Las
enfermedades de la región perianal son relativamente frecuentes en los primeros
años de vida, siendo motivo de duda para los familiares su presentación y
también su manejo, con inconveniente de emplear en ocasiones, prácticas
empíricas o tradicionales que, en lugar de mejorar la alteración, permiten su
evolución a complicaciones adicionales.
Eritema perianal. Es una enfermedad con una incidencia desconocida, por ser poco diagnosticada por los médicos; y en ocasiones, modificada por los familiares con empleo de algunas cremas clásicas para la rozadura. Se establece su diferencia de la rozadura del pañal, ya que ésta condiciona una respuesta inflamatoria en la mayor parte del contacto cercano del pañal, sobre la piel humedecida por la orina y/o evacuaciones. Mientras que el eritema perianal solo manifiesta enrojecimiento evidente en todo el tejido periférico, cercano a los márgenes del ano sin mayor extensión a otras partes cercanas.
Es más frecuente en varones; la edad varía entre seis meses y diez años, con incidencia mayor entre los 3-5 años, predominando en los meses de invierno-primavera. Se postula que pueda deberse a mayores contactos digitales orales-perianales, déficit de higiene y a la diferente colonización rectal a estas edades. Suele haber antecedente en el paciente o familiares cercanos de infección faríngea presente o recién superada.
Las manifestaciones que orientan a considerar esta alteración incluyen: enrojecimiento marcado de la piel alrededor del margen anal, con pérdida de su turgencia habitual, en ocasiones asociado a pequeñas heridas (fisuras) radiadas en número variable. Como manifestación anormal que refiere el paciente, se menciona: evacuación difícil por dolor, generando limitación al evacuar (tenesmo) y estreñimiento asociado, llegando a eliminar en algunos casos un poco de sangre con la evacuación (rectorragia). En pocos casos, asocia comezón, incontinencia fecal, dolor abdominal y/o fiebre.
Por esos datos, suele confundirse por los familiares y algunos médicos, con cuadros de dermatitis de pañal, infección por hongos, dermatitis nerviosa (neurodermatitis), parásitos e incluso como consecuencia de abuso sexual, pero este cuadro se produce por infección a partir de una bacteria (estreptococo) que se logra identificar mediante una prueba rápida específica. Cede al manejo específico sistémico y local con empleo de antibiótico, además medidas de higiene con mejoría a partir del tercer o cuarto día y curación total a los diez.
Fisura perianal. Se presentan como laceraciones o ulceraciones cortas (<1 cm) de la piel, a partir del orificio anal hacia el exterior. en forma radiada. La mayoría de ellas se ubica en la línea media de la región posterior del ano, que se produce por el desgarro de la mucosa producido por estreñimiento o heces voluminosas o duras.
Es frecuente en el lactante, especialmente con aporte de fórmulas industrializadas en concentración errónea; y también, a la introducción de la alimentación complementaria, dado que las heces cambian a una consistencia más firme y es habitual en esta época el estreñimiento. El dolor durante la defecación provoca miedo y conducta retentiva. Genera además un espasmo involuntario, empeorando el estreñimiento y agravando en consecuencia, la fisura.
Suele sospecharse esta alteración, cuando existe malestar por dificultad a la evacuación y eliminación de sangre fresca. Comprobando en la revisión médica la lesión descrita. En ocasiones de fisuras crónicas, puede manifestarse además, la aparición de un mamelón mucoso adyacente a la fisura, que es evidencia de un proceso de cicatrización recurrente y en ocasiones, puede ser el motivo por el cual los familiares acuden a la consulta.
En su evaluación y tratamiento la actitud principal irá encaminada a las modificaciones dietéticas y a reblandecer las heces mediante el uso de laxantes emolientes. Para el alivio local son aconsejables los baños de asiento con agua tibia, dado que el calor hace cierto efecto vascular y relajante de la musculatura local. También puede aplicarse lubricante con o sin anestésico tópico para aliviar el dolor con la defecación. El empleo de baños de asiento tiene propósito de mejorar la sensación dolorosa. Mediante este manejo se obtiene mejoría de síntomas en la primera semana y cicatrización completa de 2 a 4 semanas.
