Es la condición
particular que experimenta nuestro cerebro de percibir una sensación de
desplazamiento del ambiente que nos rodea; o bien de nuestro propio cuerpo,
causando respuestas secundarias específicas, relacionadas con el origen que
genera esta sensación.
Durante la
infancia con la realización de algunos juegos especiales, la mayoría llega a
percibir la sensación de mareo; que por su tipo de estimulación, asocia
sensación de diversión al no poder controlar los movimientos corporales y en ocasiones,
producir caídas secundarias. Se desencadenaban con movimientos rotatorios
corporales, rápidos o girando alrededor de un objeto con la cabeza baja.
Otros tipos de
mareo durante la infancia, se experimentan en algunos viajes en vehículos de
motor. Con la serie de movimientos de aceleración, frenado y giros hacia
derecha o izquierda, además de inclinaciones laterales, hacia adelante o atrás,
es posible que niños pequeños puedan sentirse mareados en una forma diferente,
que de manera secundaria producen ganas de vomitar (nauseas) o la eliminación
del contenido gástrico.
La capacidad de
mantener la postura corporal en control adecuado y percibir nuestra posición
corporal en el espacio, depende de una interacción bien organizada del complejo sistema de nervios en nuestras articulaciones,
ojos, oídos y cerebro, como del grupo muscular que se encarga de modificar la
posición del cuerpo en respuesta a la información del cerebro.
Básicamente
existen tres tipos de estímulos, que envían información relacionada con la
postura corporal al cerebro. Un grupo de sensores de presión que se ubican en
las articulaciones y segmentos corporales, envían señales de la postura que
guarda el cuerpo en el espacio cada vez que el cuerpo o alguno de sus segmentos
se comprimen en el desplazamiento. Las terminaciones nerviosas de la capa
sensible del ojo (retina), mandan información sobre el desplazamiento corporal
y colocación de objetos, en los diferentes planos de ubicación en el ambiente
externo, para identificar la profundidad que nos rodea, además de notar la
velocidad de desplazamiento. Por último, por dentro y atrás de cada oído, tenemos
unas estructuras en forma de tubos o canales semicirculares -sistema
vestibular-, proyectados en las tres direcciones espaciales (arriba-abajo,
derecha-izquierda, adelante-atrás), que en su interior contienen líquido que se
desplaza en cada uno de esos movimientos o sus combinaciones, generando un
vaivén de pequeños vellos que cubren su superficie interna, mandando así la
estimulación nerviosa al cerebro para percibir el tipo de desplazamiento
realizado o cambios corporales en el espacio. La alteración en la función de
uno o más de ellos puede alterar el equilibrio, además de enfermedades o
sustancias tóxicas que dañen al centro específico del cerebro.
En el niño, para considerar la existencia de mareo -al
igual que otras percepciones subjetivas-, dependemos de una comunicación
eficiente que ya haya desarrollado y le
permita expresar en forma clara la percepción anormal de su
desplazamiento, control corporal, o bien, la sensación irreal del movimiento.
Los padres lo pueden sospechar cuando por su desarrollo en forma previa, ya había
logrado mantener su postura de pie en forma adecuada y de repente, noten la
presencia de movimientos anormales en el cuerpo del niño, que no le permitan
mantenerse equilibrado; o bien, que a la marcha manifieste titubeo,
desviaciones o imposibilidad para trayectorias rectas.
De acuerdo a la
causa específica que genera el mareo, se puede presentar asociado con otras
alteraciones: ganas de vomitar (nausea), vómitos, palidez, sudoración, desmayo
y movimientos especiales de los ojos repetitivos hacia uno y otro lado. Por
estas manifestaciones en etapas tempranas, puede confundirse el cuadro y la
investigación clínica con problemas de alteración digestiva.
En la expresión
de los signos asociados a la sensación de mareo, habrá de considerarse la
expresión que cada niño en particular haga de esos signos, ya que habrá algunos
que apenas se puedan notar, mientras otros darán signos muy evidentes o
exagerados.
