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Retraso mental

Es una  disminución en la capacidad mental global, significativamente por debajo del promedio, acompañada por limitaciones importantes en la función de adaptación, en al menos dos de las siguientes habilidades: comunicación, auto cuidado, capacidades sociales, autodeterminación, capacidad para el aprendizaje, trabajo, ocio, salud y seguridad; como consecuencia de diferentes enfermedades, que en su vida adulta condicionará un déficit en las funciones cerebrales, con afección a sus mecanismos de rendimiento mental y trastorno en su comportamiento independiente. Estas limitaciones se ponen de manifiesto antes de los 18 años de edad.
Es una de las incapacidades del desarrollo más frecuentes. En ocasiones puede no poderse identificar su causa primaria y ser difícil de reconocer cuando el aspecto del niño es normal. En contraste, cuando existe alguna enfermedad congénita que la condicione, su reconocimiento se asocia de forma fácil por los cambios faciales y corporales que expresa el niño como consecuencia de la enfermedad primaria.
Esta alteración se caracteriza por contar con una capacidad intelectual por debajo de la media habitual de la población normal, que en calificaciones establecidas por pruebas específicas se encuentran con puntuaciones por debajo de 70.
De acuerdo a las evaluaciones que califican el nivel intelectual, el retraso mental leve se establece en calificación entre 55 a 69, moderado de 40 a 55, severo 20 a 39  y profundo menor de 20. Estas valoraciones tienen su utilidad para considerar a quienes tienen un valor mayor de 50 puntos, tienen una mayor probabilidad de aprovechar un programa educativo formal, y aquellos con un cociente intelectual (CI) menor de 50 aprovechan más la capacitación en las capacidades para la vida cotidiana.
En forma de pronóstico futuro, la evaluación permite establecer el comportamiento de la persona afectada para su vida adulta: quien tenga una valoración compatible para un retraso mental profundo, será una persona que no superará una edad mental de 2 a 3 años, y el severo  a moderado no sobrepasan su comportamiento mental de 6 a 7 años.
La edad de la presentación el retraso mental, está en relación inversamente proporcional a su gravedad. Si se presenta a una edad menor, el deterioro mental será mayor, y si se nota en edad mayor, el deterioro es menor. A reserva particular cuando está relacionado a alguna enfermedad hereditaria.
La asignación del término: retardo mental, habitualmente no se aplica hasta que el niño alcanza la edad escolar ya que en ese momento, se considera que las pruebas formales para el cociente intelectual son más confiables y reflejan mejor las capacidades a largo plazo del niño. Antes de ese momento, a menudo se emplea el término de: retraso global del desarrollo.
De sus causas, se llegan a establecer más de mil causas genéticas del retraso mental, pero entre las más frecuentes que la condicionan, se establecen tres principales que incluyen: el síndrome de Down (trisomía 21), el síndrome alcohólico-fetal (cuando la madre durante el embarazo consume alcohol), y la alteración conocida como cromosoma X frágil.
De ellos, el que condiciona deficiencia mental más grave es el de cromosoma X frágil que tiene carácter hereditario y entre sus cambios físicos se describe la presencia de orejas grandes, genitales aumentados de tamaño y otras particularidades que permite a los médicos poderlo distinguir o sospechar desde el nacimiento. Este padecimiento puede ser valorado de forma anticipada por consejo de genética.
El síndrome de Down es la causa genética más frecuente de retraso mental que se presenta en frecuencia aproximada de uno entre ochocientos recién nacidos. Se le relaciona al momento del nacimiento, por las características físicas que se le encuentran al niño desde su nacimiento. La orientación ofrecida por el genetista también puede disminuir el riesgo de su presencia.
Si la madre consume alcohol durante el embarazo, puede condicionar en su producto la alteración en su rendimiento intelectual en grados variables que pueden ir desde deficiencias leves a moderadas. Aún si su niño tiene calificación compatible con valores normales -podrá tener por la influencia durante el embarazo-, alteraciones neurológicas, de conducta y de adaptación a la vida social. Cuando son adultos jóvenes tendrán problemas en las esferas de atención, el aprendizaje verbal y de la función ejecutiva. Sus capacidades sociales a menudo se detienen en el nivel de los 6 años y tienen mayor riesgo de trastornos de conducta y psiquiátricos. La ventaja relativa de este cuadro, es que puede ser considerado como la causa más prevenible de retraso mental.
Otro tipo de factores que condicionan retraso mental, son las enfermedades que dañan a tejido cerebral en etapas tempranas de la vida, como la falta de respiración adecuada al momento del nacimiento; o también, retardo en la expulsión de niño antes de nacer, disminución en la cantidad de azúcar circulante en su sangre en los primeros días de su nacimiento, fijación de sustancias tóxicas en el cerebro del niño en sus primeros días del nacimiento, como la establecida al momento de tener una coloración amarilla muy intensa. Golpes en la cabeza de intensidad variable que dejen alguna parte de su tejido sin circulación adecuada de sangre.
A reserva de las características corporales especiales, se sospechará en los primeros meses de vida, al notar que el comportamiento del niño no establece un contacto adecuado con el ambiente externo, y cuando el médico realice pruebas específicas para comprobar que algunas habilidades corporales no las desarrolla el niño al momento que su edad cronológica le corresponde, y entre algunas relacionadas se establecen las siguientes:
Que no tenga capacidad de poderse voltear cuando se emite alguna voz o sonido después de los seis meses de vida. Déficit de balbuceo a los nueve meses. No identificar o relacionar su nombre después de los trece meses de vida. No señalar o pedir algo de forma precisa a los 18 meses. Incapaz de obedecer una orden sencilla sin gestos también después de los 18 meses. Ausencia de palabras aisladas a los 24 meses. Ausencia de frases a los 26 meses. Ausencia de formación de oraciones gramaticales a los tres años y que manifiesten deterioro regresivo en sus capacidades a cualquier edad (que tengan disminución de rendimiento escolar, que pierdan su comportamiento habitual y se vuelvan dependientes de cuidados elementales de higiene por los familiares).
En cuanto a su manejo se establecerán medidas adecuadas de seguridad para evitar accidentes en su déficit de comportamiento. Supervisar desde etapas tempranas su agudeza auditiva para establecer programas tempranos de comunicación. Promover de forma temprana su independencia de acuerdo al grado de afección en su retraso.  Atención a nivel dental y de visión. Cuando llegan a la adolescencia cuidar sus actividades sexuales, y comentar con su médico la alternativa de prevención de embarazo. Atender las alteraciones neurológicas adicionales (ej. Epilepsia).
La mayoría de os afectados con retraso moderado en ausencia de otras alteraciones, puede tener una expectativa de aprendizaje de una mitad a dos tercios del equivalente en el aprendizaje correspondiente del nivel de lectura de tercero a sexto grado durante su adolescencia. Deberán tener educación especial desde etapas tempranas. Quienes tienen daño profundo, difícilmente pueden lograr algún desempeño escolar y requieren de ayuda aún en su vida adulta.

Su valoración inicial ante la incertidumbre, corresponderá a su médico de atención primaria y posterior a la evaluación será necesario contar con opinión y manejo del psicólogo, psicoterapeuta, neurólogo, rehabilitación, educación especial y lenguaje.