constante, salivación excesiva, comezón, inflamación de encías. Ya como manifestaciones de afectación general, se establecen fiebre, disminución del apetito, llanto recurrente, diarreas de corta evolución como los más habituales. Así considerando que, en la mayoría de las ocasiones esta asociación se describe por los padres o familiares del afectado, como una apreciación muy subjetiva, está justificado considerar la incertidumbre de asociar esas molestias.
En base a estudios más objetivos y con la evaluación de personal médico capacitado, ya se han definido en varios reportes, las alteraciones más frecuentes que se llegan a presentar relacionados con el brote dental de forma más específica, describiendo como alteraciones locales, más habituales relacionados con el periodo previo al brote dental primario: la tendencia a tratar de morderse o morder objetos, escurrimiento ligero de saliva, impulsos para mantener las encías en frote frecuente e incremento discreto en el hábito de succión, notando como signos en el interior de la boca: un enrojecimiento ligero de la encía, asociada con aumento de volumen (por inflamación discreta), que es más notorio en los dientes de localización más posteriores.
Como manifestaciones generales, se describen en mayor relación: la asociación de una mayor frecuencia de irritabilidad, con cambios de comportamiento habitual manteniendo mayor inquietud y salivación incrementada, seguido en menor frecuencia de disminución en su apetito habitual, problemas de sueño con periodos recurrentes de despertar durante sus sueños habituales, frotarse los oídos, escurrimiento nasal, incremento de temperatura (apreciado solamente por toma rectal), diarrea leve, reacción súbita especial de su piel y menos frecuente, el vómito. El cuadro diarreico y el vómito se consideran en especial, como consecuencia del momento que sucede el brote dental, que coincide con la etapa exploratoria del bebé que, asociado a la sensación de comezón en la encía, puede poner en riesgo la oportunidad de tomar objetos potencialmente contaminados con microbios variados, que pueden motivar el cuadro digestivo infeccioso secundario.
Estas alteraciones tanto locales como sistémicas se relacionaron hasta el momento en que el diente brota hasta menos de 3mm sobre el borde de la encía, ya que posterior a ese tamaño del brote dental, las manifestaciones locales y sistémicas disminuyen de forma notoria o desaparecen, calculando en forma general que el crecimiento a seguir por las piezas dentales en promedio corresponden a 0.7mm por mes.
La causa por la que se produce la erupción de las piezas dentales se debe a varios factores que ocurren de forma conjunta e incluyen: el crecimiento de la raíz dental que desplaza hacia el exterior la pieza dental. La circulación sanguínea dentro del espacio germinal del diente realiza presión dentro del espacio dental que favorece al empuje de la pieza hacia la periferia, crecimiento y aumento de volumen celular de los componentes dentales y también el incremento de la presión a partir del músculo cercano a la pieza dental.
En cuanto a su cronología, los dientes comienzan a emerger a la cavidad bucal a partir de los seis meses completando la dentición primaria a los treinta y seis meses con variación de seis meses antes o hasta seis meses después de ese periodo.
Por lo general, los dientes inferiores preceden a los superiores -con excepción posible del incisivo lateral- sin que existan variaciones entre hombres y mujeres. La dentición comienza por los incisivos centrales inferiores y continua por el incisivo central superior, incisivo lateral superior, incisivo lateral inferior, primer molar inferior, primer molar superior, canino inferior, canino superior, segundo molar inferior y luego el superior.
Como puntos básicos a establecer se considera que este proceso corresponde a una condición individual que puede tener algunas variables dentro de la normalidad. En general, de acuerdo con su cronología solo en grandes variaciones temporales -en especial las asimétricas- deben considerar la posibilidad de alguna enfermedad asociada. Cuando un bebé se atrasa en la erupción de sus dientes temporales en algún mes, lo presentará también con su dentición definitiva sin que haya alguna afección particular, así es mas importante vigilar las asimetrías de brote dental que un curso de aparición más lento, para considerar alguna alteración en su desarrollo dental. Cuando existe una erupción precoz de todos los dientes temporales es muy posible que se deba a una influencia genética (familiar). Cuando se llega a perder en forma prematura un diente temporal, el diente definitivo se acelera o se retrasa de acuerdo con su condición madurativa de su raíz. Los retrasos eruptivos de los temporales suelen ser secundarios a enfermedades sistémicas.