El mareo suele asociarse con presencia de
desequilibrio, con sensación de inestabilidad o especie de dificultad consciente, que hace que les resulte difícil pararse o caminar, subir o bajar
sin caerse, chocar contra objetos laterales, tropezarse y caerse. Pueden
caminar con las piernas muy separadas o no poder caminar sin tambalearse. Es
difícil caminar en superficies desniveladas o en oscuridad, haciendo evidencia
de torpeza y falta de coordinación.
Otro dato que se
asocia con el mareo es la sensación de vértigo, que generalmente es referida
como la sensación que el ambiente externo es el que gira o de que uno es el que
se está moviendo, cuando en realidad el cuerpo se mantiene quieto o sentado. Se
puede expresar también como sensación de estar flotando, sentirse atontado y/o
desorientado.
Los mareos
relacionados con infección del oído se asocian con mayor frecuencia
modificaciones a la audición. En otras ocasiones pueden referirse zumbidos o
tener la sensación de tener el oído lleno de algo sin especificar.
Cuando un niño
experimenta esta alteración, es necesario descartar su origen para definir su
comportamiento y ofrecer el tratamiento más adecuado. Si hay equivocación en la
identificación de la causa, no habrá respuesta adecuada al tratamiento y la
enfermedad podrá continuar generando alteraciones adicionales, como cambios de
la presión arterial, fatiga, convulsiones, miedo, ansiedad, pánico o depresión.
Con su
persistencia y datos asociados, es natural que se afecte el rendimiento
escolar, pueden tener dificultad también para poder enfocar lo escrito en el
pizarrón y perciben, que a pesar de sentir que están haciendo su mayor esfuerzo,
no pueden conseguir sus objetivos que quieren o necesitan lograr, generando
inseguridad y menor autoestima.
El estudio
clínico para identificar su origen, tiene que poner en consideración en primera
instancia, si hay datos para establecer que la alteración proviene de un daño a
nivel del cerebro (causa central) o por afección del sistema de control
vestibular (canales semicirculares). El cerebro puede tener alteraciones por
procesos infecciosos, efecto secundario a una contusión de la cabeza, tumoración,
acción de una sustancia tóxica o efecto secundario de algún medicamento. En la
alteración vestibular el cuadro puede ser por infección del interior del oído o
infecciones virales. Las hemorragias, anemias y la falla cardíaca, lo generan
por deficiencia de volumen circulante a cerebro.
Para identificar
la causa, es posible que se tenga que auxiliar con el apoyo de sub especialista
pediátrico, como: audiólogo, otorrinolaringólogo, neurólogo, psicólogo,
rehabilitación. Realizar estudios especiales e incluso, considerar la
hospitalización.
Algunos cuadros
de mareos son dependientes de la edad y podrán desaparecer al paso del tiempo
con pocos o ningún medicamento en particular. Como mareo al movimiento. De este
cuadro podremos mencionar algunas medidas preventivas a considerar para evitar
su existencia en los niños al realizar algunos viajes prolongados: de
preferencia, realizar viajes en el momento de mayor sueño del niño. Se colocará
en la parte media del asiento trasero para evitar la estimulación del paisaje
en su mirada. Evitar el empleo de aromatizantes intensos en el interior del
vehículo y humo de cigarro. De preferencia no ofrecer abundancia de líquidos o
sólidos antes del viaje. Cuando manifieste sensación de sed, dar sorbos
aislados y pequeños de líquidos claros. Dejar entreabierta la ventana para
entrada de aire fresco. No utilizar pantallas de vídeo que lo haga mantener su
vista fija y por las dudas, tener a su alcance una bolsa o recipiente en el que
pueda vomitar si lo requiere y también, un cambio de ropa y agua para poder
limpiar.
Cuando el mareo se presenta
sin juego y no es motivo de diversión, requiere la valoración adecuada para
evitar complicaciones secundarias.