Absceso perianal. Es la patología perianal más frecuente en la infancia. Se produce de forma mayoritaria en lactantes menores de 1 año -y sobre todo durante los primeros 6 meses de vida-. Característicamente, más del 90% de los pacientes son varones. Esta presentación tan específica se cree que es debida a una condición hormonal (masculina) especial que existe en el recién nacido alrededor de los 1-3 meses, que causa un aumento de la secreción de las glándulas anales, que facilita su consecuente colonización por la flora intestinal en el punto más inferior que forman los pliegues mucosos en la mayoría de las ocasiones; pero en otras condiciones -menos frecuente-, su localización puede no ser tan abajo (o externa), por lo que las molestias pueden no ser bien identificadas al quedar la lesión en el interior del espacio rectal.
Esta alteración consiste en una reacción inflamatoria que produce la acumulación de material purulento entre los tejidos. La más común en niños, se aprecia en forma de abultamiento redondeado que eleva el nivel de la piel en una zona cercana al margen del ano, con mayor ubicación (como distribución horaria en un reloj) en los puntos de las 9 y las 3, seguidas de las 2 y 11. Con tamaños de referencia de 2 cm para diferenciar entre pequeños (<2cm) y grandes. Como manifestaciones, puede presentarse sesiones de llanto o condiciones de irritabilidad sin otro dato aparente que cuando son de localización interna, pueden asociarse al momento de la evacuación (evacuación dolorosa) notando ausencia de estreñimiento y en ocasiones, al momento de mantenerse en posición sentada. Cuando la aparición es externa, se distingue por incremento paulatino de volumen con enrojecimiento de la superficie de la piel. con posible ruptura espontanea del punto más delgado (blanquecino) y salida de material purulento. En ocasiones puede asociar fiebre en forma inicial o bien tiempo posterior a la aparición de la lesión dérmica. En la mayoría de las ocasiones se presenta sin fiebre y sin repercusión sistémica. Su tratamiento conservador a base de baños de asiento puede ser suficiente; en ocasiones y de acuerdo con condiciones particulares, puede ameritar manejo antibiótico y control de la fiebre.
Fistula perianal. Se debe sospechar ante la recurrencia de aparición de absceso perianal, ya que es un trayecto anómalo crónico que, por el plano subcutáneo, comunica la glándula anal con la piel perianal. La diferencia para su definición es que ya no suele manifestar aumento de volumen redondeado (como el absceso), ya que solo hace evidente un orificio muy pequeño en la piel cercana al margen anal por donde sale contenido purulento, llegando a aparecer a los lados del margen anal, ya que es muy poco probable que aparezcan en relación con la parte media corporal (anterior o posterior). Pueden tener remisión espontánea en el primer año de vida, pero cuando se nota sin mejoría luego de 12 a 18 semanas de su persistencia, debe considerarse el tratamiento quirúrgico por el especialista (cirujano pediatra).
Prolapso rectal. Consiste en la protrusión de la mucosa rectal a través del ano, notado como tejido suave y coloración rojo oscuro que sale en forma cilíndrica por el margen anal sin asociar dolor o datos de sangrado (con ese dato se descartará pólipo). Es un proceso relativamente frecuente y normalmente autolimitado, que aparece más frecuentemente en edad de 1-3 años, influido por condiciones anatómicas especiales y en ocasiones por algunos tipos especiales de parásitos. Cuando las causas son debidas a procesos anatómicos, el pronóstico mejora a partir de los cuatro años. En su manejo tiene remisión espontanea en la mayoría de los casos; y el algunas ocasiones, ameritan reducción (introducción) por el médico especialista.
