Líquido amniótico

 

Durante el embarazo, el producto se encuentra rodeado de un medio líquido que es necesario para su correcto crecimiento y desarrollo. Protege al feto del trauma físico, le permite el crecimiento de sus pulmones y proporciona protección como una barrera contra las infecciones. Su inicio materno se debe a un traspaso de minerales con agua en mayor proporción, que permite distinguir la cavidad en forma adecuada a partir de las nueve semanas rodeando totalmente al embrión. A partir de las 20 semanas, el feto tiene un papel más importante en la formación de este líquido, ya que: sus riñones, intestino y pulmones, son fundamentales en el equilibrio adecuado de su formación y consumo.

Los riñones influyen a la cantidad de este líquido por su orina, que se modifica por las sustancias que elimina el feto. Durante el avance de la gestación, habrá mayor concentración de productos de desecho del feto hacia su líquido amniótico; y este líquido -al paso de la gestación-, incrementará su paso en mayor proporción hacia el espacio materno, para su eliminación orgánica por los riñones maternos.

El intestino y los pulmones fetales incorporan el líquido amniótico a su interior para favorecer el desarrollo normal de estos órganos a partir de sustancias especiales. El líquido absorbido pasa a la circulación fetal y se filtra para mantener el equilibrio.

El volumen normal de líquido amniótico varía. El volumen promedio aumenta con la edad gestacional, alcanzando un máximo de 800-1000 ml, que coincide con las 36-37 semanas de embarazo. Un nivel incrementado de líquido amniótico (polihidramnios), alerta al médico sobre posibles anomalías fetales compatibles, como déficit de desarrollo intestinal y/o respiratorio (el líquido se produce, pero no se absorbe bien -con sospecha de obstrucciones o falla en su desarrollo-). Su volumen disminuido (oligohidramnios) hace sospechar de alteraciones en la integridad o función renal del feto y/o desarrollo deficiente de tejido pulmonar que puede condicionar la muerte fetal.

Con estudios estadísticos se establece, que: el polihidramnios ocurre en el 1% de los embarazos, mientras que el oligohidramnios ocurre en aproximadamente el 11%.

En todo embarazo que se considere con polihidramnios, aproximadamente el 20% de los recién nacidos, asocian una anomalía congénita de algún tipo; por lo tanto, se prefiere para esta condición que el parto ocurra en ambientes hospitalarios con especialidades médicas, para su atención y manejo temprano, además con la tecnología adecuada en estudios y monitores para favorecer un mejor pronóstico.

La rotura de las membranas -que rodean y mantienen el líquido-, es la causa más común de oligohidramnios, que ante el tiempo que pasa sin esa barrera de protección, puede condicionar la probabilidad mayor de ser invadido por bacterias antes de su nacimiento. Cuando se rebasa el promedio de doce horas, justificará atención hospitalaria con protección de antibióticos, para verificar su evolución posterior adecuada. En caso contrario, el riesgo de infección en etapa de recién nacido es muy alta y en forma similar el riesgo de su mortalidad. Cuando no hay el antecedente de rotura de membranas y el líquido es escaso en la última mitad del embarazo, se podrá sospechar de alteración en la función renal, que cause disminución o ausencia de orina fetal o un bloqueo en el tracto urinario para requerir de igual forma atención inmediata. Las causas más específicas de estas variantes pueden ser múltiples y requieren evaluación y estudios variados para definirlas.

Otras causas que pueden generar polihidramnios pueden incluir: gestaciones múltiples o embarazos gemelares con síndrome de trasfusión, donde el gemelo receptor tiene incremento de líquido y hay disminución en el donante. Anomalías fetales que causen deficiencia en la integridad del segmento entre la garganta y el estómago (atresia esofágica) asociado con una vía que comunica la parte inicial del esófago con la vía respiratoria (fístula traqueal), falta de desarrollo de la tráquea, deficiencia en formación de segmentos intestinales. Las anomalías del sistema nervioso como defectos de columna y otras que afectan la deglución fetal, infecciones virales maternas, anomalías del ritmo cardíaco fetal, diabetes mellitus materna mal controlada, trisomías (21,18.13).

