Enfermedad de Berger
Es
una reacción inflamatoria que se presenta de forma generalizada en las unidades
microscópicas (nefronas) de los riñones, a partir de una reacción inmunológica
anormal, contra una proteína (inmunoglobulina A -IgA-) que, de manera habitual,
actúa como sustancia de defensa en todas las superficies mucosas del cuerpo
humano, pero que, en esta alteración su depósito y reacción inflamatoria glomerular,
alteran la función normal, con algunos casos de progresión hacia la
insuficiencia renal.
El
riñón contiene en su interior una infinidad de nefronas que son los sistemas
básicos para poder realizar las funciones. La nefrona en forma elemental la
podemos describir que están formados por un sistema de vasos sanguíneos muy
pequeños (capilares) que entran, se arremolinan y salen sobre una estructura redondeada
(glomérulo) con función similar a una coladera que, del líquido extravasado de
los capilares, permite el paso del material de desecho y agua a eliminarse.
Este glomérulo se continua con un tejido tubular variable en sus componentes
celulares y su trayectoria, que regularizan diferentes funciones (control de
agua, presión arterial, equilibrio ácido-base, producción de glóbulos rojos,
calcificación ósea, control de iones y sales especiales), para enviar
finalmente la orina a su eliminación por tubos de colección, que desembocan a
un sitio común dentro del riñón (pelvis) para salir por un conducto (uretero) a
la vejiga urinaria.
La
importancia particular del conocimiento a esta enfermedad, es que sus
manifestaciones iniciales pueden pasar por desapercibidas o simplemente no
considerarse de importancia al aparentar una remisión espontánea, en edades
tempranas de la vida, dando oportunidad con su evolución al paso de los años, al
desarrollo de afección crónica que, en algunos casos, pueden producir
insuficiencia renal en etapas de la juventud o de adulta inicial, que limitará
su pronóstico vital y funcional ante el tratamiento de reemplazo.
La
enfermedad de Berger es la enfermedad glomerular más común en humanos. Su
incidencia es mayor en menores de 30 años y en niños ocurre más frecuentemente,
entre los 3 y 10 años. La eliminación de sangre en orina (hematuria) y
generalmente asociada con cuadros infecciosos agudos, establecen la
manifestación predominante de inicio y evoluciona a nefropatía terminal en 20 a
40% de los casos.
La
edad promedio que se reporta esta enfermedad es de 6.2 años ante la existencia
de la enfermedad en pacientes desde 1.2 hasta los 12 años, con mayor afectación
masculina con relaciones 2 a 3 por cada mujer afectada. En cuanto a
distribución geográfica, los reportes son mayores en países de Asia y Australia,
pero esto al parecer corresponde a que se realizan en forma sistemática,
estudios de orina más frecuentes a la población infantil, para detectar de
forma intencionada, los casos con hallazgos anormales donde se reportan datos
positivos a la evaluación microscópica, dejando la probabilidad que en otros
países, la alteración no se llega a identificar y que la hematuria notoria, no
se relacione con esta enfermedad ante su desconocimiento por el personal de
salud.
Para
el desarrollo de esta enfermedad se plantea la hipótesis de que la infección de
las mucosas es el proceso inicial, ya que la mayoría de los pacientes
desarrollan eliminación de sangre visible por orina después de infección
respiratoria superior, específicamente faringitis. Sin embargo, en
ocasiones no existe antecedente de la infección mucosa referida por lo que esos
casos se consideran de causa incierta (idiopáticos).
La
IgA se produce principalmente en las superficies mucosas y su función principal
es la defensa de esa mucosa. Después de la lesión de la mucosa (por
ejemplo, en la garganta), la IgA sufre un cambio de su molécula y, ante esto es
atacada por los anticuerpos al considerarla una sustancia diferente. Así con
esta unión anómala establecida en forma de complejos químicos, se adhieren a
unas células especiales del glomérulo que estimulan la proliferación de otro
tipo celular, modificando su disposición y alterando la función.