Con el brote dental se podrá apreciar de forma normal que existe una encía un poco más enrojecida como dato de irritación local (gingivitis marginal) ante la presión ejercida por el borde dental en progreso, con la presión de la zona opuesta, que se beneficiará mucho a su desgaste, con el frotamiento de algún mordedor de superficie rugosa y temperatura fría para ofrecer efecto anestésico secundario. Solo en niños con malnutrición habrá que descartar cuadros de gingivitis o incluso desarrollo de tejido dañado superficial (necrosis). En otras ocasiones hay acumulo de líquido dentro del folículo dentario que puede tener aspecto de mancha azulada y si es de tamaño notorio corresponde a un quiste de erupción, que podrá considerar su atención por odontología para su drenaje. Cuando existe fiebre, dolor al cerrar la boca o masticación, es posible que exista la infección agregada de la encía alrededor de la pieza en brote -en especial molar- conocido como pericoronaritis, que se podrá notar con enrojecimiento y posible presencia de pus, en la encía alrededor de la pieza en brote, que amerita atención por odontopediatría y manejo antibiótico.
En cuanto a erupción precoz localizada, se limita a los centrales inferiores que pueden ser dientes congénitos que ya están presentes al nacimiento o bien ser neonatales si el diente aparece en las primeras semanas de vida. Pueden causar problema de erosión en la lengua del lactante y en el pezón materno, que dificulta su alimentación; además, no tienen una raíz formada por lo que su grado de movilidad es importante, con el riesgo de caída espontanea y de aspiración, por lo que justifica su retiro a la brevedad posible. La erupción precoz de todos los dientes temporales es poco frecuente y de influencia hereditaria.
El retraso de brote en los dientes temporales se presenta más frecuente, en quienes tienen antecedente de prematurez, los cuales al recuperar sus cifras madurativas y de desarrollo corporal, recuperan su erupción normal. En caso de no tener antecedente de prematurez, se deberán considerar algunas condiciones sistémicas específicas, como: síndrome de Down, trastornos esqueléticos, enanismos, problemas hormonales como deficiencia de función tiroidea, hipófisis y/o déficit de vitamina D (raquitismo), para descartar en especial las de causa hormonal y de vitamina D por su mayor frecuencia y la mejoría a sus condiciones generales con los tratamientos sustitutivos.
La atención con odontopediatría debe iniciarse a partir de los seis meses, para verificar la erupción dental primaria en forma adecuada y llevar un buen control de su desarrollo.
El proceso de erupción de las estructuras dentarias sucede en un periodo estimado de ocho días que comprende cuatro días previos a la emergencia dental, el día en que ocurre la emergencia dental, y los tres días posteriores.
En su mayoría se describen, como datos de malestar local: chupeteo constante, salivación excesiva, comezón, inflamación de encías. Ya como manifestaciones de afectación general, se establecen fiebre, disminución del apetito, llanto recurrente, diarreas de corta evolución como los más habituales. Así considerando que, en la mayoría de las ocasiones esta asociación se describe por los padres o familiares del afectado, como una apreciación muy subjetiva, está justificado considerar la incertidumbre de asociar esas molestias.
En base a estudios más objetivos y con la evaluación de personal médico capacitado, ya se han definido en varios reportes, las alteraciones más frecuentes que se llegan a presentar relacionados con el brote dental de forma más específica, describiendo como alteraciones locales, más habituales relacionados con el periodo previo al brote dental primario: la tendencia a tratar de morderse o morder objetos, escurrimiento ligero de saliva, impulsos para mantener las encías en frote frecuente e incremento discreto en el hábito de succión, notando como signos en el interior de la boca: un enrojecimiento ligero de la encía, asociada con aumento de volumen (por inflamación discreta), que es más notorio en los dientes de localización más posteriores.
Como manifestaciones generales, se describen en mayor relación: la asociación de una mayor frecuencia de irritabilidad, con cambios de comportamiento habitual manteniendo mayor inquietud y salivación incrementada, seguido en menor frecuencia de disminución en su apetito habitual, problemas de sueño con periodos recurrentes de despertar durante sus sueños habituales, frotarse los oídos, escurrimiento nasal, incremento de temperatura (apreciado solamente por toma rectal), diarrea leve, reacción súbita especial de su piel y menos frecuente, el vómito. El cuadro diarreico y el vómito se consideran en especial, como consecuencia del momento que sucede el brote dental, que coincide con la etapa exploratoria del bebé que, asociado a la sensación de comezón en la encía, puede poner en riesgo la oportunidad de tomar objetos potencialmente contaminados con microbios variados, que pueden motivar el cuadro digestivo infeccioso secundario.
Estas alteraciones tanto locales como sistémicas se relacionaron hasta el momento en que el diente brota hasta menos de 3mm sobre el borde de la encía, ya que posterior a ese tamaño del brote dental, las manifestaciones locales y sistémicas disminuyen de forma notoria o desaparecen, calculando en forma general que el crecimiento a seguir por las piezas dentales en promedio corresponden a 0.7mm por mes.
