Los antibióticos
son medicamentos que se emplean para combatir las enfermedades causadas por
microorganismos especiales llamados bacterias. Otros microorganismos son capaces
de producir infecciones; y en particular, los múltiples virus son capaces de
producir infecciones que se manifiestan al inicio, con alteraciones que son muy
comunes de los procesos infecciosos y en general causan malestar general,
fiebre, decaimiento, y disminución del apetito, por lo que se confunden en la
población general con el empleo de antibióticos, y en algunos médicos con pobre
experiencia o con conocimientos deficientes, con procesos bacterianos que
también les justifican el empleo de los antibióticos.
La
automedicación consiste en tomar medicamentos sin valoración médica adecuada,
ante la sugerencia de algún pariente, conocido, o trabajador relacionado por
los servicios de salud que no es médico; o bien, el antecedente de haber
ocupado un medicamento en anterior ocasión con resultado favorable.
Es conveniente
controlar el empleo de los antibióticos porque se necesita detener su uso
inadecuado ya que solo complican la evolución de las enfermedades y por sus
efectos pueden exagerar o atenuar las molestias de las personas; y por tanto, cuando
el padecimiento avanza, solo confunde en la interpretación al médico cuando se
explican las alteraciones percibidas. Por otra parte, el empleo de antibióticos
de forma inadecuada puede darle la facilidad a las bacterias de empezar a
hacerse resistente a su acción y con ello tienen la capacidad de poderse
extender de forma más rápida y agresiva sin que sean destruidas en la forma
habitual, por tener ahora necesidad de emplear antibióticos que son más
potentes y también más caros lo cual no lo hace tan accesible para algunas
personas, o también los gastos de hospitalización que se pueden generar. Además,
también se pueden causar reacciones secundarias ante dosis inadecuadas, por no
tener idea sobre el efecto que causan en el organismo, en particular de los niños
que tienen proporciones menores a un adulto; y es posible, que aparezcan como
tales: ronchas, diarreas, sorderas, daño al renal con insuficiencia que pueda
requerir después de diálisis renal o trasplantes renales, o por complicación de
la infección inicial la diseminación del germen a todo el cuerpo y finalmente
la muerte.
Para tener una
evolución adecuada de los padecimientos infecciosos causados por una bacteria,
se deberá de utilizar el antibiótico que haya sido seleccionado por un médico
con la preparación adecuada, no se deberá de sustituir el medicamento indicado
por el médico a sugerencia del personal de una farmacia, ya que esto es una
responsabilidad legal ante la evolución que se presente y en caso de una
evolución desafortunada, solo será responsabilidad del paciente o su familiar,
además del personal que haya realizado el cambio con las consecuencias
obtenidas. En caso de no encontrar el medicamento, se deberá de establecer
comunicación con el médico tratante, para que sea él quien indique la mejor
alternativa a emplear bajo su responsabilidad.
Como medidas de
prevención para evitar la resistencia de las bacterias o el mal uso de los
antibióticos, no se deberán de emplear los antibióticos para el tratamiento de
un resfriado o gripe, ya que en su mayoría son causados por virus y con el
antibiótico se destruyen bacterias que forman parte de la flora normal que
existe en diferentes partes del cuerpo y nos ayudan a evitar la proliferación
de las bacterias dañinas. Al iniciar un tratamiento, el tratamiento se deberá
de concluir tal y como lo indica el médico tratante y no cuando el niño se vea
mejor, o condicionado a que no es del agrado del niño.
Siempre recuerde que tomar antibióticos sin prescripción médica representa un
riesgo para la salud.
La secretaria de
salud a partir del 27 de mayo de 2010 publica en el diario oficial de la
federación, con vigencia a partir del 25 de agosto por ley, la forma de obtener
ahora los antibióticos; en donde se establece en su párrafo primero que: “la venta y dispensación de antibióticos
deberá de llevarse a cabo única y exclusivamente contra la exhibición de la receta médica correspondiente…” en el segundo
acuerdo establece que: “a efecto de
garantizar lo dispuesto en el párrafo anterior todo establecimiento que venda o
dispense antibióticos al menudeo a usuarios y al público en general, deberá
llevar un registro en donde se asienten todos y cada uno de los siguientes
datos: fecha de adquisición, de venta, nombre del medicamento… nombre del
que prescribe la receta, numero de cédula profesional y domicilio, esto
aplicará cuando no sea retenida la receta, en caso de retención de la misma,
puede prescindirse de estos tres datos pero deberá de hacerse referencia a la
receta retenida, mediante un numero consecutivo que correlaciones el registro y
la receta respectiva.” En relación a lo hallado en la práctica de nuestro
ejercicio encontramos que en ocasiones se les retira la receta a
nuestros pacientes, y esto no está señalado en la publicación por parte de la
Secretaria de Salud y se desconoce de donde parte esta decisión, cuando quizás
la mejor alternativa es que se aplique un sello por la farmacia para señalar si fue surtido en forma total o parcial el tratamiento antibiótico.
Inquieta la situación en que en ocasiones al surtirse el antibiótico algunas farmacias retiran la receta al paciente, desconociendo el motivo específico o condición legal, cuando en el caso de la mayoría de las recetas
pediátricas, en la parte posterior en forma frecuente se anotan las recomendaciones para la
convalecencia y datos a vigilar de la enfermedad en tratamiento. Ningún grupo
médico ha sido notificado sobre la disposición de retirar las recetas y como no
está establecido en la ley por la secretaria de salud, se puede solicitar la aclaración a esta situación que solo perjudica a nuestros pacientes, por quitarles ese medio
de consulta y seguimiento en la mejoría de sus pacientes.