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Trastornos funcionales digestivos

Se consideran como una combinación de malestares digestivos recurrentes y crónicos, que no tienen una explicación en base a alguna alteración estructural o enfermedad específica. Son alteraciones que los familiares detectan en los niños con incertidumbre específica en su estado de salud, en riesgo de padecer alguna enfermedad que ante su persistencia de expresión, crea angustia al no haber mejoría a través del tiempo. 
De acuerdo a las consideraciones referidas, se establece que este tipo de trastornos en realidad no constituyen una enfermedad orgánica, que como tal amerite la realización de estudios determinados para confirmarla y tampoco justifica el empleo de tratamiento específico para mejorarse, ya que solo son modificaciones funcionales que se expresan a partir de la influencia del desarrollo digestivo, a diferentes edades, bajo el ambiente biológico y emocional del niño. Solo que para ser identificadas como trastornos funcionales, necesitan contar con características específicas, que en su conjunto han sido establecidos como criterios, y por el sitio donde se acordaron en primera ocasión, se les conoce entre los médicos como: criterios de Roma, que al paso del tiempo se han actualizado por periodos variables.
En el caso de los niños, estos trastornos se definen en función de la alteración (síntoma) predominante, a diferencia del adulto en el que la clasificación se basa tomando en cuenta al órgano afectado. A continuación se describen en forma general a cada uno de los trastornos funcionales en los niños, ya aceptados con sus criterios específicos.
Regurgitación del recién nacido y lactante. Se caracteriza por el retorno involuntario hacia la boca o fuera de la misma, del contenido del estómago sin afectación del estado general. Sus criterios incluyen: más de dos regurgitaciones al día, durante al menos tres semanas. Ausencia de signos de alarma en el paciente con riesgo a su vida y ausencia de enfermedades del cerebro, sistema digestivo o nutricional que expliquen los datos.
Rumiación del lactante. Se genera regurgitación (ascenso) de forma voluntaria y habitual del contenido del estómago hacia la  boca. Sus criterios exigen, al menos durante tres meses: ser precedido por movimientos repetitivos en alguna parte del sistema digestivo, aparición entre los tres y ocho meses de edad, nula respuesta a tratamientos previos con medicamentos o tipo de alimento y sin modificación de su respuesta a pesar del empleo de medicamentos. No se acompañan con ganas de vomitar y tampoco de dificultad respiratoria. No se presenta mientras el niño duerme o está en interacción con individuos de su entorno.
Cólico del lactante. Se manifiesta en menores de cuatro meses con sesiones de llanto intenso, durante horas y difícil de calmar. Los criterios incluyen: sesiones de llanto de inicio y culminación sin causa notoria, con tiempo de duración de más de tres horas, más de tres días a la semana, sin afectar su desarrollo. Se asocia con aumento de volumen abdominal, piernas flexionadas sobre el abdomen y cara de dolor.
Diarrea funcional: afecta en edades de 6 a 36 meses, con más de tres evacuaciones al día, abundantes, no formadas, sin dolor, mientras está despierto, más de 4 semanas, sin falla en su desarrollo y en su alimentación.
Vómitos cíclicos. Dos o más episodios de vómitos y/o náuseas intensas, que duran horas o días, con retorno al estado normal de salud tras desaparecer el episodio, durante semanas o meses. Se presentan bajo circunstancias específicas a una misma hora del día o noche y ceden con el sueño natural o inducido. Pueden asociar a futuro con migraña.
Rumiación del adolescente. Durante dos meses debe existir al menos una vez a la semana: regurgitaciones repetidas, no dolorosas después de las comidas, cuyo contenido se vuelve a tragar o se expulsa. No aparecen durante el sueño y no se acompañan de náuseas. No existen alteraciones adicionales que puedan explicar los síntomas.
Aerofagia. Durante dos meses, debe tener al menos una vez a la semana, dos de los siguientes datos: tragos de aire, volumen abdominal incrementado, eructos repetidos y/o aumento de flatulencia. Es característica la desaparición de datos durante la noche.
Trastornos relacionados a dolor abdominal, incluyen: dispepsia funcional, intestino irritable, migraña abdominal y dolor abdominal funcional, que no asocian alguna enfermedad que explique sus manifestaciones. 
Dispepsia funcional. Durante dos meses debe tener al menos, una vez por semana: dolor o malestar en “la boca del estómago” que no cambia con la defecación o aspecto fecal. 
Intestino irritable. Durante dos meses, al menos una vez a la semana: dolor o malestar abdominal asociado en la cuarta parte del tiempo total, a: mejoría con evacuación, aparición relacionada a cambios en la frecuencia, forma y/o aspecto de las heces.
Migraña abdominal. Durante el último año debe presentar dos o más episodios de dolor abdominal repentino, intenso, agudo, alrededor del ombligo que dura más de una hora e interfiere en la actividad diaria del niño. Este dolor asocia combinaciones de falta de apetito, náuseas, vómitos, dolor de cabeza, palidez, molestia a la luz.
Dolor abdominal funcional. Durante dos meses al menos, debe tener una vez a la semana: dolor abdominal continuo o episódico, que interfiere en al menos la cuarta parte del tiempo, con pérdida de alguna actividad diaria y combinaciones con: dolor de cabeza, dificultad para dormir o dolor en alguna extremidad.
Trastornos de la defecación. Comprende la disquecia del lactante, estreñimiento funcional e incontinencia fecal no retentiva.
Disquecia del lactante. Lactantes menores de 6 meses. Episodios de esfuerzo y llanto al menos 10 minutos de duración antes de su evacuación.
Estreñimiento funcional. Durante los últimos dos meses, al menos una vez a la semana: menos de dos deposiciones a la semana, un episodio de incontinencia fecal, antecedentes de retención fecal excesiva y/o de movimientos intestinales dolorosos e intensos. Existencia de evacuación abundante y voluminosa en recto e historia de evacuaciones que pueden obstruir el baño.
Incontinencia fecal no retentiva. Durante al menos los dos últimos meses: defecación en lugares socialmente no apropiados al menos una vez al mes, ausencia de retención fecal, y ausencia de alguna enfermedad que pueda condicionar esta alteración.
La expresión sintomática de un trastorno funcional digestivo, depende del desarrollo cerebral, afectivo y particular de cada niño, junto con las alteraciones orgánicas y emocionales de su vida. Es natural, que la decisión de buscar atención médica para las alteraciones digestivas notadas por los familiares, se generen a partir de su preocupación ante una posible enfermedad que pueda traer consecuencias futuras. El umbral de la preocupación del familiar a su vez es variable, de acuerdo a sus experiencias y expectativas, su capacidad de aceptación y la percepción de la enfermedad. Por esta parte, la consulta médica no solo debe motivar la atención solo sobre los síntomas que expresa el niño, sino que también deberá incluir la atención sobre su familia y sus miedos conscientes e inconscientes, en donde el manejo de la angustia familiar podrá ser la prioridad a establecer.
Estos trastornos no solo requieren que se informen a los familiares como modificaciones digestivas temporales por su desarrollo y de una definición específica de la alteración, ameritan dar una atención a los familiares cercanos para lograr una alianza adecuada en su seguimiento y conductas a modificar. Requieren siempre descartar alguna enfermedad previa que pueda relacionar las alteraciones, y su atención, incluye al gastroenterólogo pediatra además del psicólogo para la tensión familiar. Una vez definido el cuadro como trastorno funcional digestivo, se evitarán estudios innecesarios y tensiones emocionales excesivas en los familiares.