La
forma como habitualmente suele presentarse está relacionada con una infección
previa de la garganta o en otros tejidos mucosos, que en plazo de 24 a 48hrs
suele asociar la eliminación de sangre por la orina, visible a simple vista
(macroscópica) sin generar molestia alguna para su eliminación, como el dato
más evidente para considerarla.
En
algunos casos, puede asociar datos de afectación del funcionamiento renal,
como: algunas partes corporales hinchadas (párpados, cuerpo en general, dorso
de pies y/o manos), orina con abundante espuma (por eliminación importante de
proteínas), dolores de cabeza o irritabilidad (ante elevación de las cifras
normales de presión arterial) que en estas condiciones facilitan su identificación
por la mayoría de los médicos, al ser considerados como síndrome nefrótico o
nefrítico, y ofrecer tratamiento correspondiente o ser valorado por el
nefrólogo pediatra que en su evaluación periódica establecerá la remisión adecuada. La situación
de riesgo son los pacientes con cambios microscópicos y/o aquellos con remisión
aparente de la hematuria macroscópica, ya que sin evaluación y tratamiento
adecuados podrán desarrollar insuficiencia renal progresiva.
Como
consecuencia también de la alteración a nivel renal, se modifica el metabolismo
de las grasas, causando en consecuencia elevación del colesterol y cifras de
triglicéridos, que, en conjunto con las proteínas disminuidas en la sangre,
deben cuantificarse mediante estudios de laboratorio al igual que la cantidad
de proteínas eliminadas por la orina para confirmar la magnitud de la
enfermedad. En forma alterna, cuando en un niño se noten valores elevados de
colesterol y triglicéridos, habrá que descartar su afección renal.
Esta
enfermedad puede confundirse con otro tipo de enfermedad glomerular, que se
llama de cambios mínimos (por no tener bajo el microscopio electrónico ninguna
sustancia acumulada en los glomérulos y solo se notan cambios mínimos en
algunas características celulares), que tiene un curso muy benigno, que en
ocasiones no amerita de medicamentos para su remisión y en forma posterior no
asocia compromiso en la función renal. Así considerando la dificultad para
poder establecer la diferencia entre esas dos variantes fuera del estudio de
una biopsia renal por microscopía electrónica, es necesario realizar una
vigilancia periódica adecuada para corroborar la evolución de esos pacientes,
llegando a considerar que ante la persistencia de los datos clínicos o de las
alteraciones del laboratorio, se podrá considerar la enfermedad de Berger,
cuando hay persistencia de eliminación de proteínas en orina en una cantidad excesiva,
además de persistir o aparecer cifras de presión arterial elevadas con difícil
control.
Esas
dos condiciones (proteinuria e hipertensión) es muy posible que en etapa
infantil no manifiesten síntomas
específicos, permitiendo un daño progresivo silencioso, por lo que se valida
sugerir que una a dos veces por año, se realicen estudios de control de orina y
sanguíneos, para comprobar los valores alterados de esos reactivos, además de
la toma de presión arterial en forma adecuada para descartar la hipertensión
infantil, ameritando envío a nefrología pediátrica los casos de sospecha de
esta enfermedad. También deberá de incluir en sospecha, a los niños con
elevación de colesterol y/o triglicéridos.
La
evaluación y tratamiento de esta enfermedad, siempre debe quedar a cargo del
nefrólogo pediatra, quien cuenta con los conocimientos y experiencia adecuados
para evaluar su definición específica y establecer el tratamiento que evite el
daño renal.
Dentro
de los estudios de control periódico a realizar en los niños, el examen general
de orina, puede ofrecer con los hallazgos de proteínas presentes, sangre
microscópica y glóbulos rojos alterados en su forma, la pista inicial para
sospechar la existencia de esta enfermedad, justificando la atención inmediata con
el nefrólogo pediatra ya que en su pronóstico sin tratamiento, puede establecer
una limitación importante de la función renal que ameritará diálisis o
trasplante renal y, en el peor caso: fallecer por insuficiencia.
El
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