Mucocele y ránula

Las glándulas salivales se dividen en mayores y menores. Las mayores están constituidas por tres pares de glándulas (parótida, submaxilar y sublingual), externas a la cavidad bucal y que drenan a través de conductos excretores. Además, existen alrededor de 700 glándulas salivales menores, con un tamaño que varía entre 1-5 mm. que se encuentran principalmente en el paladar, en la pared lateral de la garganta y en mucha menor cantidad, en la úvula.

La función de todas las glándulas salivales es la producción de saliva. La secreción salival sirve para el mantenimiento de la higiene bucodental, preparación del alimento para la masticación, gusto y deglución, iniciación de la fase precoz de digestión de los almidones y para la regulación indirecta de la hidratación del organismo.

El mucocele es un trastorno común de la glándula salival, que se caracteriza por la acumulación de material de aspecto mucoide (a partir de la saliva acumulada), contenido en una prominencia redondeada de la mucosa de la boca, de color traslúcido o azulado en tamaño variable. De forma menos frecuente también es posible la existencia de estas formas quísticas con contenido líquido, en la mucosa de senos paranasales o saco lagrimal.

Esta condición suele establecerse a partir de la acumulación del material líquido, como consecuencia de cualquier alteración en la integridad anatómica o proceso funcional, en especial, de las glándulas salivales menores, que se puede presentar a cualquier edad, aunque suele ser más común en los pacientes jóvenes de la segunda década.

Esta lesión puede persistir de unos pocos días a 3 años. Su incidencia generalmente es alta, 2.5 por 1000, prevalente en niños, adolescentes y adultos jóvenes. Sin predilección de género, y que además de la percepción anómala percibida, en ocasiones pueden causar dificultades al momento de hablar o de masticar.

Por el mecanismo que condiciona su alteración, el mucocele puede ser originado por extravasación o por retención. Cuando se considera la extravasación, existe un escape y acumulación de la saliva asociado al trayecto de los conductos de la glándula salival y/o en los tejidos cercanos circundantes, seguido de reacción inflamatoria, con más frecuencia asociada a las glándulas salivales menores, que también pueden desarrollar la misma condición a partir de mordida interna del labio recurrente, contando como  factor agravante, el empuje frecuente –con la lengua- que suele hacer el menor ante la sensación percibida. La forma por retención se produce por cualquier obstrucción del conducto de la glándula salival causada por material cristalizado (sialolito -piedra de saliva-), contractura del conducto o una cicatriz del conducto. Generalmente asocia más frecuente con la glándulas salivales mayores.

Con el nombre de ránula se identifica al mucocele de la glándula sublingual, que se desarrolla en el piso de la boca -por debajo de la lengua-, que en su aspecto se parece al vientre de una rana, por lo que de ahí toma ese nombre especial.

La coloración del mucocele varia de un tono rosa normal de la mucosa, a un azul profundo. Este color depende del tamaño de la alteración, su ubicación relacionada a la superficie y, por la acumulación de los vasos sanguíneos que, en combinación con la traslucidez del líquido acumulado, pueden generar el tono púrpura de ellos.

Los mucoceles pueden presentarse en forma aislada o múltiples, de acuerdo con su mecanismo que lo origina, suelen romperse de forma espontánea ante su presión y fricción con otros tejidos (o alimento), dejando erosiones ligeramente dolorosas que se resuelven y sanan en pocos días.

Estas lesiones se ven más comúnmente en el labio inferior o mucosa labial (73.7%), seguido de la lengua como la segunda ubicación más común (15.4%). Otros sitios incluyen la mucosa bucal, paladar, región retromolar y parte posterior de la lengua. El tamaño puede variar de unos pocos milímetros a centímetros. Rara vez tienen más de 1,5 cm de diámetro, pero si están presentes en regiones más profundas, generalmente son más grandes. Estas lesiones suelen verse como aumentos de volumen, en forma de domo en continuidad a la mucosa normal de la boca.

En la mayoría de las ocasiones, no representa dificultad alguna para el médico lograr su identificación de forma inmediata, pero en otras ocasiones, las características pueden variar y con ello, es posible que recurra a otro tipo de estudios de laboratorio o de imagen, para definir otro tipo de alteraciones que pueden ser de comportamiento tumoral; justificando así en ocasiones, el estudio de la lesión a su retiro por el especialista en patología.

La ránula por su parte establece el aumento de volumen con contenido mucoso en el piso de la boca, de forma unilateral en el espacio comprendido entre la lengua y el maxilar inferior.

La glándula salival sublingual produce saliva sin estimulación nerviosa que ocurre durante la alimentación, liberándose por 6 a 20 conductos dispersos en el piso de la cavidad oral, en la parte posterior y superior de la lengua, mientras que en la parte delantera desembocan a un conducto común. Esta glándula tiene forma de almendra y a diferencia de las otras glándulas salivales mayores (parótida y submaxilar), no tiene capsula que la rodea. Cuando tiene proceso obstructivo por trauma o presencia de cálculo, puede alcanzar gran volumen, es transparente a violácea, de consistencia blanda y puede alcanzar de 2 a 5 cm de diámetro; al tocarla muestra su contenido líquido sin gran presión, puede ser ocasionalmente bilateral, generalmente no suele causar malestar asociado, pero cuando alcanza un tamaño considerable, puede interferir en el habla y la alimentación. La forma que está presente desde el nacimiento (congénita), se genera ante la falta de perforación de un conducto salival y también a partir de una disminución en su calibre. Se reporta en 0.74%, sin asociar alteración alguna para su alimentación normal y se establece que tiene remisión espontanea al siguiente año, sin ameritar tratamiento específico.

La forma no congénita, se presenta con una frecuencia discreta mayor en la población femenina y en forma general en el lado izquierdo. Al romperse, deja escapar un líquido viscoso, aunque de ocurrir, se forma nuevamente en poco tiempo posterior. Generalmente no se asocia con algún malestar en especial para el paciente, pero cuando el tamaño es mayor de 3 cm, se suele reportar con sensación de dolor y malestar durante la masticación y deglución.

Puede presentarse en dos variedades de acuerdo con su ubicación del material acumulado. La superficial es la más frecuente que se presenta en la etapa pediátrica y la forma profunda es más frecuente durante la tercera década de la vida y poco común en los niños, con dificultad en la mayoría de los casos para su identificación inmediata, por poder confundirse con alteraciones congénitas u otras enfermedades como quistes o abscesos.

Para confirmar sus características específicas adicionales, suele realizarse estudios de imagen. La radiografía simple se emplea para identificar al cálculo de saliva, que pueda estar obstruyendo al conducto principal, pero para otras características específicas de dimensiones y relación con tejidos vecinos, se eligen de preferencia estudios que no involucren exposición a la radiación, como: el estudio de ultrasonido y de resonancia magnética, para obtener mejor información a emplear en beneficio de su tratamiento quirúrgico, que consiste en realizar la apertura del quiste para dejar expuesto su contenido, con lo que se evita la recurrencia del cuadro. Este tratamiento en raras ocasiones puede asociarse con algunas complicaciones en los conductos salivales o trayectos nerviosos cercanos a esa región anatómica.

Ante la falta de molestias específicas, estas lesiones se podrán notar al acudir o realizar atención dental y recuerde sin trauma recurrente, su remisión espontánea es 3 años después.

 

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