Escoliosis


La columna vertebral, también conocida en forma común como espinazo del cuerpo, es un grupo de huesos (vértebras) que forman el soporte de la cabeza y tronco del cuerpo, y permite mantener el cuerpo erguido. En su interior guarda a millones de nervios y raíces nerviosas, que transmiten información hacia el cerebro y respuestas de movimientos a nuestro cuerpo.
La palabra escoliosis, (como muchas palabras médicas, algo rara) proviene de una palabra griega que significa “torcido”, sirve para señalar que se trata de una columna vertebral que no tiene una trayectoria lineal y manifiesta algunas desviaciones laterales.
El inconveniente de la escoliosis que tienen algunos niños, es que al ir creciendo en estatura, la desviación de la columna también va empeorando con el tiempo y de acuerdo a las molestias que pueda producir, es posible que se tenga que emplear como tratamiento una faja particular conocida como corsé; o bien, se tenga que recurrir a alguna cirugía para rectificar a la columna.
Quien tiene una escoliosis tendrá en su espalda la columna desviada en forma de una letra S o bien en forma de una letra C, de acuerdo a las desviaciones que tenga la columna. En un inicio no se percibe por los pequeños cambios en las curvaturas, y de igual forma es posible que no tenga alteraciones que experimente la persona como molestias marcadas.
En esta etapa inicial, solo la realización de una placa radiográfica de la columna podrá establecer la trayectoria alterada que dará entonces una idea del aspecto que empieza a tener la escoliosis y la posible exageración que con el tiempo llegue a tener.
Al empezar a tener las desviaciones más marcadas, se empezarán a presentar las primeras molestias, con dolor de espalda de intensidad leve que en la forma como vaya creciendo el niño, y teniendo desviaciones más importantes, causará más contracturas musculares y dolores más intensos, además de perder su cuerpo el aspecto normal. Las raíces nerviosas que salen de cada agujero vertebral podrán sufrir compresiones que se manifiestan como dolores muy intensos de difícil control por medicamentos, al estar generados por una compresión de huesos.   
La causa más frecuente de estas desviaciones de la columna, no se conocen y muy frecuentemente están relacionadas con los antecedentes familiares. De modo que, si uno de los padres, una hermana o hermano tiene escoliosis, otro miembro familiar también puede manifestarla.
Entre la población infantil, son las mujeres las que están más propensas a padecerla y de requerir tratamiento posteriormente. Las posturas desviadas al momento de sentarse desde pequeños y el hábito de no mantener la espalda recta, son factores predisponentes para deformar la trayectoria de la columna y permitir el desarrollo de la escoliosis.
Cuando la escoliosis es muy perceptible, permite que el cuerpo de un niño se incline mucho hacia un lado en particular –hacia la derecha o la izquierda-. Se puede ir conociendo por hacer ver a un hombro más alto que el del lado contrario; o bien la cintura mostrará una inclinación con pendiente hacia un lado en particular. Es posible notarse también cuando un niño se está probando un pantalón nuevo, al ver que de un lado una pierna del pantalón le queda más corta que la del lado contrario, pero en este punto, también es muy posible que se relacione de forma directa que no haya problema en la columna, y sean las extremidades inferiores en donde una sea mayor que otra y esto puede motivar a que la columna pierda su equilibrio.
Para detectarla a nivel escolar o familiar se puede hacer una prueba realizando la flexión del tronco hacia delante, sin flexionar las rodillas y tocarse los pies o el suelo con la punta de los dedos, y un adulto podrá examinar en esa posición la espalda para ver si se encuentra desviada la columna o si las costillas se ven diferentes (asimétricas).
Con esta simple apreciación, se podrá consultar con el médico de su confianza o en especial con un Traumatólogo y Ortopedista para comprobar si requiere de algún tratamiento en especial para corregirla. Es muy posible que el médico solicite algunos estudios de radiografía, bajo condiciones especiales para poder hacer una mejor valoración; y con medición de trazos sobre la imagen de la radiografía, pueda identificar algunos ángulos especiales para medir los grados de desviación de la columna, y de acuerdo a su valoración podrá establecer la necesidad de un tratamiento posible.
Si el niño no tiene una desviación importante, puede ser que solo requiera control periódico, y sugerencias de ejercicios o posturas especiales para evitar mayor deformidad; pero si se encuentra con una desviación importante, es posible que se tenga que emplear un aparato especial para mantener la columna recta o someterse a alguna operación.
En la escoliosis, los corsés se utilizan para sujetar la columna vertebral en su sitio a fin de que la desviación no empeore. Algunos corsés están diseñados para llevarlos puestos solo por la noche y otros para llevarlos tanto de día como de noche.
Si necesitas llevar un corsé, tu médico te informará qué tipo es el más adecuado para ti. Los corsés se deben utilizar mientras la columna vertebral está creciendo, especialmente cuando crece muy deprisa durante el "estirón de la adolescencia". Por este motivo, un niño con escoliosis pasará menos tiempo con corsé conforme vaya haciéndose mayor y se vaya aproximando a su estatura adulta. Una vez la columna deja de crecer, el corsé deja de ser necesario o eficaz.
Los corsés reciben nombres diferentes de acuerdo a las regiones que abarcan y así hay alguno que se llama corsé TLS para señalar que cubre las partes torácicas, lumbares y del hueso sacro; o bien pueden tener nombre del lugar donde se fabricaron: de Boston, de Charleston, etc. De acuerdo a su empleo y desviaciones pueden lograr resultados adecuados con el tiempo. 
Algunos niños con escoliosis importante necesitan, a la larga, someterse a una intervención. En la intervención, el cirujano ortopédico fusiona los huesos de la columna para que esta no se siga desviando. Puede utilizar varillas metálicas y tornillos para corregir la desviación y mantener todo alienado hasta que los huesos cicatricen. En la mayoría de los casos no se notan ni duelen y el niño podrá hacer sus actividades normales.
Se recomienda en general a todos los padres, procurar que sus hijos tengan posturas adecuadas, y ante la duda de alguna desviación, se encarguen de considerar la oportunidad de ser valorados de forma profesional.