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Desarrollo de resiliencia

 

La resiliencia es la capacidad del individuo para enfrentar las circunstancias difíciles en la vida y poder salir adelante, atenuando sus efectos negativos y transformándolos en factor de superación. Es una característica que nos permite vivir en un mundo que no es perfecto y seguir adelante con optimismo y confianza.

La ventaja de fomentar esta destreza en los niños es que les permite ser más fuertes, felices y optimistas, ante situaciones físicas, emocionales o sociales, que puedan ser perjudiciales en el desarrollo de su vida futura.

Son los padres y/o familiares del niño quienes pueden condicionar su percepción del mundo que los rodea y sus potenciales riesgos y, como primera escuela de la vida, es en el hogar donde ellos pueden aprender de su comportamiento, sobre las decisiones que toman ante circunstancias específicas de riesgo, en la intención de reducir la percepción del miedo e incertidumbre; o en extremo contrario, aprender y desarrollar una personalidad muy dependiente, insegura y con miedos frecuentes.

Los problemas en cada familia u hogar son muy variados, llegando a incluir: divorcio, enfermedad, muerte, violencia, gastos, clima (derrumbes, temblores, inundaciones, etc.), secuestro, terrorismo, etc., de los cuales -en su mayoría- no se podrán proteger de forma específica; pero en cambio, si se les puede capacitar para poder adaptarse y superar esas adversidades, ofreciendo las condiciones necesarias para poder responder de forma eficiente a los desafíos de su infancia, adolescencia y juventud para poder desenvolverse con éxito en su vida adulta.

Cada época representa en cada generación, diferentes ambientes con tensiones relativas variadas, que pueden deteriorar la salud física y el bienestar psicológico del ser humano en desarrollo. El estrés viene de las familias que siempre están activas, que tienen demasiadas actividades extracurriculares y que tienen constante presión colectiva. Cada uno de estos niños y adolescentes necesitan desarrollar fortalezas, adquirir destrezas para enfrentar, recuperarse de las adversidades y estar preparados para los futuros desafíos. Necesitan ser optimistas para tener éxito en la vida, pero esta condición no es una simple entidad independiente, ya que para desarrollarla es necesario fomentar en los niños en todo momento -desde etapas muy tempranas-, las siguientes características: competencia, confianza, conexión, carácter, comunicación, confrontación y control.

El desarrollo de su competencia se logra con la disponibilidad de un familiar que cuente con conocimientos básicos, para poder ofrecer la ayuda necesaria y orientada a la superación de los diferentes conflictos, que vaya teniendo el niño en sus diferentes momentos. También requiere que al niño tenga una adecuada capacidad reflexiva y de conocimientos, para poder ejecutar análisis y conclusiones apropiadas (error-acierto) que se inician con el desarrollo del sentido común (causa-efecto) y pueden enriquecerse con la comprensión de su entorno. Le permite reconocer que el proceso de aprendizaje es importante, que el éxito inmediato no es siempre el objetivo y que el fracaso no es algo que deba temerse o evitarse. En cambio, le ayuda al niño a ver el fracaso como una consecuencia natural del aprendizaje y la experimentación de situaciones nuevas. En la medida que el niño se somete a superar dificultades, será como un entrenamiento constante para adquirir mayor cantidad de habilidades y tener mayor facilidad de resolver problemas; y en sus errores, enfocarse en la identificación de sus incidentes.  

Asociado a los conocimientos y capacidad desarrollada con la competencia, el niño desarrolla la convicción de poder confiar en sus habilidades para superar condiciones críticas. Esta confianza se puede incrementar autorizando a los niños a que tomen sus propias decisiones, dándole la certeza que ya puede ser capaz de manejar algunas dificultades, reconociendo y felicitando con honestidad sus logros específicos sin presionar a que intente realizar algo más de lo que pueda manejar de forma realista. Se debe evitar la comparación de los logros de otros niños o familiares.

