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Algodoncillo (moniliasis)


Proceso relativamente frecuente en la infancia que consiste en una infección por levaduras dentro de la boca, causada por el hongo Candida albicans. Cuando este hongo crece en la boca, se llama algodoncillo por su aspecto que llega a desarrollar, muy parecido a las características del algodón, que se nota por ser de aspecto liso, suave y con coloración blanquecina. El hongo además también puede producir su desarrollo y enfermedades en otras partes del cuerpo, y en orden de frecuencia, puede producir salpullido por pañal en los bebés, y menos frecuente en genitales, pies, manos y tubo digestivo.
Estos hongos están siempre presentes en la piel y en la mucosa del tracto digestivo, genitourinario y respiratorio, pero se encuentran controlados por otros microorganismos no patógenos. Cuando se produce un desequilibrio, el aumento desmedido de la población de hongos produce esta u otras micosis. La enfermedad producida por este hongo que también se le conoce como candidiasis, llega a afectar normalmente las zonas húmedas y cálidas de la piel y las mucosas, como las axilas, la boca, uñas, el glande y la vagina. Se dice que llega a ocupar hasta  la cuarta parte de todas las enfermedades de la piel.
Algunas cosas pueden hacer que este hongo pierda su balance, y desencadene la enfermedad, entre ellas: tomar antibióticos, no realizar  enjuagues de la boca después de emplear dispositivos de succión o mordedoras, y a través de una mamá que tenga la infección, se la puede pasar al bebé, a través de sus secreciones genitales al momento del parto, o bien, con el pezón infectado directamente al interior de su boquita.
La forma de conocer esta enfermedad es por la presencia de unas membranas blanquecinas algodonosas discretamente adheridas al interior de la boca, que se desprenden con facilidad con un depresor lingual, dejando una mucosa inflamada (muguet). Puede afectar el dorso de la lengua, la mucosa interna de las mejillas, el paladar e incluso la garganta. A veces se manifiesta en forma de un enrojecimiento o inflamación de la lengua, con aspecto liso, y en las comisuras de la boca, con existencia de fisuras o heridas con mucho ardor y dolor que impide la apertura normal de la boca y causa llanto frecuente al niño, por las molestias descritas. Es relativamente frecuente observar que se afectan más los niños menores de seis meses, por tener deficiencia en su desarrollo inmunológico, que forma parte de los mecanismos que pueden mantener en equilibrio,  la multiplicación y diseminación de ese hongo. 
La infección también puede ocurrir alrededor de quemaduras, cortadas o catéteres, provocando una erupción desigual de aspecto brillante y enrojecido en los pliegues de la piel. Ésta puede ser recubierta con una capa de tejido macerado y blanquecino. Otros síntomas incluyen un ardor leve.
Las lesiones en la boca, se pueden llegar a confundir con las manchas que pueden quedar como depósitos de residuos de leche, que tienen la diferencia simple, que pueden ser desprendidos fácilmente frotando con una gasa humedecida.
Tiene importancia que ante un niño que tenga presencia del algodoncillo, se determine su extensión, ya que al estar más allá de la boca y de poder incluir a su garganta y sistema digestivo restante, puede condicionar diarreas importantes y deficiencia en el proceso de absorción de nutrientes y condicionar desnutrición en muy corto plazo. También se hace necesario, cuando la extensión o la recurrencia es muy frecuente; determinar si existe deficiencia del sistema inmunológico desde su nacimiento, que pueda predisponer a estas repeticiones; pero que de igual forma, pueda condicionar la facilidad para que el niño sufra de otras infecciones recurrentes, ante una deficiencia inmunológica de tipo congénito, que puede tener su origen a nivel de información genética o ser de influencia por el virus de inmunodeficiencia.
Los cuidados que se pueden realizar en casa, en forma de prevención para esta enfermedad, incluyen: mediante aseo de la boquita del niño, en frecuencia posible de tres veces al día o por lo menos en dos ocasiones, evitar dejar residuos con altas cantidades de hongos. La mamá al terminar de ofrecer el seno, se realizará lavado con agua y jabón neutro, con aplicación de crema para evitar desarrollar lesiones como fisuras, que pueden ser sitio de inicio para la proliferación de los hongos. Intentar desprender las placas grandes de la boquita del niño, con una torunda de algodón o gasa humedecida en agua, mezclada con una cantidad mínima de bicarbonato (a un vaso de agua se le agrega la cuarta parte de la cucharadita cafetera), con la finalidad de evitar que el hongo se encuentre en un medio adecuado para su desarrollo. Se deberá de estar pendiente de la alimentación del niño, para acudir a valoración médica de forma temprana al notar que se empieza a disminuir su ingesta, por las reacciones que causan las lesiones. Evitar el empleo de chupones o dispositivos de succión, que pueden estar con mayor cantidad de partículas de hongos y funcionar como fuente de infección. Todo contacto con el niño, requiere de lavado adecuado de manos para evitar entregarle gérmenes al tocar sus manos o boquita. Notificar o acudir a valoración médica cuando se note que no haya mejoría de las lesiones blanquecinas de la boca o cuando su estado general o alimentación se empieza a deteriorar. Si hay sensación ardorosa en los pezones maternos y coloración enrojecida, se deberá de acudir a valoración médica con su ginecólogo para el tratamiento correspondiente.
El temor de algunas personas a esta enfermedad, se originó cuando en el pasado se permitía a esta enfermedad extenderse por la falta de cuidados higiénicos, y de prevención; lo cual definía posteriormente, cuadros de diarrea y desnutrición de rápida evolución, que en breve tiempo causaba la defunción del niño. Ahora los tiempos han cambiado y se puede tratar esta enfermedad para evitar ese riesgo, siempre y cuando se acuda de forma temprana.