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Prevención de las adicciones

El consumo de sustancias nocivas para el organismo, representan un riesgo potencial que se puede presentar en cualquier tipo de persona independiente de su género, edad y/o condición social, que repercutirá en una disminución en su calidad de vida, con deterioro en la función emocional, social y/o condición física.
Se considera a toda adicción como una enfermedad de origen mental, por participar con un alto componente de tipo emocional. Se manifiesta como una conducta compulsiva por consumir drogas o sustancias que generen un consumo recurrente y progresivo. Las causas que las motivan a su inicio son una mezcla de factores de origen emocional, social, económico y biológico.
En comparación con tipos de vida que han existido a lo largo de las diferentes sociedades, se nota que la conducta adictiva de los individuos que forman cada sociedad, tiene tendencia a mostrar incremento; y de igual forma, la disponibilidad de las sustancias relacionadas con las adicciones, es de mayor variedad con las que se puede generar el problema.
Entre las adicciones que se consideran como dañinas para la salud individual o como riesgos sociales, se encuentran: el tabaquismo, alcoholismo y la drogadicción. Todas ellas actúan como alteraciones crónicas, progresivas que generan dependencia emocional, y al paso del tiempo tolerancias físicas relativas que condicionan el incremento del tóxico y/o la variedad asociada.
Estas adicciones según las últimas clasificaciones de las enfermedades mentales, se incluyen en su descripción, por ser trastornos que se originan por alteraciones de conducta o de estabilidad emocional el individuo, generando la necesidad del consumo de la sustancia para poder sentirse en forma diferente a la natural. El alcohol hace que el individuo se sienta desinhibido y supere su timidez. Las drogas, modificando la percepción de la realidad a través de alteración de los sentidos, o alterando el juicio y las emociones que se experimentan, y el tabaco por la sensación de estimulación a las funciones cerebrales.
Cada una de estas adicciones conlleva riesgos a la persona y la sociedad. El alcohol con el paso del tiempo disminuye las capacidades cerebrales y genera destrucción de estructuras neuronales, mientras que en la sociedad es motivo de daños a la salud de forma secundaria por accidentes o agresiones físicas y emocionales. La drogadicción de acuerdo al tipo de droga, cantidad y frecuencia causa deterioro en mecanismos de estimulación o inhibición del tejido cerebral y de forma inevitable destrucción neuronal, mientras que para la sociedad es motivo de agresión a terceros. Por su parte, el tabaquismo para la personas que lo consume le genera problemas cardiacos, vasculares (embolias) y en alto grado se relaciona con cáncer que puede afectar al consumidor de forma directa, o bien, a sus familiares o cercanos como inhaladores pasivos.
La prevención de estas adicciones tiene por objetivo, evitar la existencia de estas alteraciones en forma específica para algún individuo; o de forma general, para una sociedad, por medio de una educación temprana adecuada para señalar valores adecuados de una sociedad, desarrollo de una condición emocional estable para el individuo y su grupo social, e información apropiada sobre las consecuencias que se pueden tener con su inicio.
Para quienes ya se encuentran en fase de rehabilitación, la prevención de recurrencia involucra incorporarlos a ambientes con expectativas físicas y sociales reales adecuadas, con fortalecimiento de la estabilidad emocional, vínculos familiares, sociales y laborables convenientes, con opción de incrementar los periodos de abstinencia, y de forma ideal, lograr la erradicación de su consumo.
La prevención de las adicciones deberá involucrar: lazos fuertes y positivos dentro de una familia con actitud favorable hacia la sociedad, reglas de conducta claras con aceptación de sus integrantes, participación frecuente y honesta en la comunicación familiar y un ambiente favorable para desarrollar la autoestima del individuo.
Podemos ir señalando algunas recomendaciones elementales para evitar el inicio de las adicciones en el hogar.
Desde los primeros meses de vida, se evitará que ante toda condición que genere llanto en el niño, consolar o tranquilizarlo mediante la aplicación de dispositivos orales (en especial: chupón), de forma frecuente y mas allá de los primeros dos años de vida, ya que esto condicionará que ante futuras situaciones de angustia, trate de encontrar como compensador emocional algo en su boca (cigarro o alcohol).
Como principio básico es de todos conocidos que el niño aprende lo que se vive y enseñan los padres en su hogar; por tanto, el inicio del tabaquismo y alcoholismo se genera por el ejemplo en la conducta que ellos notan en su ambiente familiar.
La formación de la autoestima es un punto elemental en su desarrollo de personalidad, y es necesario fomentarlo desde edades muy pequeñas, mediante halagos por sus atributos y el cumplimiento de sus obligaciones. El señalamiento constante de sus defectos, o el reclamo de sus faltas es algo que lo deteriora en su imagen que se forma, y mucho más cuando se compara con otros semejantes. Simplemente, es sencillo analizar que en cada familia en el transcurso de un día son mayor número de regaños que de caricias y halagos. En el futuro el individuo que tiene una autoestima baja será el más propenso a caer en alguna adicción para poder superar sus traumas o limitaciones emocionales.
La autoestima también se deberá de fomentar en la escuela, donde lo más tradicional es que los compañeros o incluso algunos profesores lo señalen por alguno de sus defectos de forma inmediata o sea cohibido a su forma de hablar o hacer preguntas, formando luego individuos tímidos y cohibidos, que serán los consumidores luego de drogas o alcohol que “los modifica” de esa actitud. Aquí la información que pueda tener de los familiares sobre sus defectos o errores permitirá superar su trauma relativo y poder enfrentar ambientes adversos. La comunicación adecuada, abierta y continua es la clave para poder intercambiar opiniones el resto de su vida, y entre más temprano se inicie es mucho mejor, pero ningún tiempo es malo cuando se inicie aún en una etapa tardía.
En cuanto se van desarrollando los niños y conocen los medicamentos, podrán percibir que modifican algunas características en el desarrollo de alguna enfermedad, y será el momento propicio para que los padres hagan referencia, que así como existen algunas sustancias de empleo benéfico, podrán existir otras que puedan dañarlos. Para reforzar de preferencia, que este tipo de productos solo deberán de ser indicados por los médicos para la recuperación de su salud y no por cualquier persona o “amigo” en el futuro.
Ya desde la etapa escolar es conveniente hablarle sobre los efectos dañinos de las adicciones y sus consecuencias en la sociedad, y la nota roja de los periódicos puede ser el señalamiento solo de muchas de sus consecuencias. Durante la adolescencia es natural que conozcan ya algunos compañeros que tomen, fumen o se droguen y la conversación con el hijo para conocer su opinión de sus compañeros podrá ser motivo para notar si hay identificación o rechazo por esas actitudes, y de acuerdo a ello para tomar acciones que refuercen la información. Conviene conocer también, a cada uno de los amigos de su hijo para sospechar la proximidad al inicio de estas adicciones. Las consecuencias personales y sociales, se podrán despertar en la consciencia de los muchachos, para hacerlos responsables de sus actos y con mayor decisión saber tomar la negativa ante el primer ofrecimiento, al reconocer su autoestima personal lograda.

La comunicación constante seguirá siendo el pilar importante para evitar que los hijos se acerquen a cualquier adicción, y en caso necesario su médico podrá orientarlo mejor.