Con la conexión, el niño consciente sobre sus propias capacidades emocionales y físicas desarrolla vínculos estrechos con su familia y su comunidad, para establecer un sólido sentido de seguridad al identificarse con los distintos valores sociales y, evitar rutas destructivas alternas del amor y la atención. Esta conexión se establece cuando en el hogar existe un sentido de seguridad física y emocional, cuando dentro del hogar se tratan de forma abierta todo tipo de conflictos familiares en forma razonada, con planteamiento de alternativas variadas y confirmación de resultados, cuando el niño se va identificando entre los integrantes de la familia y sociedad, con personas que bajo circunstancias adversas logran superar las adversidades; y con el ejemplo de ellos, muestran la eficiencia de la resiliencia que en forma natural, buscarán imitarla.  

Para moldear el carácter, los niños necesitan ir formando un sólido grupo de enseñanzas y valores que los ayude a determinar lo correcto y lo incorrecto; y empatía adecuada, para mostrar una actitud afectuosa hacia los demás. Permitirle la expresión de todas sus emociones con un control adecuado, que les facilite sentirse cómodos durante los momentos difíciles. Se debe ayudar al niño a conocer sus fortalezas -sin exagerar-, para que pueda emplearlas en forma más apropiada que en las experiencias previas no resueltas, insistiendo que -en base a la recurrencia de fallas., es factible lograr los aciertos. Se les debe diferenciar que la insistencia razonada no es necedad y el conocimiento, análisis y paciencia siempre consiguen buenos resultados.

La comunicación adecuada le permite al niño transmitir la incertidumbre del problema específico, a fin de obtener la mejor orientación a su solución y de forma secundaria, permitirá transmitir la experiencia obtenida a otros, para generar satisfacción y poder ayudar a su comunidad. Requiere que haya comunicación adecuada entre familiares con los niños, de ser posible con un espacio y tiempo específico dentro del hogar para este tipo de conversaciones. Se les debe ayudar a lidiar con sus dificultades y desilusiones ya que es mejor ayudarlos a reconocer y hablar de sus sentimientos, incluso de los negativos, con el propósito de que desarrollen e identifiquen su autoconciencia. Los niños deben saber que tener dificultades o equivocarse no es un signo de debilidad, y que pedir ayuda es una fortaleza.  En esta comunicación es importante orientar, pero de preferencia, sin intervenir para arreglar las cosas.

Confrontación. Aprender a enfrentar de manera efectiva al problema, ayudará al niño a estar mejor preparado para superar los desafíos de la vida. Evitar los desafíos no desarrolla resiliencia, pero solucionarlos sí. Para una confrontación adecuada conviene integrarle al niño, estrategias positivas y eficientes para solucionar conflictos, guiar en su pensamiento para el desarrollo de análisis y juicios adecuados. Comprender que pedirle abandonar la confrontación al conflicto por su incertidumbre, no funciona; pero el reprobarlo, solo genera sentimientos de frustración y vergüenza que disminuyen su autoestima y su capacidad resolutiva. Se les debe enseñar que las cosas pueden mejorar con su esfuerzo y, que no está atrapado en el lugar en forma obligatoria ya que toda situación difícil puede ser modificada ante su empeño.

Finalmente, el control permite a los niños tener certeza de las consecuencias posteriores a sus decisiones seleccionadas, en el resultado esperado; o bien, volver a tomar una nueva iniciativa con un análisis de las fallas previas, que en caso de no poderse superar -por su condición extrema-, le facilitará adaptarse al nuevo cambio en su vida, sin consecuencias dañinas a su estado emocional y físico. Aprenderá que el empleo de esta disciplina es para lograr un objetivo, no es un castigo y tampoco una manipulación.

Es una preocupación significativa cuidar de la salud física de los niños… pero en forma frecuente se descuida la forma de prepararlos a las adversidades de su vida emocional.