Cuando alguna de estas alteraciones rebasa sus límites de edad o manifiesta recurrencia significativa, ameritan descartar alguna enfermedad intestinal por el gastroenterólogo.
Eritema perianal. Es una enfermedad con una incidencia desconocida, por ser poco diagnosticada por los médicos; y en ocasiones, modificada por los familiares con empleo de algunas cremas clásicas para la rozadura. Se establece su diferencia de la rozadura del pañal, ya que ésta condiciona una respuesta inflamatoria en la mayor parte del contacto cercano del pañal, sobre la piel humedecida por la orina y/o evacuaciones. Mientras que el eritema perianal solo manifiesta enrojecimiento evidente en todo el tejido periférico, cercano a los márgenes del ano sin mayor extensión a otras partes cercanas.
Es más frecuente en varones; la edad varía entre seis meses y diez años, con incidencia mayor entre los 3-5 años, predominando en los meses de invierno-primavera. Se postula que pueda deberse a mayores contactos digitales orales-perianales, déficit de higiene y a la diferente colonización rectal a estas edades. Suele haber antecedente en el paciente o familiares cercanos de infección faríngea presente o recién superada.
Las manifestaciones que orientan a considerar esta alteración incluyen: enrojecimiento marcado de la piel alrededor del margen anal, con pérdida de su turgencia habitual, en ocasiones asociado a pequeñas heridas (fisuras) radiadas en número variable. Como manifestación anormal que refiere el paciente, se menciona: evacuación difícil por dolor, generando limitación al evacuar (tenesmo) y estreñimiento asociado, llegando a eliminar en algunos casos un poco de sangre con la evacuación (rectorragia). En pocos casos, asocia comezón, incontinencia fecal, dolor abdominal y/o fiebre.
Por esos datos, suele confundirse por los familiares y algunos médicos, con cuadros de dermatitis de pañal, infección por hongos, dermatitis nerviosa (neurodermatitis), parásitos e incluso como consecuencia de abuso sexual, pero este cuadro se produce por infección a partir de una bacteria (estreptococo) que se logra identificar mediante una prueba rápida específica. Cede al manejo específico sistémico y local con empleo de antibiótico, además medidas de higiene con mejoría a partir del tercer o cuarto día y curación total a los diez.
Fisura perianal. Se presentan como laceraciones o ulceraciones cortas (<1 cm) de la piel, a partir del orificio anal hacia el exterior. en forma radiada. La mayoría de ellas se ubica en la línea media de la región posterior del ano, que se produce por el desgarro de la mucosa producido por estreñimiento o heces voluminosas o duras.
Es frecuente en el lactante, especialmente con aporte de fórmulas industrializadas en concentración errónea; y también, a la introducción de la alimentación complementaria, dado que las heces cambian a una consistencia más firme y es habitual en esta época el estreñimiento. El dolor durante la defecación provoca miedo y conducta retentiva. Genera además un espasmo involuntario, empeorando el estreñimiento y agravando en consecuencia, la fisura.
Suele sospecharse esta alteración, cuando existe malestar por dificultad a la evacuación y eliminación de sangre fresca. Comprobando en la revisión médica la lesión descrita. En ocasiones de fisuras crónicas, puede manifestarse además, la aparición de un mamelón mucoso adyacente a la fisura, que es evidencia de un proceso de cicatrización recurrente y en ocasiones, puede ser el motivo por el cual los familiares acuden a la consulta.
En su evaluación y tratamiento la actitud principal irá encaminada a las modificaciones dietéticas y a reblandecer las heces mediante el uso de laxantes emolientes. Para el alivio local son aconsejables los baños de asiento con agua tibia, dado que el calor hace cierto efecto vascular y relajante de la musculatura local. También puede aplicarse lubricante con o sin anestésico tópico para aliviar el dolor con la defecación. El empleo de baños de asiento tiene propósito de mejorar la sensación dolorosa. Mediante este manejo se obtiene mejoría de síntomas en la primera semana y cicatrización completa de 2 a 4 semanas.