Como causas adicionales de oligohidramnios, se incluyen: anomalías del tracto urinario fetal, como: ausencia de uno o ambos riñones, riñones con formación de quistes en su interior, obstrucciones de las vías urinarias (valvas en la desembocadura de la vejiga urinaria). Déficit de la función placentaria por poco aporte de irrigación sanguínea como en la hipertensión materna mal controlada, diabetes materna, embarazos que se pasan del tiempo normal de gestación (más de 42 semanas). La rotura de las membranas antes del inicio de trabajo de parto (ruptura prematura), puede favorecer al desarrollo de infección en el interior de la cavidad (corioamnionitis), que cuanto más temprano se produce -antes del parto-, representa mayor riesgo de asociar en el recién nacido daño a nivel pulmonar, secuelas neurológicas y/o insuficiencia respiratoria con riesgo de mayor mortalidad temprana.

En cuanto a su pronóstico, los bebés con polihidramnios asociado con algún tipo de anomalía; dependerá de la gravedad de la anomalía, que en forma general puede asociarse con una mortalidad de 60%. El exceso de líquido amniótico tiene grados variables con mediciones específicas, que se obtienen con ultrasonido durante el embarazo. Si es severa, hay mayor riesgo de anomalía congénita asociada y puede representar también riesgo para la madre, ante la probabilidad de poder fluir parte de ese líquido a la circulación materna, para producir una embolia de líquido amniótico que en forma súbita puede causar alteraciones cardiacas, pulmonares y hemorrágicas graves en la madre, pero si es leve la posibilidad de asociar una causa específica es de 15% y el pronóstico es benigno, ya que incluso puede corregir su volumen durante el embarazo.

En el contexto de oligohidramnios por ausencia de riñones (agenesia renal), la mortalidad es del 100%. Las formas más leves de alteración renal o de obstrucción urinaria, puede asociarse con grados variables de desarrollo pulmonar alterado y probabilidad de insuficiencia renal a largo plazo. El pronóstico en estos casos está relacionado con el volumen de líquido amniótico y la edad del embarazo a la que se desarrolla el oligohidramnios. El oligohidramnios leve parece ser solo un factor de riesgo adverso en embarazo prematuro tardíos sin complicaciones.

La mortalidad por líquido disminuido es alta, ya que la falta de líquido amniótico causa compresión del abdomen fetal, limitando con eso los movimientos del musculo que mueve a los pulmones, sin que puedan desarrollar en forma eficiente su capacidad elástica y, la falta del líquido en el interior produce deficiencia en la maduración del tejido pulmonar. Por otra parte, por la disminución del volumen en el espacio de la cavidad, se produce compresión del cordón umbilical, con falta de circulación eficiente de la sangre de la placenta al feto, causando alerta orgánica en sus órganos vitales, produciendo depresión de función cerebral y en forma secundaria relajación de la contención anal, con liberación de material de evacuación (meconio), que al carecer de medio líquido para diluirse, tiene consistencia espesa y es ingerido en forma simultánea por los movimientos respiratorios -dentro del vientre materno- produciendo obstrucción mecánica en vía respiratoria, que al nacimiento, es factor de mal pronóstico si no es retirado en forma eficiente antes de administrar respiración asistida, condicionado daño neurológico relacionado al retardo de la oxigenación y nutrición nerviosa o alteraciones en la circulación sanguínea y/u oxigenación por falla cardiaca y/o pulmonar.

Se recomienda que ante la apariencia externa de un volumen abdominal exagerado o poco desarrollado, se realice valoración del contenido de líquido amniótico por experto en imagen de ultrasonido y, que el nacimiento se atienda en centro especializado.


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