Cuando las condiciones nutricionales y de salud son favorables, el crecimiento de un individuo se desarrollará en forma normal. De forma inversa, la evaluación del crecimiento en los niños nos refleja un estado de salud adecuado. Ahí radica la importancia de la revisión precisa de estos cambios para asegurar la evolución de un niño.
El ser humano tiene momentos diferentes de crecimiento que lo incluyen desde su formación en el vientre materno, lactancia, infancia, adolescencia y juventud para definir su crecimiento final. En otros términos, pasa el crecimiento desde el momento que se fecunda el óvulo por el espermatozoide, hasta que finaliza con el cierre de los cartílagos de crecimiento y se define su tamaño final.
Cada fase de crecimiento ya está definida en el género humano de forma particular, y se cuentan con parámetros de referencia para avalar la situación como adecuada o variante normal, por medio de tablas especiales de crecimiento que en general, se conocen como curvas de crecimiento.
En estas tablas se presentan varias curvas, que en forma simple representan en su parte central el valor mas frecuente que corresponde a una determinada edad; y en sus extremos, se notan los valores mínimos y máximos considerados como variantes normales.
La velocidad del crecimiento en el vientre materno es sorprendente y excesiva, tomando en cuenta que inicia desde un tamaño microscópico hasta alcanzar casi medio metro, al final del embarazo. Para considerar la forma como se ha desarrollado un nuevo ser en el vientre materno, bajo las condiciones nutricionales de la circulación materna (placenta), existen las curvas de crecimiento intrauterino. Su empleo es al momento de nacer el niño, se identifica en primer lugar, mediante pruebas de madurez física y neurológica su edad cronológica y de acuerdo al tiempo de embarazo calificado, se ubica al niño para determinar su condición de crecimiento. Cualquier curva representada puede ser tomada como normal. Fuera de ellas, el desarrollo del recién nacido podrá hacerlo considerar con retraso del crecimiento intrauterino o en el extremo contrario como macrosómico para su edad gestacional, y puede eso influir a la atención anticipada de alteraciones asociadas. Las alteraciones genéticas pueden dar también cambios en su crecimiento.
Durante los primeros dos años de vida el crecimiento también es particular, y el niño que al nacer medía 50 cm durante el primer año aumentará la mitad de esa talla de forma adicional, y en el siguiente año casi su cuarta parte, llegando a medir en promedio 75 cm al año de edad y 85 a 86 cm a los dos años. Es conveniente revisar el desarrollo del niño en forma mensual durante el primer año y cada dos meses hasta los dos años, para corroborar su crecimiento normal que puede estar alterado por enfermedades congénitas o alteraciones orgánicas primarias o secundarias.
Posterior a los dos años, la velocidad de crecimiento disminuye y en promedio se incrementan cinco centímetros por año a partir de los tres años en que inician con talla aproximada de 95 cm.
Durante la pubertad, las niñas tienen un incremento en la velocidad de crecimiento de forma más temprana que los niños, pero también tienen un momento más anticipado de limitar su crecimiento.
Como valores predictivos para la estatura final, se puede calcular a partir de la estatura de los dos años de edad, que representa la mitad de la talla final; o bien tomando en cuenta la talla de los padres se puede calcular un aproximado para los hijos. Si se trata de una mujer: a la estatura del papá (en centímetros) se le restan trece, se suma la estatura de la mamá y el resultado se divide entre dos. Para el caso de los hombres: a la estatura de la madre (en centímetros) se le suman trece, se agrega la talla del padre y el resultado se divide entre dos para calcular la talla final predictiva, con una variante aun de 5 cm mas o menos al valor calculado.
La genética de los padres, influye al crecimiento de cada individuo, por lo que al llevar el control de desarrollo de estatura de un niño, habrá que marcar que siempre se comporte dentro de un carril o curva específica. dentro de las variantes normales para considerar su desarrollo como adecuado. No es condición de buscar que cada niño se encuentre forzosamente en la parte media, o menos, tratar de llevar al individuo al valor máximo de las curvas de crecimiento.
La supervisión del crecimiento se podrá registrar en la casa, con incrementos de un centímetro cada dos a tres meses como máximo en etapa escolar.
Las alteraciones representadas en estas curvas de crecimiento se definen por los valores registrados fuera de ellas, o bien por el comportamiento en la evolución del tiempo, que muestren desviaciones de la pendiente natural, hacia arriba o hacia abajo muy notorias para de inmediato considerar alguna anomalía en su influencia.
El crecimiento de los niños, requiere además de la certeza de la osificación de los huesos de forma cronológica adecuada; y para ello, es natural que en la evaluación del crecimiento de los niños se soliciten estudios radiológicos específicos para definir su normalidad.
Motiva inquietud a considerar alteración del crecimiento cuando el niño no ha crecido cuatro centímetros en los últimos seis meses y será motivo de valoración.
Ante duda del crecimiento y supervisión del desarrollo de un niño, conviene hacer la evaluación del crecimiento y resolver las dudas con su medico de confianza.