La causa por la que se produce la erupción de las piezas dentales se debe a varios factores que ocurren de forma conjunta e incluyen: el crecimiento de la raíz dental que desplaza hacia el exterior la pieza dental. La circulación sanguínea dentro del espacio germinal del diente realiza presión dentro del espacio dental que favorece al empuje de la pieza hacia la periferia, crecimiento y aumento de volumen celular de los componentes dentales y también el incremento de la presión a partir del músculo cercano a la pieza dental.
En cuanto a su cronología, los dientes comienzan a emerger a la cavidad bucal a partir de los seis meses completando la dentición primaria a los treinta y seis meses con variación de seis meses antes o hasta seis meses después de ese periodo.
Por lo general, los dientes inferiores preceden a los superiores -con excepción posible del incisivo lateral- sin que existan variaciones entre hombres y mujeres. La dentición comienza por los incisivos centrales inferiores y continua por el incisivo central superior, incisivo lateral superior, incisivo lateral inferior, primer molar inferior, primer molar superior, canino inferior, canino superior, segundo molar inferior y luego el superior.
Como puntos básicos a establecer se considera que este proceso corresponde a una condición individual que puede tener algunas variables dentro de la normalidad. En general, de acuerdo con su cronología solo en grandes variaciones temporales -en especial las asimétricas- deben considerar la posibilidad de alguna enfermedad asociada. Cuando un bebé se atrasa en la erupción de sus dientes temporales en algún mes, lo presentará también con su dentición definitiva sin que haya alguna afección particular, así es mas importante vigilar las asimetrías de brote dental que un curso de aparición más lento, para considerar alguna alteración en su desarrollo dental. Cuando existe una erupción precoz de todos los dientes temporales es muy posible que se deba a una influencia genética (familiar). Cuando se llega a perder en forma prematura un diente temporal, el diente definitivo se acelera o se retrasa de acuerdo con su condición madurativa de su raíz. Los retrasos eruptivos de los temporales suelen ser secundarios a enfermedades sistémicas.
Con el brote dental se podrá apreciar de forma normal que existe una encía un poco más enrojecida como dato de irritación local (gingivitis marginal) ante la presión ejercida por el borde dental en progreso, con la presión de la zona opuesta, que se beneficiará mucho a su desgaste, con el frotamiento de algún mordedor de superficie rugosa y temperatura fría para ofrecer efecto anestésico secundario. Solo en niños con malnutrición habrá que descartar cuadros de gingivitis o incluso desarrollo de tejido dañado superficial (necrosis). En otras ocasiones hay acumulo de líquido dentro del folículo dentario que puede tener aspecto de mancha azulada y si es de tamaño notorio corresponde a un quiste de erupción, que podrá considerar su atención por odontología para su drenaje. Cuando existe fiebre, dolor al cerrar la boca o masticación, es posible que exista la infección agregada de la encía alrededor de la pieza en brote -en especial molar- conocido como pericoronaritis, que se podrá notar con enrojecimiento y posible presencia de pus, en la encía alrededor de la pieza en brote, que amerita atención por odontopediatría y manejo antibiótico.
En cuanto a erupción precoz localizada, se limita a los centrales inferiores que pueden ser dientes congénitos que ya están presentes al nacimiento o bien ser neonatales si el diente aparece en las primeras semanas de vida. Pueden causar problema de erosión en la lengua del lactante y en el pezón materno, que dificulta su alimentación; además, no tienen una raíz formada por lo que su grado de movilidad es importante, con el riesgo de caída espontanea y de aspiración, por lo que justifica su retiro a la brevedad posible. La erupción precoz de todos los dientes temporales es poco frecuente y de influencia hereditaria.
El retraso de brote en los dientes temporales se presenta más frecuente, en quienes tienen antecedente de prematurez, los cuales al recuperar sus cifras madurativas y de desarrollo corporal, recuperan su erupción normal. En caso de no tener antecedente de prematurez, se deberán considerar algunas condiciones sistémicas específicas, como: síndrome de Down, trastornos esqueléticos, enanismos, problemas hormonales como deficiencia de función tiroidea, hipófisis y/o déficit de vitamina D (raquitismo), para descartar en especial las de causa hormonal y de vitamina D por su mayor frecuencia y la mejoría a sus condiciones generales con los tratamientos sustitutivos.
La atención con odontopediatría debe iniciarse a partir de los seis meses, para verificar la erupción dental primaria en forma adecuada y llevar un buen control de su desarrollo.
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