Uno de los
aspectos importantes en el nacimiento de los seres humanos (y de todo mamífero
terrestre) es el desarrollo adecuado del mecanismo de la respiración, que le
permite adaptarse a poder tomar el oxígeno del ambiente, para incorporarlo a
los tejidos del cuerpo de forma inmediata a su expulsión del vientre materno.
En la mayoría de
las ocasiones, no se tiene ninguna anormalidad en el desarrollo de esta función
y el recién nacido tendrá una evolución natural a su adaptación inmediata. Para
entender la maravilla biológica de la evolución de las especies o algo de la
perfección divina (según se quiera considerar), haremos descripción en una
forma accesible de cómo se establece esta transición al nacimiento.
Mientras el
producto se encuentra en el vientre materno, la madre proporciona oxígeno que
circula por los vasos sanguíneos de la placenta a una presión muy baja (similar
a la del monte Everest), sin una conexión directa. Es a través del delgado
grosor entre la circulación materna y circulación fetal que difunde este gas al
producto, que en este ambiente, en sus células sanguíneas tienen una sustancia
(hemoglobina –fetal-) transportadora con alta capacidad de captación, por medio
de la vena umbilical para entregarlo a los tejidos más importantes (cerebro,
corazón, riñón, suprarrenales) mediante el bombeo del corazón fetal, que en
esta etapa tiene comunicaciones especiales, para facilitar el flujo de la
sangre oxigenada en mayor volumen sin pasar el por los pulmones. Hacia abajo circula
la sangre con menor contenido de oxígeno y se envía a oxigenarse nuevamente a
la placenta por las arterias umbilicales. El resto de los tejidos se
desarrollan con la cantidad mínima de oxígeno residual.
Para poder
cubrir el transporte de oxígeno, el riñón que recibe poca cantidad (de oxígeno)
libera una sustancia para estimular en la médula ósea, la formación de mayor
cantidad de células transportadoras (glóbulos rojos) que con su proteína
especial (hemoglobina), pueden cubrir las necesidades de este nutriente.
Los pulmones a
su vez, durante el embarazo tienen desarrollo progresivo de su anatomía en
forma inicial y antes del nacimiento empiezan a formar los sacos alveolares,
que son los espacios que después se llenarán de aire, pero durante el embarazo
se encuentran llenos de líquido que sintetizan sus células. Hay movimientos
pulmonares (durante el embarazo) para estimular la elasticidad del tejido
pulmonar y desarrollo de los alveolos.
En las etapas
finales del embarazo, en el interior de los alveolos se empieza a producir una
sustancia (factor tensoactivo), que tendrá al nacimiento la capacidad de
mantener el alveolo abierto, sin permitir su colapso cada vez que se produzca
la expulsión del aire, permitiendo con esta función que exista siempre una
cantidad residual de aire, que facilite su llenado de forma más inmediata.
Con el inicio
del trabajo de parto, las influencias hormonales maternas influyen sobre las
células del pulmón para invertir el flujo de líquido de los alveolos; y a
partir de ese momento, el líquido alveolar fluye ahora a unos vasos periféricos
que funcionan como drenaje, para disminuir su contenido y dejar al alveolo con
la mínima cantidad de líquido que le permita seguir teniendo su función
constante de elasticidad. La eliminación de este líquido no es dependiente de
la compresión por el canal del parto.
Al momento del
nacimiento, con la integridad del funcionamiento cerebral del producto, se
produce una fuerza respiratoria de ingreso (inspiración) muy importante,
calculada hasta de 60cm de presión de agua, para permitir la entrada de aire a
todos los espacios alveolares, terminando de desplazar el poco líquido residual
hacia los sistemas de drenaje (linfáticos), llenándose en forma súbita la
mayoría de ellos.
