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Dolor de huesos.


La presencia de dolor en los huesos, es una incertidumbre en los familiares de un niño que se queja de forma recurrente, y es motivo de duda que se plantea en la consulta pediátrica.
En su mayoría de ocasiones, el dolor es referido a nivel de las extremidades inferiores, señalado a nivel de sus huesos, pero de relación muscular por notar que a su presión se genera el dolor, es de aparición preferente nocturna, de intensidad variable que puede incluir desde la referencia sola, hasta la condición de asociar llanto intenso y de raras ocasiones con limitación a los movimientos, y generalmente sin evidencia de manifestaciones inflamatorias como enrojecimiento, aumento de volumen, incremento de temperatura superficial.
La causa mas común, está relacionada con la propia actividad física que desarrollan los niños en el transcurso del día; y en la noche las contracturas musculares desencadenan los dolores característicos, al comprimir las raíces nerviosas. De forma habitual lo manifiestan los niños mas inquietos en actividades físicas variables (corren, brincan, estiran, etc). El tipo de calzado empleado durante estas actividades es otro factor adicional a considerar; sobre todo, cuando se trata de calzado que mantiene al pie en posición plana (horizontal) y deficiente en soportes laterales, ello motiva a que el peso del cuerpo que se descarga hacia el punto inferior, al no tener una pendiente de descarga hace que la presión de todo el peso del cuerpo, recaiga sobre la región del talón y afecte de forma importante a los músculos de arriba con mayores tensiones. El contar con una pendiente proporcionada por el tacón de unos zapatos normales, permite que dicha carga se distribuya al resto del pie y los dedos, con lo que disminuye el soporte de peso a los músculos de la pierna. Los zapatos de consistencia firme brindan apoyo para evitar lesiones a nivel del tobillo y permiten distribuir de forma adecuada las presiones a diferentes superficies del pie. 
En el tratamiento de estas molestias, es suficiente con proporcionar masaje en el grupo muscular donde el niño manifieste la presencia del dolor, o bien calor local con compresas tibias, por periodos de cinco a diez minutos, y de forma excepcional se tendrá que emplear medicamentos analgésicos de preferencia con potencia anti inflamatoria leve. Además de corregir el tipo de calzado al no poderse impedir la actividad natural en un niño.
Deberá de requerir otro tipo de atención, los dolores que asocian datos inflamatorios en la articulación o bien dolores de extremidades que se asocian con otras manifestaciones generales. Sus causas en estas circunstancias pueden estar relacionadas con procesos inflamatorios infecciosos de las articulaciones, procesos artríticos juveniles o incluso formar parte de las manifestaciones de una leucemia. Cuando no mejore con las recomendaciones previas y asocie otras alteraciones es muy conveniente buscar la atención adecuada con el pediatra, y mejor el sub especialista en ortopedia pediátrica.
El desarrollo de la marcha en el niño, se deberá supervisar desde etapas tempranas para evitar alteraciones. Es conveniente empezar a parar al niño a partir de los ocho meses con el propósito de estimular la posición de las plantas de los pies en apoyo total sobre la superficie de apoyo. De forma inicial, el apoyo es sobre puntas de pies, y colocarlos en andadera en esta etapa condicionará adquisición de una marcha anormal por empezar a desarrollar la marcha de puntas. La colocación en andadera o el inicio de estimulación a la marcha, se iniciará de preferencia al momento de tener apoyo plantar total y extensión de rodilla. Es parte normal, del proceso de la marcha que en inicio tenga una base de sustentación amplia y se noten los pies muy separados, para permitir que su desplazamiento sea a base del movimiento de rotación de la cadera. Influye para este desarrollo la postura predominante que haya tenido el niño en meses anteriores y se deberán de evitar posturas viciosas como el mantenerlo acostado boca abajo y con las piernitas pegadas a su abdomen o muy abiertas con los pies ya sea hacia dentro o afuera. En etapas posteriores el desarrollo de la marcha establece la proyección de la rodilla al frente y al lado de la contraria. Durante esta etapa se deberá evitar que al momento de descansar, o jugar, el niño tome postura hincada manteniendo sus rodillas juntas y los pies separados. Estas posturas viciosas pueden condicionar defectos de posición de piernas dejando las piernas en forma de charritos, o bien en forma de X que al momento de la marcha causarán alteraciones, y empleo de músculos de forma anormal, y en consecuencia, las molestias o dolores nocturnos.
El pie plano es otra duda que pueden tener los familiares de forma frecuente, y es posible considerarlo al notar la ausencia de arco interno de la planta del pie, pero es una posibilidad normal por la presencia de grasa y desarrollo de tendones y músculos hasta los primeros dos años y medio. Durante este periodo se puede inducir en su formación con ejercicios sencillos como caminar de puntas, y de talón en superficies variadas como piso firme o bien arena. Cuando se rebasa esta edad y a pesar de los ejercicios se nota su persistencia del defecto, será también conveniente la valoración por el ortopedista para la prescripción de plantillas que proporcionen equilibrio adecuado a la superficie plantar, teniendo que utilizar para esta corrección zapatos con modificaciones en su plantilla y tacón.
Los dolores musculares de las extremidades son molestias comunes y convenientes de reconocer en sus causas, para evitar anormalidades esqueléticas, o bien si tienen otras particularidades, identificar de forma inicial algunas enfermedades especiales.