Absceso perianal. Es la patología perianal más frecuente en la infancia. Se produce de forma mayoritaria en lactantes menores de 1 año -y sobre todo durante los primeros 6 meses de vida-. Característicamente, más del 90% de los pacientes son varones. Esta presentación tan específica se cree que es debida a una condición hormonal (masculina) especial que existe en el recién nacido alrededor de los 1-3 meses, que causa un aumento de la secreción de las glándulas anales, que facilita su consecuente colonización por la flora intestinal en el punto más inferior que forman los pliegues mucosos en la mayoría de las ocasiones; pero en otras condiciones -menos frecuente-, su localización puede no ser tan abajo (o externa), por lo que las molestias pueden no ser bien identificadas al quedar la lesión en el interior del espacio rectal.
Esta alteración consiste en una reacción inflamatoria que produce la acumulación de material purulento entre los tejidos. La más común en niños, se aprecia en forma de abultamiento redondeado que eleva el nivel de la piel en una zona cercana al margen del ano, con mayor ubicación (como distribución horaria en un reloj) en los puntos de las 9 y las 3, seguidas de las 2 y 11. Con tamaños de referencia de 2 cm para diferenciar entre pequeños (<2cm) y grandes. Como manifestaciones, puede presentarse sesiones de llanto o condiciones de irritabilidad sin otro dato aparente que cuando son de localización interna, pueden asociarse al momento de la evacuación (evacuación dolorosa) notando ausencia de estreñimiento y en ocasiones, al momento de mantenerse en posición sentada. Cuando la aparición es externa, se distingue por incremento paulatino de volumen con enrojecimiento de la superficie de la piel. con posible ruptura espontanea del punto más delgado (blanquecino) y salida de material purulento. En ocasiones puede asociar fiebre en forma inicial o bien tiempo posterior a la aparición de la lesión dérmica. En la mayoría de las ocasiones se presenta sin fiebre y sin repercusión sistémica. Su tratamiento conservador a base de baños de asiento puede ser suficiente; en ocasiones y de acuerdo con condiciones particulares, puede ameritar manejo antibiótico y control de la fiebre.
Fistula perianal. Se debe sospechar ante la recurrencia de aparición de absceso perianal, ya que es un trayecto anómalo crónico que, por el plano subcutáneo, comunica la glándula anal con la piel perianal. La diferencia para su definición es que ya no suele manifestar aumento de volumen redondeado (como el absceso), ya que solo hace evidente un orificio muy pequeño en la piel cercana al margen anal por donde sale contenido purulento, llegando a aparecer a los lados del margen anal, ya que es muy poco probable que aparezcan en relación con la parte media corporal (anterior o posterior). Pueden tener remisión espontánea en el primer año de vida, pero cuando se nota sin mejoría luego de 12 a 18 semanas de su persistencia, debe considerarse el tratamiento quirúrgico por el especialista (cirujano pediatra).
Prolapso rectal. Consiste en la protrusión de la mucosa rectal a través del ano, notado como tejido suave y coloración rojo oscuro que sale en forma cilíndrica por el margen anal sin asociar dolor o datos de sangrado (con ese dato se descartará pólipo). Es un proceso relativamente frecuente y normalmente autolimitado, que aparece más frecuentemente en edad de 1-3 años, influido por condiciones anatómicas especiales y en ocasiones por algunos tipos especiales de parásitos. Cuando las causas son debidas a procesos anatómicos, el pronóstico mejora a partir de los cuatro años. En su manejo tiene remisión espontanea en la mayoría de los casos; y el algunas ocasiones, ameritan reducción (introducción) por el médico especialista.
Cuando alguna de estas alteraciones rebasa sus límites de edad o manifiesta recurrencia significativa, ameritan descartar alguna enfermedad intestinal por el gastroenterólogo.
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