Esta entrada de
aire a los sacos respiratorios, disminuye la resistencia a la circulación
sanguínea que se tenía antes en los pulmones (que estaban llenos de líquido),
facilitando que el bombeo cardiaco ahora haga circular la sangre por este
sistema respiratorio, para tomar el oxígeno a una mayor presión de la que
existía en la circulación de la placenta. Es a través de esta diferencia de
presión en la circulación pulmonar y la cantidad de oxígeno presente, que se
facilitan los cierres de conductos y orificios que tenía el corazón antes del
nacimiento, para quedar con una circulación normal.
Con la gran
cantidad de oxígeno ahora presente en las células transportadoras (glóbulos
rojos), los riñones dejan de estimular la formación de una mayor cantidad; y
también, se realiza el cambio de proteína específica (hemoglobina de tipo fetal
a tipo adulto).
Por la presión
negativa tan importante en las primeras respiraciones, a través de la vena del
ombligo, se obtiene de la circulación placentaria un volumen de sangre
adicional, que se regula con los movimientos respiratorios posteriores (de
menor presión hasta de 3 a 5 cm de agua), con menor flujo sanguíneo luego de
las primeras diez respiraciones.
Toda esta
maravilla biológica funcional, se lleva a cabo con exacta precisión hasta en un
noventa por ciento de todos los partos. Solo en un nueve por ciento se
presentan algunos problemas que se pueden anticipar o evitar, con la valoración
médica adecuada; y el uno a máximo dos por ciento, puede requerir de atención
con personal especializado para su recuperación favorable.
Entre las causas
que pueden condicionar modificación al curso natural de adaptación, existe gran
variedad de ellas. Por citar de forma general algunas, podemos establecer:
cambios funcionales anormales del cerebro y sistema nervioso, falta de
desarrollo funcional de los pulmones por prematurez, alteraciones en la
formación de glóbulos rojos, deficiencia funcional del tipo de hemoglobina.
Alteraciones anatómicas (malformaciones): que modifican la estructura del
corazón, cerebro, tubos respiratorios (desde la nariz hasta los bronquios), caja
torácica, anomalías pulmonares, hernias (que permiten el paso de intestinos a
cavidad pulmonar). Condiciones dependientes del
desarrollo del embarazo: condiciones sociales, enfermedades
nutricionales, infecciosas, metabólicas, vasculares y toxicomanías maternas, enfermedades
genéticas y cromosómicas del producto, circulación comprometida del cordón
umbilical (torsión, nudo o compresión total), embarazos múltiples, parto
prematuro, hemorragia placentaria, y otras que por ser menos frecuentes quizás
son más difícil de sospechar, por su información escasa que exista de ella
entre el personal médico.
Todos esos factores,
se consideran de riesgo para poder influir en forma negativa a la adaptación respiratoria del nacimiento de
un niño. Deben poner en sobre aviso al personal médico y familiares
responsables, para buscar atención del parto en el lugar ideal, que cuente con
los recursos materiales y humanos necesarios, para atender la urgencia que se
llegue a presentar en forma eficiente.
Como objetivo
especial, se establece que la obtención de un niño se realice siempre por la
vía normal (vaginal) cuando las circunstancias así lo permitan. Solo cuando la
valoración de la embarazada por parte del experto en ginecología, establezca
que exista uno o varios factores adversos que puedan interferir en esta
dinámica de adaptación, deberá justificar su obtención mediante la operación
cesárea, a fin de garantizar la salud del binomio conformado por la madre y su
hijo, ya que se debe tomar en cuenta que la madre también puede estar en riesgo
ante esta condición de embarazo y parto.
Se recomienda a
toda pareja que tengan propósitos de embarazo, que de forma previa al mismo, se
sometan a diferentes estudios a fin de procurar tener mejor control sobre las
diferentes variables que pueden intervenir en el curso normal del mismo; y en
especial, asistencias periódicas, con evaluación si es necesario por otros
expertos como: de imagen de ultrasonido para descartar malformaciones
prenatales o de otra especialidad (incluyendo pediatra o neonatólogo), para
tener un embarazo normal y de feliz término.
En cada
nacimiento, no podemos dejar de admirar toda la maravilla que involucra…